martes, 23 de diciembre de 2014

La historia

Devaneando, .....en la historia, en nuestra historia, tan mágica y elástica, mil historias dentro de una.
Y mientras buceo me muestras errores y certezas, se destapa tu inmortalidad, y rescato nuevas conclusiones, y quedo con la curiosidad de saber de tus olvidos.
La historia, siempre contagiada por la tinta y perspectiva de quienes la escriben. Uno supone sus lagunas, su reescritura, su dependiente libertad de tijeras y censura, y el hilo de sus correcciones.
La historia, tan viva,....Es fascinante la historia.
Amparo Suárez

Tu boca

Viento toca,
soleá de campos amarillos,
tu boca

Amparo Suárez

domingo, 21 de diciembre de 2014

El cristal. Capítulo 3. El encuentro de Gella y el cristal.


El encuentro de Gella y el cristal.
Aquella mañana, del día más esperado cada año por Gella, soplaba una brisa suave en el jardín, y el sol asomaba tímidamente. Gella  recogió el chal para dárselo a su abuela y juntas salieron de casa dispuestas a cumplir con el ritual una vez más: La siembra de semillas y el replantado de brotes que florecerían con la llegada de la estación próxima. Caminaron hasta la parte delantera del jardín, y Gella  cogió su par guantes del cesto,  buscó su pala, y luego se agachó en el sitio que había marcado su abuela, y  comenzó a hacer hoyos con su pala en la tierra. Su abuela la miraba satisfecha, esa nieta suya estaba llena de vida.   
 La estación venidera llenaría de color  el jardín: lirios, prímulas y pensamientos.
Pero aquél día ocurrió algo muy importante para Gella, Lady Jane, aquel día le daría a Gella el colgante que durante años ella había estado guardando. Y esperaba que su nieta supiera comprender la importancia que tenía esto.
Entonces la llamó. Gella.
Y ella apartó los ojos de la bancada para mirar a su abuela.
            -Nena, ven un momento.
Miró a su abuela que sostenía algo en sus manos, e intrigada, se echó el sombrero hacia atrás,  soltó la pala de hacer agujeros, se quitó los guantes y se acercó hacia ella.
            -Querida, ¿Cómo pasó el tiempo?,  eres toda una mujer.
-Abuela, ya tengo 17 años. Te recuerdo que a mi edad tú estabas a punto de casarte. Y a  saber qué tramarías ya.
Gella sonrió, pero vió que los ojos de su abuela estaban llenos de nostalgia y  comprendió que iba a  decirle algo más que era importante para ella. Sus manos  sostenían un colgante.
            - Si, Gella, es de esto de lo que tengo que hablarte.  Se trata de un colgante que es muy antiguo, no pertenece a la familia, ha ido viajando durante generaciones entre nosotras. Fuimos elegidas, en mi caso para guardarlo hasta que  llegara a manos de la siguiente. Desde que sé de él,  siempre lo han tenido mujeres.
- Abuela, este colgante es precioso, nunca había visto una piedra tan rara como esta.
- Hay piedras que tienen un poder especial,  captan energías y estas son  capaces de fluir a través de ellas,  durante décadas han servido a  personas que son  capaces de recuperarlas y usarlas. Actúan como llaves que permiten abrir puertas para volver a ver cosas que han ocurrido en otros momentos en el tiempo. Estas piedras son  llaves que  abren una puertas en el tiempo, pero necesitan de una fuerza impulsora, esa fuerza es  la que hace que la piedra funcione,  el que la lleva se conduce por un túnel en el tiempo que es real para él, ocupando el sitio de la persona que antes le dio la energía a la piedra y viendo lo que en ese momento ocurre,  ese momento se convierte en un presente para el que entra por el portal.
Ahora deja que te cuente la historia que conozco sobre este colgante.
“La protagonista de esta historia es una mujer, una cortesana que estaba felizmente casada con un hombre cuyo oficio era el de ferretero, ella frecuentaba la corte y empezó a ser infiel a su marido, el amante era un hombre muy poderoso y ella no pudo negarse ya que el amante la tenía sometida, ella intentó por todos los medios que no llegase a oídos de su marido. Pero el amante estaba tan encaprichado por ella que ella se hizo famosa en la corte y su marido terminó enterándose,  el amante era ni más ni menos que el mismísimo Rey de Francia. Así que el Ferretero para vengar la ofensa sin ser descubierto forjó un plan. Contrajo una enfermedad de la que pocos podían curar por aquél entonces, se contagiaba al mantener relaciones íntimas. Su mujer enfermó, y para que su plan no fracasara, pues la enfermedad se hacía visible con unas picaduras que salían por el rostro forjo un colgante tras el que ella ocultó la enfermedad en su rostro. La mujer contagió al amante sin que este sospechara nada. Y el Rey acabó gravemente enfermo, pero el ferretero no pudo salvar a su mujer  y años más tarde terminó muriendo.
- Abuela, es fascinante y terrible a la vez. ¿Y es este el colgante de la  historia?
- Si y no querida. Esta es una de las cosas que se sabe del colgante, pero la historia de la piedra se remonta atrás en el tiempo.
-Y dime abuela, ¿No te dio miedo a ti esta historia?, no sé, después de lo que me has contado parece que no se pueda esperar nada bueno de él…
- La piedra que el ferretero colocó en el colgante, fue un regalo que el Rey le hizo a la mujer, ella se sujetaba el pelo con el a modo de cinta y la piedra la dejaba  caer adornando su frente. Puso de moda en la corte esa manera de llevar el colgante, aunque lo cierto es que ella la llevaba así para ocultar las picaduras que la enfermedad había dejado en su rostro,  se que para activar la piedra como llave debe  estar  colgada del cuello.
- Abuela, ¿tu crees que es mágico o algo así?
- Sí, creo que lo es, pero para mi pesar después de guardarlo todos estos años no pude comprobarlo,  me llena de orgullo que ahora seas tú la elegida a  quien yo tenga que dárselo. Pero antes de que te lo dé, debes aceptarlo.
- Y ahora, ¿qué es lo que tengo que hacer abuela?
-  Tendrás que decidirlo tú. Cómo ves yo lo acepté, pero aunque fui valiente y me lo probé, no pasó nada, en todos estos años, hasta la semana pasada que estando junto a ti pude ver cómo el cristal se iluminó. Supongo que eso debió pasar cuando yo  lo recibí.
- Entonces acepto. No voy a ser yo, tu nieta, la que por miedo detenga lo que durante años ha de seguir pasando. Y dime,  ¿de quien recibiste tú el cristal? ¿Fue alguien de nuestra familia quien te lo entregó?
- Querida he querido seguirle la pista al cristal durante años, una tía hermana de mi madre fue quien  me lo entregó, me contó que lo había recibido de una mujer en una fiesta a la que, su marido y ella, habían sido invitados expresamente por esa misma mujer. Les llamó la atención que no se conocían personalmente, pero ella les mandó una invitación a su casa, en ella les rogaba encarecidamente que asistieran. Mi tía me contó que aquella mujer le dijo que en todos nosotros existe una fuerza capaz de transformarse y que hay determinadas circunstancias que actúan como elementos mediadores para que se pueda transportar esa energía, para que nosotros podamos fluir por ella. Que aquel cristal era llave que abría puertas que te conducían en el tiempo, mediante la energía de quien lo había poseído.
- ¿Pero qué ocurrirá si me lo pusiera y fuera yo la persona que el cristal anda buscando?
- Eso tendrás que comprobarlo por ti misma. La piedra  se ilumina como un cristal brillante cuando debe ser pasado, esta es la señal para pasarlo a  su nuevo portador. Querida tú eres hoy la  mujer que puede llevar el colgante,  es de lo único de lo que estoy convencida, y en su momento servirá a sus objetivos, para lo que fue creado.

-De acuerdo abuela.

Amparo Suárez. 

jueves, 18 de diciembre de 2014

El Cristal. Capítulo 2



Laura conoció a Parry en  Cheltemnan, durante el verano, ellas compartieran habitación en una residencia.
La casa principal quedaba al fondo del jardín, se accedía a ella  por unas amplias escaleras de madera que terminaban en un amplio porche y bajo esta edificación a ambos lados se encontraban los apartamentos en donde se alojaban los huéspedes, en su mayoría, estudiantes extranjeros que venían a hacer cursos de Ingles en Academias.
La primera noche Parry le contó a Laura muchas cosas, de ella, y ella estaba muy  sorprendida de lo abierta que parecía con una extraña.
Parry  ya llevaba un año en Inglaterra, sus padres y ella a penas se veían, siempre estaban viajando, y ella también lo hacía para aprender idiomas, dos años atrás estuvo  en Alemania, y antes en Italia. Ahora preparaba el exámen que le daría una acreditación oficial, su inglés era impecable, y se apreciaba que el trato de los dueños de la residencia con ella era especial y fluido.
El curso de Laura era de ingles técnico, pero además ella estaba allí por otro motivo que guardaba en secreto y con esperanza. Lo que ocurrió en la cena fue una casualidad enorme que la avisó de que hizo bien al seguir a su intuición.
La residencia pertenecía a un matrimonio llamados Paul y Mary.  Paul, era reservado,  poco hablador, su manera  de mirar daba escalofríos,  sus ojos recorrían los cuerpos. Sin embargo Mary era cercana y alegre.
La casa tenía un toque muy francés como Mary, que amenizaba  a ratos las cenas con sus batallitas, le gustaba hablar de cuando vivía en Francia, contaba que profesionalmente había llegado a lo más alto, y dejó un trabajo muy importante para venir a Inglaterra con Paul,  tal vez ahora no encajaba demasiado bien su nuevo papel de mamá, tenían  dos pequeños, uno de dos años y medio y otro de tres meses, y siempre estaba muy ocupada.  
Mary aprovechó en la primera cena allí para presentar a Paul a los que llegaron ese día.
Uno de los estudiantes, Demian,  preguntó a Paul su profesión,  este les explicó que su trabajo estaba relacionado con los coches y el mundo de las competiciones de carreras organizadas en los grandes circuitos de velocidad  por todo el mundo.
 “¡No puede ser!, esto es mucha casualidad”  , pensó Laura,  “Formula I, ó 3000”   y le dio un vuelco el corazón. “¿Qué dices ahora Laura, también esto es  casualidad? …pero ¿Cómo hubiera sido posible que de todos los sitios donde podrías haberte alojado fueras a parar justo aquí, en casa de alguien que seguro conoce a John, cuando lo elegiste este por azar?
Seguro que sabrían de John, ese era un mundo de élite y  lo trabajaban  pocas  personas,   y un piloto como John no tendría que ser desconocido en su gremio. “
Esa noche después de la cena se fue a la cama pensando que la vida estaba llena de causalidades.
Esa primera noche,  Parry, sacó de debajo de la cama un portátil y mientras se ponía los auriculares dijo: “voy a ver por donde anda James, llevo ya dos semanas sin saber de él. Buenas noches Laura que duermas bien”.-
Se estaba refiriendo a un amigo o novio, pero tampoco le preguntó nada.
Por la mañana Parry ya estaba despierta y vestida.
-P. Laura, hay que darse prisas para subir a la casa,  hay poco tiempo para recoger el almuerzo e irse a clase.
 Pasado el mediodía al regresar de clase, se dio  cuenta de que estaba triste pero no se atrevió a preguntar qué le pasaba. Parry se le acercó y en voz baja  le dijo:
- ¡Por fin supe James!, fue al Pub Irlandés en donde suelo encontrarle siempre que no sé por donde anda, me han dicho que no le ven desde hace una semana. El camarero dice que es  probable que haya regresado a Irlanda.
-Te noto preocupada, ¿Crees que pueda haberse metido en algún lío?-
-¿En LIOS? ¿A qué clase de líos te refieres?
Quizá se estaba metiendo en donde no la llamaban.
A las Seis y media subieron cenar,  Mary había preparado para la cena, bistec asado, una ensalada muy variada y  quesos franceses, luego té,  Laura no estaba acostumbrada a comer mucho a esa hora.
Nunca pasó tanta hambre como en aquél viaje a Cheltemhan, cuando llegaban las nueve de la noche, estaba muerta de hambre y lampaba por comer el bistec que no le apetacía a las seis de la tarde, pero tenía que conformarse con una taza de té, zumo, y alguna galletita. Tenía el horario cambiado.
Esa sartén que su madre le recomendó llevar. Aquella idea, que le pareció tan ridícula, fue lo que la salvó, las tortillas en la sartén, y las pizzas de una portuguesa llamada María, bueno y las pastitas inglesas rellenas de confitura de frutos rojos que se compraba.

En mitad de una de esas noches, alguien saltó el seto que rodeaba el jardín y se coló hasta los apartamentos, Laura escuchó unos toquecitos por la ventana del dormitorio y vió que Parry se levantó sin encender la luz,  movió la cortina y  le abrió la ventana para que entrara. Era su amigo James. 
-Parry, no me mires así, ya lo entenderás, ahora no tengo otro sitio seguro para pasar esta noche.
Le dijo con cara de cordero degollado, y la desarmó.
-Qué has hecho esta vez, James, ¿espero que no sea grave? No, mejor no quiero saberlo.
-Tranquila,  nadie me ha visto, te prometo que mañana a primera hora me iré sin que se den cuenta.
Laura los miraba pensando que ese sería su amigo y que acabaría en su cama en breve,  se  tapó aún más con las sábanas de su cama para esconderse debajo de ellas e intentar fingir que se había dormido,  Parry sabía que aún seguía despierta, así que se metió mas para abajo en la cama, aunque podía oír sus cuchicheos en inglés, y supuso que estaban discutiendo,  a oscuras James tocó sus sábanas y Laura asomó de entre las sábanas y le miró,  dijo - Hello  -, creyó que sonriendo y a modo de disculpa, e hizo un ok, como gesto de aprobación con su pulgar, para que comprendiera que iba todo bien.
Laura no dijo nada. “¡Olvídame  pelirrojo y  duérmete ya!”  pensó.
James se quitó las botas, se saco el pantalón y el  jersey gordo de lana , los calzoncillos y calcetines,  si se metió en la cama de Parry.
Laura pensó, “Si los pillan, me echarán a mí también por cómplice.”
No pudo pegar ojo en toda la noche y ellos dos tampoco, pero ellos después de discutir un rato al fin reían,  se acariciaban,  y las sábanas crujían y los dos se habían olvidado de la cama de al lado.  Laura,  pasado un rato notó que su cuerpo se agitó contagiada por el torrente de la cama de al lado, y recordó a John,  su amor del pasado.
-Laura, si se enteran de que James pasó aquí esa noche voy a meterme en un lío muy gordo, les dije, que vino a primera hora y se fue al momento. Lo siento, no debí meterte en este lío, te debo una Laura.
-Bien me debes una visita a Londres en la que me harás de guía y que prepararás tú.

Entonces Parry como si estuviera ya tramando algo añadió:

-Por cierto que en Londres vive la tía de James, Gella,…

Y se marchó con una expresión pensativa….y Laura intuyó que algo estaba tramando.






Felipe no cogía el teléfono y esperó un par de minutos antes de volver a intentarlo, el móvil ahora parecía que estaba apagado, o fuera de cobertura. El murmullo de la estación la distrajo y su atención volvió al colgante.
Laura no podía tranquilizarse, su mente iba de una cosa a otra, era un torbellino colapsado por tantas preguntas a las que no sabía dar respuesta….
“Tiene que servir para eso,  para viajar, pero ¿adónde y cómo se hará...? ¿Y si tiene propiedades alucinógenas? ¡Fue tan intenso y parecía tan real!
Los chamanes hacen uso del poder de estas piedras desde tiempos remotos, su magia, les permite conectar con otros mundos, aunque ¿qué puede haber de cierto en todo esto? No puede seguir adelante, ese pánico que se apoderó de mí me venció.
¡Ah, ¿adónde se habrá metido Felipe?! Necesito una opinión objetiva, me temo que yo  ya no podré serlo, Ni  Parry, sé que ella creería, y si le dijese que fue un sueño, diría que de todos modos lo causó el cristal. Y no voy a contárselo de momento, y eso que lo  estoy deseándolo.
 ¡Laura para! ¡Para y vete a tomar algo, lo que sea!”

Abrió la mochila, sacó unas monedas y las puso en la máquina para sacar  un  refresco, y  no pudo creérselo, allí frente a ella estaba Felipe.
-¡Hola! –dijo, y fue como si susurrara. 
-¡Hola! me he pasado la mañana pensando en que te vas,… la última vez que miré mi móvil me dije que aún había tiempo y entonces subí al coche y conduje rápido hasta aquí, creía que ya no te encontraría porque he pillado  un par de atascos y luego perdí mucho tiempo en el aparcamiento.
Pero si consideras que ésta no ha sido una idea afortunada, ahora mismo me voy por donde he venido.

-No, quiero decir que no me gusta, lo que quiero decir es que sí, joder, ¡que me encanta! ¿Tu móvil está apagado? Cuando te he llamado confiaba en que me devolvieras tú la llamada,….pero esto es mucho mejor. Y ahora que lo pienso,  también lo aclara todo.
Desde que llegué aquí todo ha sido surrealista.
Espero que cuando te lo cuente no creas que estoy loca ni nada parecido…..
-Prueba a ver…
-No seas irónico, ni yo misma me hubiera imaginado una excusa como esta, además no tiene que ver con que nos hayamos despedido hasta ahora, espera un poco y verás:
Cuando estuve en Inglaterra, Parry, me pidió que guardara un colgante que le traigo hoy…. Llegué aquí a la estación y me senté en ese banco de allí, en donde están todas mis cosas, y llevaba el colgante guardado en el bolsillo de la sudadera, y bueno, lo saqué del bolsillo y me lo puse,  fue entonces cuando  ocurrió algo increíble, ¡no vayas a creer que estoy loca!, pero al ponérmelo me engulló un torbellino, luego aparecí en medio de una nada oscura, ese lugar, no sé si imaginario o real, parecía una especie de agujero, o quizá un portal del tiempo, la verdad es que no sé bien qué, pero, en medio de aquella oscuridad aparecieron cuatro haces de colores frente a mí, que avanzaban en mi dirección, entonces me fijé en la piedra del colgante se iluminó, y ya no parecía opaca, ahora parecía brillante, como un cristal del que salía una luz  muy brillante, tanto que casi ni se podía mirar. Aquellas luces se estaban acercando como si buscaran la luz del colgante. Yo tenía tanto miedo de lo que estaba pasando, y me asusté tanto, que en un acto reflejo me saqué el colgante del cuello y en ese mismo instante hubo un gran apagón. Cuando  abrí los ojos estaba allí sentada en ese banco, aquí en la estación,… ¡como si no hubiera pasado!... pero pasó, ¡Felipe aquello fue tan real, fue real, tienes que creerme!
-Laura, no sé que decirte, tal vez te quedaste dormida y todo esto fue un sueño. A veces los sueños parecen tan reales que hasta llegas a creer que eso suceda en realidad y  la sugestión hace el resto. En tu sueño la preocupación de devolver el colgante fue el  componente que quizá lo inicia, el impulsor, luego el subconsciente mezcla todo y lo une, cosas que existen con cosas que no, y parecen como en este caso. Estos símbolos de los sueños se interpretan, y siempre nos traen respuestas. Se sabe que todo está relacionado, aunque en apariencia no lo parezca.
-¡Pero fue tan real! Además el colgante estaba en mi mano, y estoy segura de que lo había colgado en mi cuello.
-El individio pasa por distintas fases durante el sueño, y en una de ellas,  es  aquella en la que se sabe que permanecemos en un estado de semi- consciencia. Como si fuera una vigilia en la que se está alerta.
En una pesadilla de la que te has despertado llorando, sabes que lo que te hizo llorar en el sueño, y que no es real, y sin embargo, lo has sentido como si lo fuera, hasta los ojos se llenan de lágrimas. La impresión que nos produce  nos  deja lleno de sensaciones que tardan un poco en desaparecer.
También, un estado semi-consciente capacita al individuo para advertirle de que está siendo consciente, y el individuo está observando en el propio sueño lo que está sucediendo y recuerda cada detalle de todo lo que soñó.

“¡Claro eso lo dice porque no sabe la historia del colgante!”, pensó Laura, “¿de saberla sería distinta, o la misma y añadiendo que por lo que sé, estaba predispuesta a creer? Ahora no es el momento de contársela ni  hay tiempo.”  

-Parry está a punto de llegar, -dijo Laura -, al fin podréis conoceros. ¡Qué ilusión me hace!
-Laura, me temo que no puedo quedarme,  he volver ya, tengo mucho trabaja esperando a que llegue. Cuando estéis de vuelta vendré a recogeros y entonces me presentas a tu Parry, pero antes de irme  prométeme que no pensarás más en el sueño de ese colgante y que disfrutarás despreocupada del viaje.
-¡Oh!, ¿ya te vas?, ¡pero si acabas de llegar! – Y le dio un beso, -, ¡te lo prometo! -

Se sentó de nuevo en el banco, ya sola, y pensó que ni le había enseñado el colgante a  Felipe. Sacó una chocolatina y el libro de la mochila y se puso a leer.

Parry estaba sentada en primera clase, y disfrutaba de un rico tentempié,  repasando el plan de viaje en el ipad. Ahora sólo le quedaba averiguar, si Laura se habría probado el colgante. Y justo en eso, era en lo que pensaba, en el único cabo que había dejado suelto a merced del azar. 
En todo este tiempo, Laura no le habló del colgante, quizá debió advertirle ahora que le había pedido que lo trajera.
Cuando se lo probó, comprendió el motivo por el que Gella se lo dio a ella, y no a  Laura. Mas adelante Gella le contó que mientras ella y su amiga la esperaban en la biblioteca, ella las estuvo observando desde la habitación de al lado, y desde que la vio, a Laura, supo que debía pasarle el colgante. Pero que debía ser Parry quien lo hiciera en su momento. Y estuvo segura de que encontraría la manera de hacerlo.
Aquello que les dijo Gella: “Cuando llegue el momento de pasarlo a otra persona, lo sabrás”. Fue la clave para que Parry lo supiera después de habérselo dado.
Pero Parry  en lugar de contarle nada a Laura, sólo le dijo que lo guardara, y no pudo evitar sentir decepción por no ser ella la portadora del colgante.
Ahora había llegado el momento en que tendría que explicárselo todo a Laura, si es que aún no lo sabía.

El tren estaba llegando ya a la estación, y Parry, desde la ventanilla buscaba a Laura. Ya había recogió todas sus cosas para no perder tiempo en salir a su encuentro en cuanto las puertas del tren se abrieran, y pensó que faltaban menos de veinte minutos para tomar el tren a Bilbao.

En el andén no la veía,  nerviosa,  buscaba entre la gente, para asegurarse de que ya estaba allí. A lo lejos, se dio cuenta de que le hacían señas desde el andén de enfrente, y entonces,  reconoció a Laura y fue a su encuentro.
            - ¡Qué alegría, por fín!
            - ¡Laura. Mi querida Laura, si, por fin!
Se abrazaron fuertemente y Laura dijo:
-  No he parado de mirar la hora, no fuera a ser que no llegaras a tiempo, pero tranquila que el tren también se ha retrasado, ¡ven y dame unos cuantos besos más, anda! No vayamos a perder esa buena costumbre. Te ayudo con tus cosas, vamos, las mías están en ese banco de allí.
- “Please Laura”, esta maleta pesa, no sé cómo pude cerrarla.
- ¡Claro! ¡Vamos de walk-about!
Dijo Laura dando saltos alrededor de ella.
- Pero, Laura, para un poco. ¡Que toda esa gente nos está mirando!
Laura, pensó que ella tenía esa sensación de estar observada que Parry acababa de decir   Casi desde que llegó a la estación, le parecía que alguien la vigilaba, era un presentimiento.

Y  efectivamente, así era. Felipe que no se había marchado, se quedó en la estación y desde la cristalera de la cafetería estaba viendo cómo las dos amigas se encontraban. Se había quedado preocupado por Laura,  a pesar de que quiso quitarle importancia a su historia, para tranquilizarla. Pensaba que Laura nunca antes le había mencionado el colgante,  y desde luego, no era de las que contaba historias como esas,  todo lo que contó era abstracto y surrealista.
Felipe estudiaba Psicología y el tema le fascinó,  le preocupaba arruinar el viaje de Laura, así que intentó aliviar su preocupación  tratando quitarle importancia, como si aquello hubiera sido fruto del cansancio, y su sueño, no fuera más que eso, un sueño que se volvió pesadilla.
Pero en cuanto pudo llamó a Andrés, colega y compañero, muy amigo suyo,  para pedirle que buscara alguna información, y este, le tranquilizó como él mismo hizo con Laura diciéndole que podía ser fruto del estrés. Laura, pasó aquella última semana muy nerviosa y excitada por el viaje.
Pero en realidad Andrés también estaba fascinado, porque tenía a Laura por una persona  muy racional y lógica. Unos nervios antes de un viaje no hacen que uno viva una alucinación así, entonces Andrés le dijo a Felipe que regresara a donde Laura, e intentara hacer una foto al colgante, para buscar  información sobre la piedra.

-Pero estoy en la cafetería y Parry ya ha llegado, no creo que sea buen momento de volver, además  ¿con qué excusa me presento ahora Andrés?, le he dicho que tenía que irme porque tengo mucho trabajo, ¿y si ella no me enseña el colgante?
- Me has dicho que está en la sudadera, ¿no?, pues tú aprovechas para quedarte con sus cosas mientras van al baño,  les harás el favor de no tener que mover maletas y te quedarás a solas con el colgante. Diles que volviste porque se te cayó el móvil de la chaqueta.
-Veo que se van al banco. Luego hablamos.

Felipe salió con sigilo de la cafetería, luego tomó aire, caminaba con paso firme y decidido, pensó que no llevaba el móvil en la mano,  y se echó mano al bolsillo para recogerlo. Ahora estaba listo, se dijo.
Siguió andando,  y hasta estiró un poco los hombros para tomar confianza, a cada paso que daba no dejaba de mirarlas para ver si  se percataban de su presencia. Pensaba en qué cara pondría Laura cuando lo viese allí de nuevo. Y trataba de creerse que de verdad había perdido su móvil, para que pareciera lo más real posible, que les salía al encuentro sólo por casualidad. Sabía que quedaba poco tiempo ya.   
Laura que se había vuelto hacia él, y lo llamaba.
-Felipe, Felipe estamos aquí, ¿qué te ha pasado?
-Laura, vaya día que llevo, resulta que volvía, pero me dí cuenta que no llevaba el móvil y he tenido que volver a buscarlo.
-Bueno, ¿y donde está?, ¿lo has encontrado?
 -encima de la máquina de refrescos, pasé por allí antes de irme.
 -L. Ven que voy a presentarte a Parry.
  -Laura me habla mucho de ti, y ya es como si te conociera de antes. -Le dijo Parry.
  -A mí me pasa lo mismo que a ti, Parry,  Es como si te conociera. Estoy encantado de que al fin nos veamos.
Se hizo una pausa en la que los tres se miraron y Felipe añadió:
 -Bueno chicas, ¿os queda poco tiempo para que el tren llegue, no? ¿Queda tiempo aún de repostar algo con servidor?
 -Pues a mí, no me vendría mal ya que lo dices, e ir al baño. Y coger una botellita de agua. Y refrescarme un poco, que aquí dentro hace mucho calor. El problema es qué hacemos con todas las cosas.
- No te preocupes, tú vas con Felipe y yo espero aquí.
- No, de eso nada, ¿para algo estoy  yo aquí, no?  Os podéis ir tranquilas que yo  me quedaré vigilando vuestras cosas. Llamé a Andres para decirle que ya no llegaría.
-Gracias, Felipe eres un encanto.
-Serán sólo unos minutos porque tenemos poco tiempo. Bay amore.
Felipe se fijó que Laura había dejado su sudadera, sobre la maleta, si el colgante estaba ahora en la mochila, todo había sido para nada, porque ella lo llevaba consigo, vio que se alejaban y no perdió tiempo en buscar en los bolsillos. Se sentó al lado de la maleta y puso la sudadera más cerca de él para que le fuese más fácil buscar en sus bolsillos, y allí estaba, debía hacer la foto y  guardarlo enseguida. Hizo varias fotos y las envió a Andrés.
-Bien, en cuanto tenga algo te llamo. – le dijo su amigo.
Volvió a dejar la sudadera en el mismo sitio. Escribió esto en su móvil para enviárselo a Andrés: “Está frío,  pesa muy poco, es opaco y está tallado como una piedra preciosa, no le ví ninguna inscripción.”

El altavoz de la estación llamaba a los pasajeros con destino a Bilbao.
Felipe se puso de pié esperando ver aparecer ya a Parry y Laura. Y un señor se le acercó y le preguntó:
-Perdone, ¿acompaña usted a la chica que lleva este equipaje? ¿Sabe si se  encuentra bien? La noté un poco mareada, hace un rato.
 -Está en .., sí, si, ya está bien. Muchas gracias.
 -Hace un momento hablé con ella y  me fijé que estaba tan blanca como la pared, y tardaba en  reaccionar. Le pregunté si se encontraba bien, y entonces no contestó. He visto sus cosas y no la veo a ella y he pensado,…Perdón,  por entrometerme,  sabe usted, son cosas de la edad. Espero no haber molestado.
-No se preocupe, es de agradecer que se haya preocupado por ella,  está perfectamente. Gracias, yo creo que debieron ser los nervios del viaje, que siempre afloran en estos momentos. Se lo diré a ella, muchas gracias.


Amparo Suárez.

sábado, 13 de diciembre de 2014

El cristal


Sentada en un banco de la estación Laura esperaba a su amiga Parry, el tren traía retraso y ella se impacientaba, aún habría de esperar allí sola un buen rato más.
-L.  “Perderemos la mañana por culpa del dichoso tren”,….
Metió la mano en el bolsillo de la sudadera y sus dedos rozaron el colgante. Enrollaba la cadena entre sus dedos jugeteando con ella, notaba el frío de su piedra, y las ganas de probarse el colgante aumentaron . 

Aquella espera fue  quitándole importancia a su promesa,
"¡tampoco va a enterarse!…"

Volvió a mirar las llegadas y salidas de los trenes, y a falta de otra que hacer  conectó su ipod para escuchar música. Saltaba de una a otra decidiendo los temas. "Bendita música..... , relaja."

Sacó el colgante, y dijo "Por fin te devolveré a Parry." Sonriendo, sujetó la piedra mientras pasaba la cadena alrededor de la cabeza para colgarlo de su cuello, y como para disculparse por hacer lo que hacía en aquél momento añadió "¡menuda historia nos contaron de tí!"
“ ¡Qué habría de verdad en todo lo que Gella nos contó…, aunque no sea cierto  doy gracias a ella y a ti, porque sois el motivo por el que Parry y yo nos veremos de nuevo."

Puso la música del ipod a tope, y fijó su atención al  ir y venir de los viajeros.
Al cabo de unos minutos, advirtió que algo estaba cambiando, aunque no de una manera muy evidente al principio, apreciaba que la intensidad de la luz aumentaba en la estación, y el suelo, y sus paredes parecían estar coloreandose, brillaban ahora tomando un matiz metalizado y los trazos,  de las revistas de cómic. Todo en la estación se transformaba, perdía profundidad mientras se acercaba hacia ella, como si estuvieran  metidos en un cuadro en el que cupiera todo, ó en una pantalla de cine que ahora se doblaba como si fuera de  goma. Laura, se agarró fuertemente al asiento de hierro y exclamó: “¡¿Qué está pasando aquí?!”
Aquella pantalla, que iba hacia ella, fue curvándose hasta rodearla por completo,  y comenzó a girar rápido, más rápido, más rápido, hasta que se vio atrapada en el centro de aquel cilindro , que como un tornado daba vueltas en torno a ella alcanzando tal velocidad que ya no le era posible distinguir formas ni colores, sólo su intensa y brillante luz, que la cegaba como cuando se mira al sol directamente.
Aquél resplandor lo envolvió todo, y ella, cerró los ojos abandonándose a su suerte..., y creyendo que aquello sería su final gritó
 "Nooooo… "
Se mantuvo muy quieta sin atreverse a abrir los ojos, entonces cayó en la cuenta de que aunque  demasiado asustada seguía consciente, no sentía dolor a pesar de que los latidos del corazón iban a mil por hora, y esperó,  esperó y no ocurría nada.
Lentamente, pasados unos minutos,  decidió afrontar el miedo que la paralizaba y abrió los ojos, y sé dio cuenta de que aquello no era la estación.
La piedra  debía haberla transportado a este otro lado, y en donde quiera que se encontrara ahora, se preguntaba si su otro yo, su otra Laura, seguiría allí sentada en la estación ó se habría desintegrado.
Rodeada de nada y en completa oscuridad, frente ella aparecieron cuatro haces de luz, azul, amarillo, rojo, y verde. 
La piedra que aún llevaba colgando de su cuello y que hasta entonces había sido opaca, tomó la apariencia del cristal y se  iluminó.Y los haces de luces de colores se dirigían hacia ella, que pensó,  que quizás avanzaban en su dirección para meterse dentro del cristal.
Y en un acto instintivo, se sacó el colgante del cuello.
Entonces se produjo un apagón en sus ojos.
Temblaba.  Tanto, que le pareció haber bajado de una montaña rusa, cuando pudo calmarse un poco miró su reloj.
 ¡sigo aquí!, pensó, en la estación.
Y entonces creyó que tal vez lo había soñado, que podría haber dado alguna cabezada en las que uno se va de sí mismo sin que sea consciente de ello.
- Dios mío...- se dijo -¿ ha sido real?,  yo estuve allí, fui a aquel sitio.
La estación seguía igual, volvió a mirar el reloj , y comprobó que en hora coincidía con el reloj de la estación. Y todos seguían a lo suyo.
-   ¡Oh dios!, mírate Laura, temblando, pero algo me arrastró, me llevó, estoy segura.

Un señor mayor tocó su hombro,  parecía estar hablándole, y no se enteraba de nada, sólo veía que movía los labios mirándola..  
Entonces se sacó un auricular de la oreja.
-Sr. Señorita, ¿Se encuentra bien?
 Se tomó unos segundos en contestarle.
-L. Si Disculpe ¿Le importa repetirme lo que dijo antes?,….  no lo pude oír.
El anciano, al advertir que Laura se desenchufaba el otro auricular  comprendió, y se enfadó. Arrepentido de haberse acercado precisamente a ella, una  pirada de las que se pone la música a todo volumen, pero ya era tarde, y en un tono más alto, para que ella se enterara protestó.
-Sr. ¡Juventud!
Y prosiguiendo dijo:
- Pregunté, si han avisado de algún retraso más en los trenes. Pero, ¡con esa música! ni te habrás enterado.
Laura desconectó el ipod y otra vez, volvió a ver la hora en el reloj. Aún temblaba, y su cara estaba  blanca como la pared. El Señor supuso que algo no marchaba bien y entonces cambió su tono de enfado con ella.
            -Sr.  ¿Va todo bien hija?, pareces mareada y estás temblando.
-L. Si, si, no es nada. Al menos uno, que yo sepa, trae retraso,  una media hora. Supongo que llegará a y cuarenta y cinco.
 Nerviosa y excitada acudían los recuerdos vividos instantes atrás, mientras el anciano se alejaba:
-L,  Las luces se acercaron al cristal, ¡fiu, no sé qué podría haber  pasado de seguir a delante…!  Será verdad lo que Gella contó de la piedra del colgante? No dijo nada de lo que ha sucedido, ¿por qué? …. Cuál será la utilidad del colgante,  del cristal… dijo: “es un amuleto, pero para cada portador, es diferente”,  dijo “Aunque su piedra a algunos sólo les sirvió para lucirla de colgante”.  Omitió a drede lo más importante, ¡Laura trata de recordad!,…dijo “Para mi, fue un privilegio que cayera en mis manos” ¿a qué se referiría cuando dijo: “cayó”? ¿Se referiría a que no lo encontró, entonces alguien se lo daría?,  en ese lugar  intermedio en donde estuve: puede que no exista el tiempo, que se detuvo… Gracias a Dios he vuelto.
Y entonces se le ocurrió una nueva razón por la que Parry le hubiera hecho guardar el colgante todos estos años, un motivo, en el que hasta este momento no había reparado.
-L. Si  Parry  se había probado el colgante, …¿entonces ella?…quizá Gella después de todo estuviera en lo cierto, sé que Parry  la creyó, entonces ella  podría  saberlo, … en realidad yo no creí ni una palabra de aquella historia, …guardé el colgante a Parry, como me pidió, y me olvidé el asunto. Lo que entraría en sus cálculos supongo. Una vez más el azar me persigue y se pone en mi vida un misterio.

Sabía que ya no pararía hasta descubrir qué enigma envolvía aquella piedra,  pero antes, su amiga tendría que sacarla de algunas dudas, y se propuso no contarle nada de lo que pasó en la estación hasta  ver qué le contaba ella.

(Fragmento del Viaje de Laura. El cristal)
Amparo Suárez.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Nos dicen


Nos dicen  “hay que aprender todo lo que se pueda antes de trabajar”, y todos los que hemos ido muchos años a la escuela con la esperanza de que después, empezaríamos a trabajar, sabemos que no es así como ocurre.
En esa etapa, en la que somos ya adultos, aún seguimos sin trabajo,  haciendo más cursos, un máster, y tratamos de conseguir acreditación, y cursos de cursos,..., y yo qué sé más,... en esos años somos unas pobres garrapatas que no pueden llevar dinero a casa por que no tienen ni credencial ni experiencia para poder trabajar….esa puerta está cerrada y todo lo que hacemos supone mas gasto, somos otra hipoteca familiar.

… Cuando hemos cubierto esa etapa, nos damos cuenta de que nos hemos pasado media vida estudiando, y seguimos haciéndolo todos los días, ¿o acaso dejamos alguna vez de estudiar?

¡¿Obsoletos nosotros?…, Obsoleto el sistema, y su manera!
Los tiempos de crisis os dejan más al descubierto aún.
Corren vientos a favor de re-inventarnos, re-emprender, buscar "qué y cómo" hacer con lo que ya sabemos.

Es verdad  que cualificarse requiere una nueva adaptación…, pero no como segunda escuela, sino como  curso exprés, porque la base ya la tenemos. Un espacio en donde encontrar orientación de  “cómo sacar partido de nosotros mismos”  enfocándonos de distinta manera, adaptando lo aprendido a las nuevas necesidades  complementando nuestro bagaje. .

Hay muchas cosas que “no sabemos que ya sabemos hacer”….

Debemos usar las nuevas herramientas. Buscar asesoramiento. Y adaptar nuestra idea de la mejor manera posible al medio en donde mejor podrá  funcionar. O lo que es lo mimo, preguntarse: ¿Cómo puedo llevar a cabo ésta idea? ¿Cómo puedo adaptar mi negocio a los nuevos tiempos? ¿Qué tengo a mi disposición para poder hacerlo?, ¿Qué herramientas nuevas que he aprender a usar?...



Amparo Suárez

Deja que hoy sea yo quien te cuente.



La otra noche no pude pegar ojo, lo que no entendía era ¿qué podía quitarme el sueño que yo no supiera ya?

No hay peor cosa en la vida que andar perdido, me refiero a perderse interiormente, a no decidirse, a perder tu norte, y andar en círculos con miedos que te agarrotan el alma tan lleno de dudas que ya no sabes  qué es real y qué no. No hay pero cosa que perderse dentro de uno mismo luchando con fantasmas que están dentro de ti.
Y tener que seguir con tu vida, tener que levantarte y ser esa mujer que tiene una vida llena de obligaciones, de responsabilidades que no sabe cómo, mágicamente, lleva a cabo porque no tiene más remedio, pero en su interior, en su fondo, si pudiera tiraría la toalla y saldría corriendo, correría tanto que nada podría alcanzarla, correría para no ir a ninguna parte, correría sin saber a dónde, correría  perdida en su interior.

Y me lo digo, “sálvate”, y me pregunto “¿Y qué podría hacer?…..No puedo pensar en general, porque lo general es algo que no puede cambiarlo uno sólo”… cambiar, para  que mis pensamientos me impulsen, y mis sentimientos cambien.

¡Basta!, ahora escucha. Voy a decirte esas cosas que nunca te dices para que te salves, voy a hacerte de abogado y te daré argumentos, te diré esas cosas que tú nunca te dices, te las diré. Y no tendrás más remedio de escucharlas, ¿Cómo no vas a poder ayudarte? ¿por qué no vas a  poder ayudarte a ti mismo?

No sabes manejar tus miedos ¿verdad?, sé que esperas,…estás esperando, a ver, a ver qué pasa, a ver si ocurre solo,  a ver , a ver,….pero sigues varado, en dique seco, tan bloqueado que puedes intentar nada, y lo que se te ocurre te parece una mala idea, por eso no comienzas nada, pues bien,  yo comenzaré por ti,  te diré esas cosas que necesitas escuchar de otras bocas para creer que son ciertas.

Yo estuve allí, no te rendiste y ¿sabes por qué? …. “eres fuerte”
Y aún sé más, sé que nunca dejas de buscar, tú no eres de los que abandonan, por eso te digo que aquello de lo precises en la medida en que lo necesites “caminarás hacia donde esté”.
Tienes “capacidad de trabajo”, y eres apasionada, miras la vida con los ojos de un niño,  “tienes su curiosidad”.
Sé de tu empatía con el mundo, esa que “sabe ser justa”.
Y sé que los demás necesitan también de tu felicidad, como tú.
Sé que la risa te da alas y que necesitas volar, que te encanta compartir tu vuelo, aprender de los demás. Porque todos necesitamos una mano amiga con la que compartir nuestros momentos, y al levantarte estarás ayudando a otros que se mirarán en ti.

Ve, y haz que suceda.


Amparo Suárez

jueves, 11 de diciembre de 2014

Copio, pego, comparto, me gusta, publico…. en mi telaraña


“Copio, pego, comparto, me gusta, publico…. en mi telaraña”.

Es como esa serie inglesa  “Arriba y abajo” que todos conocemos.

Nosotros,  moviéndonos por el impulso que nos provoca la empatía, o por el disfrute de compartir,  o por simple narcisismo,…... Vete tú a saber.
El caso es que yo vengo notando que se pierden cosas, como si hubiera agujeros negros,  y me pregunto ¿a dónde va a parar esa parte del todo que se va perdiendo del muro? ¿Se lo traga la nube y aquí pan y en el cielo gloria? ¿Y adónde fue a parar?....lo mío, lo tuyo, ….de Pedro, María, de Juan y José. ¿Desapareció?

No pude evitar pensar en el rastro que dejamos DETRAS: “Toda una maraña de datos, que al final del día a buen seguro alguien habrá de barajar.

Un buen caldo del que me pregunté ¿a quién y qué propósitos podría servir? ¿Quizá al estudio de las tendencias?, o ¿para sacar estadísticas y luego venderlas a según qué y quien?...Esa sería la otra cara de la amable moneda, de la que no nos dejemos engañar, siempre habrá quien  saque jugo.

En nuestra telaraña….la mía y la de los míos….¿o no es nuestra? También es una ventana abierta por la que entra aire fresco.

En estos momentos por los que pasamos…. en medio de una crisis social, económica, política….y hasta personal. de frentes abiertos, aún alcanza mayor valor.
Y no puedo dejar de preguntarme ¿a dónde irá todo eso que se pierde?

Esto, no es nada  nuevo, pero debemos ser “CONSCIENTES”, de que no hay que encariñarse mucho cuando se está de prestado con lo que en cualquier momento puede desaparecer.

Amparo Suárez.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Intermedio


Ellas dos recordaron aquel momento, frente al retrato.
-L. ¿Qué crees que quiso decir, cuando dijo aquello del armiño?
-P. ¡Ah, El aprendiz! Tenía fama de ser un deslenguado, ya lo decía su maestro,  como a él,  también le encantaban los enigmas.
En las obras Leonardo siempre está presente la metáfora, la interpretación de sus símbolos revela mensajes que el maestro ocultó,  y a la vez, dejó a la vista de todos, sólo para aquellos que sabían interpretarlos.
¿Sabes que en aquella época, el armiño es el animal que representa a la nobleza?, ¿y que  su color blanco hace referencia a la pureza?,  El hecho de que ella  lo sostenga en sus brazos en este retrato,  se interpretó como la unión entre ella  y el Duque de Milan, Ludovico Sforza, ya que en el emblema de los Sforza aparece  “Le Ermellino”, un pequeño armiño.
-L. Claro, tiene sentido eso que dijo: “Un fruto dinástico”. ¿Debía saber que ella estaba embarazada, y de ahí que pintara a Cecilia con el armiño en su regazo?
-L. Y ¿Qué fue de ella?
-P. Pues, cuando Beatriz de Este,  prometida del Duque, llega a Milán y se instala  en el palacio Sforza, Cecilia aún vive allí, más tarde, siendo ya Beatriz la esposa de Ludovicko, Cecilia dará a luz al hijo de ambos, y Beatriz, obligará a Ludovicko a renunciar a esta relación. Dará un ultimátum al duque, para que ella y a su hijo salgan  fuera de Palacio.
-L. ¿Por eso dijo el joven aprendiz  que Ludovicko haría un regalo a Cecilia?
-P. Si. El duque les cede unas tierras en donde su hijo y ella se trasladan. Pero ahí no queda la cosa  Laura, además, Ludovicko la obligará a casarse con un hombre que él le elige.
-L. La pintura del maestro le tuvo que servir de ayuda, al menos contribuyendo al  reconocimiento los hechos, quizá nunca hubieran trascendido de no ser por este cuadro. Ella era también una artista como él.
La importancia de su secreto colocado en sus brazos. Y lo que es más importante,  legitimando el fruto de la relación con el duque. Pobre niña, no tuvo que ser fácil salir de Palacio y abandonar su condición de artista.
-P. Si, era poetisa, y mientras vivió en palacio gozó de una la libertad intelectual que no era propio de las mujeres de aquella época, y que perdería al marcharse, debió de ser un duro golpe.
Beatriz se sentía ensombrecida por ella desde antes que llegara a Palacio, y su objetivo, fue despojarla de todos los favores y las atenciones que como artista y amante recibía del duque. Puede que por eso se desconozca tanto de sus escritos, de sus obras y  de su persona. Pero Leonardo la hizo inmortal. Bravo por él.


(Fragmento de El viaje de Laura. Amparo Suárez)

sábado, 29 de noviembre de 2014

Hago pompas y suelto, suelto, suelto.

(Imagen: Bansky)

Lo que se despierta, a su vez desencadena. 
Y a mí me pasó, debía estar ahí dormido y despertó, y ahora era una avalancha,  pompas, pompas y más pompas desgranaban las piezas de mi mecano,…

No estamos acostumbrados a mirarnos dentro, el lago profundo que nos habita, sus corrientes están abajo, y uno navega casi siempre por la superficie, asusta ver dentro mares embravecidos, zonas oscuras que viven dentro de ti.
Cuando uno quiere saberse, ha de tratar de relativizar, de encontrar el lado cómico de estar recorriendo sus rincones como se anda por un laberinto, ¡menudo yo!, ¡la verdad, es que sentí ganas de huirme!, cerrarme como se cierra un libro. Encontré páginas viejas que me quedaron por leer, ¿y si eran viejas por qué me hacían llorar, en lugar de alegrarme?, me convulsionaban sacándome de mis casillas, mi “yo” era un auténtico cretino ocultador, y lo supe, aunque no supiera aún qué hacer al respecto. Pero si de algo estaba segura, era de que  aquello, no, no era yo, eran mis sombras.

¡Por dios, cómo eran mis pompas de chicle, de grandes, redondas, y brillantes, …. y qué pocas preocupaciones tenía yo!
Pequeños continentes, diversos, absurdos, cargas de un “Smith and Wesson”, hileras rezando un rosario ¡los muy mudos! Ingrávidos, miedosos, mártires de los ataques de vértigo. ¡Sabed, que hago pompas de vosotros!

Pompas combatientes, ilusionistas, guerreras, mandonas y juzgadoras, salvadoras y clementes,  locas que me mostráis sabiamente, divertidas, absurdas, creativas, y en las que me reconozco,  ….hago pompas, montones de pompas…. os suelto, os suelto, y suelto.

Amparo Suárez.


jueves, 27 de noviembre de 2014

El pensamiento


Pero aquella pregunta ya no dejó de resonar en su cabeza ..
"¿Los sentimientos eran de los pensamientos ó era al revés?".


Y ¿Cómo tirar del hilo sin deshacer el ovillo?,  pensó. Pero al cruzar la calle y doblar la esquina se olvido. Y mientras caminaba por aquella oscura y solitaria calle las palabras acudieron...., 

“Teluro, molibdemo, wolframio, …Echebarría, Uzustun, Mendieta…..”,

él sabía bien lo que significaban y sonrió, ¡metáforas del pensamiento!, se dijo, "esta vez no estuve desprevenido".
Y entonces lo supo, supo cual fue el propósito de aquella pregunta,...:  Debía ser un farero de palabras Y el  vigía de sus espejadas  mareas,
 Darles luz, mirarlas, y desmadejarlas del derecho y del reves, del derecho y del revés. Y   desaprender...desaprender....desaprender.



Amparo Suárez

(Imagen de Catrin Welz-Stein)


sábado, 22 de noviembre de 2014

Blanco

(Imagen: Ascensión, Francisco Díaz)


Blanco, así te quiero, como esta hoja frente a mí, y no llena de ti. Porque yo temo ser tú. Convertirme en ti, que te adueñes, me rodees,  y tú seas yo misma.

Sombra, sigue siendo manantial sin ser laguna.

Me atraviesas, tocas a este loco que late y late acelerado.

Te amo, amo tu ímpetu, tu arrojo, tu locura, y la elocuencia con la que me arrancas sonrisas como un mago.
Te odio, odio tu ímpetu, tu arrojo, tu cordura, y la elocuencia con la que me arrancas la ropa que me vistió de lo que no soy.

Perfecto, perfectamente perfecto allí en donde no existes, tú: Blanco, sombra, niebla…humo.

Loca, eres de acero inoxidable, vuelas y vuelas, ve, atraviesa límites, surca los vientos, cabalga entre los cúmulos, pellizca las nubes, alimenta el alma de sabores nuevos, pero regresa.


Amparo Suárez.

Tic-tac, tic-tac, tic-tac.


No sé lo que es, no, no lo sé,...esto ó tal vez aquello,  tal vez, tal vez no,… no lo sé.
No, no, no, no es eso. No, no es eso. 
Y no, no, no era ella, ni los cumpleaños, ni si quiera mis sombreros.... Era el salto, el maldito salto….

Y saltó, la alarma saltó, y el loco conejo blanco atravesó la tapadera de mis sentíos.
Sus ojillos miopes asomaron por encima de las gafas  “¿Te das cuenta?”, dijo mostrándome el reloj, “Es tarde, muy tarde”, … , y le seguí, corrí tras él calle arriba y fue muy tarde, muy tarde… me dejó toda la carga de la maquinaria sobre mis hombros, … Un minuto, ¿Ó quizás fuera un segundo?, no estoy seguro,  “Tic-tac, tic-tac, tic-tac” , de pared,  holandeses, de mesa, de pié; yo corría y corría entre ellos tratando de alcanzarle, …“Tic – tac, tic – tac, tic – tac”. Sus agujas giraban enloquecidas hasta que se perdió de mi  vista, y entonces, fue cuando la ví, la ví, joder la vi,  mi resbaladera, y yo estaba allí, desnudo.


Amparo Suárez

martes, 12 de agosto de 2014

El escritor

Y cada vez que escribo pienso en ojos, miradas que cortocircuitan mis dedos en el teclado. Supongo que soy un hombre dentro de otros, quizá un día pueda convencerle, que lo suyo, no es locura, sino imaginación.

Andrés, cerró el cuaderno lo guardó en el bolsillo de su chaqueta y dió otro empujón a la maleta, esta vez, quedó tan lejos, que ahora parecía abandonada, “¿Y si vinieran a por ella? …. ¡Ojala!”.
De todos modos, era incapaz de perderla de vista.

La megafonía, anunció que el tren con destino a Córdoba, estaba a punto de hacer su salida, era el que Andrés esperaba y que le llevaría de regreso a casa.

Salir de la rutina lo alteraba, y entonces, sufría cambios de humor. Soñador y algo melancólico, refugiaba su timidez en soledad, porque ésta, lo avergonzaba la mayoría del tiempo, y delante de otros, siempre le transformaba en un ser extravagante y estúpido…. Desde que recordaba, había tenido problemas para relacionarse con los demás, así que buscó refugio en la escritura, y aprendió a desahogarse en el papel, allí, su imaginación navegaba dejando estelas de tinta sobre  hojas y más hojas, construyendo vidas ajenas. De esta manera, experimentaba lo que pensaba serían las sensaciones de otros.

Seis meses atrás, Andrés, decidió enviar por correo, a su agente literario, un guión, en el que había trabajado durante años. Ésta, no era la primera vez que le mandaba textos, pero su agente, de todas las cartas que Andrés enviaba, sólo respondió a la primera con otra breve en la que le decía que podía seguir enviando sus obras, pero que ellos, sólo le informarían nuevamente, en el caso de que decidieran publicar algo suyo.
  
Por fin un día recibió una segunda carta. Su agente, le animaba a que se conocieran personalmente, le había enviado un billete de tren,  insistiéndole en lo conveniente que sería para su carrera que viniera a Madrid. También le informó de que ese guión suyo, había gustado mucho a una compañía cinematográfica con la que él,  ya había hablado personalmente. Ellos, querrían saber si su autor estaría dispuesto a que se le hicieran algunas adaptaciones al original. Y como representante y agente suyo que era, le propusieron concertar una cita con el escritor, para conocerle personalmente lo antes posible.


Era la primera vez desde el divorcio que salía de la ciudad,  “Todo fue bien, .. , aunque creí que me darían un adelanto económico,… ,  pero mi rosa…. mi rosa… he perdido a mi rosa….”
Iba en el asiento del tren, y no conseguía alejarlo de su mente…

viernes, 25 de julio de 2014

Abuelas



“Hoy siento esta lejanía invisible de tu persona, me pregunto si la sentirás tú,…no dejo de tener esa esperanza. Me atormenta la idea de que ya no me quieras, de que quizá no me hayas querido, y es entonces cuando sale de mí esa paloma valiente que aparece en cada uno de mis malos momentos, para volar más arriba de la pena y llevarme a ese lugar en el que recobro la esperanza. Aquí estoy otra vez, llorando por dentro tu pérdida ¡como si te hubiera tenido alguna vez! Defendiéndome en la esperanza de que quizá alguna vez si me quisieras, pero un mal viento te alejó, y la distancia hizo el resto.”

Fue el fuerte olor de la fruta madura que perfumaba el aire con añeja decadencia, lo que la regresó del limbo de sus pensamientos. Ella soñaba los amores lejanos en sus historias imposibles que luego tomaban vida en el papel……
La suave brisa circulaba por entre las cajas de fresas, uvas, sandías, melones, cítricos,  hierbabuena, menta, y especias…emanando el aroma que recorría las calles del mercado por entre los puestos en formación de hileras.

Quizá fuera su intensidad, lo que la hizo recordar a su abuela y los jazmines de su pequeño ramito prendido en el pelo. Aquellos Jazmines, eran la única nota de color que ella se daba el permiso para usar desde el día en que murió su marido. Doña Ana, mantuvo un luto riguroso hasta el final de sus días. Y fue sólo en los últimos años de vida, en  los que sus vestidos llevaban un discreto estampado de lunarcitos blancos sobre su fondo negro.

Hasta ahora,  y visto tal vez desde la distancia y experiencia que le daba la edad, no había entendido el por qué de aquella sobriedad….

lunes, 21 de julio de 2014

Desilusión y la indiferencia.


La indiferencia provoca desilusión, la desilusión indiferencia.

Cambia la mirada y el mundo cambiará.
Hoy pensaba en los motivos por los que no respondemos de igual manera en idénticas circunstancias,… quizá ahí resida la clave....la manera en la que fluyen nuestras emociones.

Dominar las emociones nos hace fuertes, nos “impulsa”, cuando uno logra sentirse calmo, en paz. Allí,  las ideas fluyen, somos más receptivos, y ésto, ayuda a modificar el pensamiento. El Ser receptivo, va más allá del problema, ve otras perspectivas, es como la empatía cuando nos trae nuevas sensaciones del otro, es alcanzar un estado en donde nuevas opciones aparezcan. 
Fluir, para “Deshacer el bloqueo” y así poder actuar al margen de lo que nos estancó.

A veces, en medio de la desilusión sentimos que la indiferencia nos mira, pero es cuando dejamos de querer atraer algo y nos centramos en nuestros sentimientos, cuando nos damos cuenta de que la mayoría de las veces es el ego y no el problema el que nos atormenta. Resolver el problema, siempre está en nosotros, no viene de fuera.
Cuando lo hacemos, la desilusión deja de culpar al mundo exterior y trabaja por repararse convirtiéndose en indiferencia positiva.

Amparo Suárez


lunes, 14 de julio de 2014

Jonas y la flauta


Aquél que me encontrara, decía la inscripción, sacará de sí un antagónico anhelo.

Jonas, caminaba cabizbajo pateando la lata de refrescos. Aquella lata llena de bollos y en apariencia inservible que rodaba calle abajo entre sus sonidos metálicos, contenía una carga de gas de visibilidad,  “¿Quién sospecharía de un chico que patea una lata?” pensaba, “su plan era perfecto”
Y es que, sólo unos pocos, como él, percibían la magia en “este lado” y sabían que “Creer Crea”.

Usaría la carga del gas vertiéndosela,  y entonces el espectro se haría visible. Pero debía ser paciente, debía acercársele calculando la distancia precisa. Sabía que sólo tendría una única oportunidad con Dar-Sun, el villano de su mundo imaginario, así que el factor sorpresa era fundamental,  y jugaría a su favor a la hora de poder aproximársele, pues la lata, no levantaría sospechas. Luego, la lata, haría el resto succionándole.  

Hoy, de nuevo tenía una oportunidad, haría noche de plenilunio, y hasta la puesta de sol Dar-sun, era más vulnerable, la luna llena surtía un negativo influjo sobre él, debilitándole.

domingo, 6 de julio de 2014

Tengo ocho y esto no es una plaza, es un parque.


Ya tengo ocho, mira ¿lo ves?
Estoy creciendo ahora, si ahora mismo, porque veo más lejos el suelo de mí…, ¡por fin en el parque! Mi madre dice que no lo es, que es una plaza. Pero es un parque.

Esos niños me han echado ya dos veces, no se qué más hacer pero no me rindo, voy a dejarle a ella la bici, ….

Otra vez me dijo lo mismo: ¿Les has preguntado?..
¿Qué tengo que preguntarles? …. Yo me he acercado, doy vueltas alrededor de ellos, y ese niño me dijo lárgate, está claro que no quieren que juegue con ellos, pero esas no son formas de tratar a alguien… me está entrando la furia, esos no saben cómo seré cuando me entre, y creo que me voy a convertir, ya siento a ese furioso dentro, no se controla y se puede poner a dar puñetazos, no saben como me pongo cuando me entra esta furia,  y entonces… no sé que pasará, algo muy malo…. Sí.

Ella todo me lo dice tres veces, y yo siempre digo dos ¿Qué?

  “Ve, y esta vez pregunta si puedes jugar con ellos. El que no pregunta se queda sin saber.”  

 “¿Qué?”

….  “Ve y pregúntaselo, el que no pregunta se queda sin saber.”  

Ahora me duele la barriga y no puedo hablar. Pero iré, porque ella me lo dijo. Ella lo sabe todo porque es maga.

-Mamá, la bici, que ahora vamos a jugar con el balón, ¿Podemos quedarnos otro rato más verdad?

¡Bien¡ dije cuando dió el “OK”  y nos guiñamos el ojo.


Amparo Suárez.

jueves, 26 de junio de 2014

Uno no es lo que fue

Imagen. Beatriz Martín Vidal.

“Dentro de veinte años estarás más decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste. Así que suelta las amarras, navega y aléjate del puerto seguro.
Atrapa los vientos alisios en tus velas.
Explora.Sueña.Descubre.”
Mark Twain

Las personas desaparecen de tu vida y al principio uno piensa que nunca podrá olvidar, que siempre sentirá ese nudo en la boca del estómago que no te deja respirar, ese dolor punzante que te aprieta el pecho y te llena de dolor. Pero el tiempo todo lo va apaciguando enseñándote a vivir con él. Y un día miras atrás y ves que todo ha ido cambiando y que ya puedes perdonar y abrazar esa pena, entonces empiezas a respirar sin que te duela y a poder soportar eso que antes te quemaba como un hierro al rojo vivo las entrañas

Habían pasado casi veinte años desde que aquél novio suyo saliera de su mundo. Al principio tuvo noticias suyas pero sus vidas se fueron alejando hasta que ya no supo más de él.

jueves, 12 de junio de 2014

Entre Colorado Spring y yo

(Imagen: Art. Jeremy Mann)

En Colorado Spring, una urbanización de casitas de la costa cercana a un pequeño pueblo marinero, vivía Sol.
Aquella joven comunidad parecía cortada por un único patrón sin el espíritu indomable propio de la edad. Al menos, así lo veía Sol.
Desde el decorado interior de las casas al el jardín en donde los domingos por la mañana organizaban barbacoas era idéntico en todas ellas. Eran de una clase acomodada que gusta que presumir de la vida que lleva, y que aunque no puede permitirse mandar a los niños a estudiar al extranjero se esfuerza por parecer que no es así. Las esposas merendando cada tarde todas juntas en casa de una de ellas para contarse lo bien que vivían y que no tenían nada que envidiar de “nadie”, y los sábados acudiendo a reuniones del Club. Y los maridos trabajaban de sol a sol e iban a tomar una copa al Club.”
Pero de todo esto se fue alejando Sol.


Los cambios empezaron cuando Sol regresó a casa tras un accidente de coche en el que estuvo a punto de perder la vida.
Primero dejó de ir a la oficina a trabajar, pero la empresa le facilitó que pudiera hacerlo  desde casa.
Su nuevo yo quería hacerlo todo sola, despidió al servicio y se ocupaba personalmente de todo, cuidaba de los hijos, de la casa, del jardín, de todo ella sola.

Aquello corrió como la pólvora y nadie lo veía con buenos ojos,  era la comidilla de sus vecinos, aquello “no” era lo propio.

Habían transcurrido dos años, y lo cierto es que a ella nunca le importó lo que pensaran. Fue como si el accidente le hubiera dado la vuelta como a un calcetín.
Y ahora daría lo que no tenía por ser como ese “pirata” de Espronceda y llevar su vida…. Su marido decía que aquella mujer que había vuelto tras el accidente era Sol por fuera y a su vez una completa desconocida.

Cada mañana desayunaba frente al portátil, una ventana por la que volar lejos de aquel pestilente pueblo. Levaba anchas, y por unas horas escapaba de su encorsetada vida.

Pensó elegir un nick, porque un pirata debe tener uno, y una imagen se le vino a la cabeza:

Ella era una crisálida en medio de una metamorfosis que antes también había sido  una oruga.
Las oruga durante toda su existencia no hace más que comer, engordar, seguir comiendo y engordar más, …Engorda tanto que la piel se les estrecha de tal forma que no puede contenerla. Entonces, con la paciencia de un artesano, teje un bello rincón desde el que renacer.

“Mariposa”, pronunció, mientras recordaba a aquellas bellas Monarca que vio en el  documental, esas valientes hadas que iban en busca de un lugar desconocido. Le  fascinaba el hecho de que cada nuevo año, una generación acudiera exitosamente con la precisión de un relojero al mismo lugar, eran capaces de recorrer miles de kilómetros sin errar.

Sol no quería ser ese triste payaso que recordaba de niña, jamás pudo olvidarle, aquella mañana el circo al completo se había marchado sin él, una mezcla de tristeza y asombro se dibujó en su cara, no dejaba de mirar la explanada en dónde debía estar la carpa, pero frente a él sólo quedaba ya el solar desierto. Era como si a pesar de la evidencia no pudiera creerlo.

¡Se aburría tanto, tantísimo!... Que los días y las noches se juntaban como el fuelle del  acordeón.

 “Mariposa” se ha registrado. Leyó.

Entonces mariposa tecleó la contraseña, y colocando bien los dedos comenzó a volar  pensó que por fin se equilibraría con aquel desdoblamiento. Por lo menos así lo veía Sol.

Sus dos vidas se fueron alejando cada vez más la una de la otra.
Y llegó un momento en que le preocupaba no poder seguir adelante con las dos. Cada día pasaba más horas delante de la pantalla, y estaba más lejos de allí.  El mundo que le daba alas no la sostenía en el real, la atrapaba y la llevaba cada vez más lejos hacia un abismo en donde no había brazos a los que abrazar ni bocas a las que besar. Estaba siendo víctima de su propio cambio, ahora se sentía más sola que antes, su corazón se había llenado de melancolía y de un romanticismo que no equilibraba por más que lo intentaba. No tenía pies ni cabeza, pensó que la ilusión es una magia que no siempre puede materializarse, fantaseaba con la idea de ser, pero le daba tanto miedo que cuando pensaba en las repercusiones se paralizaba, además aquello sólo eran ilusiones, una especie de paranoia que sufría su trastornado cerebro y le hacía ver cosas que no existían realmente.

Entonces se decía “ceñirse a los hechos para no perder perspectiva es lo mejor”, lo hechos y sólo ellos, porque las palabras se las lleva el viento pero los hechos están ahí, son  pruebas irrefutables.

A Sol, aquella aventura le había quitado el apetito, comenzó a adelgazar a un ritmo asombroso. Por las mañanas salía a correr por la playa, aquel ejercicio, fortalecía su mente apretando las carnes. Se cortó el pelo y se dió mechas rubias para ocultar los pequeños truenos que asomaban ya en su cabello. Y comenzó a ir a clases de Yoga para armonizar sus demonios y encontrar la paz interior que perdía en aquel pueblo.

Ella antes, nunca habría usado vaqueros, ni salido en camiseta a correr, pero ahora le importaba un comino lo que pensaran las otras de ella. Sus miradas lo decían todo sin decir nada, y podía imaginar que era el tema de conversación cada vez que se reunían. Las hacía un favor no acudiendo, porque así tenían tema del que hablar.

A ella ya sólo le importaba el amor, el amor ingobernable que entró por esa ventana  como un maremoto derribándolo todo,  e instalándose en su ser se adueñó de toda ella. Un amor que no tenía cara, ni cuerpo, pero a la vez hermoso, sexy… Y la había salvado de su desidia y devuelto sus ganas de vivir, se incendiaba como fuego que arde sin consumirse.

Y entonces creyó encontrar la solución, se le ocurrió que podría llevar todo aquel sentimiento, toda aquella pasión, a su vida real. Quizá cambiaría la monotonía en la que se había convertido todo. No sabía si aún quería permanecer junto a ese hombre con el que antes había compartido tantas cosas, y a la vez quería encontrar de nuevo a ese  hombre del que un día se enamoró. Se separaron  tanto, que eran dos extraños con una vida en común, y estaba segura de que no sólo era ella la que lo pensaba, estaba segura de que si ninguno de los dos había tirado la toalla aún, era porque de alguna manera esperaban que algún milagro de última hora, lo arreglara.

Aquella mañana sonó el teléfono,  Juanito se había caído,  ella salió de casa hasta el colegio. Pasaron la mañana en el hospital, y le pusieron una escayola.

Su marido llegó a casa antes de que ellos regresaran. El portátil estaba encendido y él se acercó para bajar la tapa, en la pantalla había una carta a medio escribir….y casi sin darse cuenta comenzó a leerla….

Cuando Sol regresó, notó que tenía la mirada fría, indiferente, y estaba muy serio. Pasaban por tantos problemas que él por evitarle a ella más disgustos procuraba no contarle cosas. Así lo veía Sol.

Desde ese día, se distanciaron más, y aceptaron la evidencia de no poder cambiar las cosas resignados.
La mujer que se fue no volvería a ser la misma de antes… y él leyó la carta, pero no se lo dijo porque no la aceptaba como era. Aquellas líneas eran los sueños de una mujer rota que está queriendo arreglarse.

Y es que siempre es más fácil hacer un nudo que deshacerlo.



Amparo Suárez.


¿Qué te pasó princesa?


Estaba sentada en el suelo, en el bordillo de una estrecha calle, a su lado una mendiga sostenía la botella de vino que compartían. Las dos estaban tan ebrias que su chapurreo era desafinado y cada una en su idioma.
Es difícil describirlo sin que a la vez resulte un poco cómico…. Se entendían bien, la mendiga decía palabras sueltas que recordaba en su idioma y entre medias las dos no dejaban de insultarse, pero esto no parecía importarles.  En la acera de enfrente, un amigo de la mendiga también beodo las observaba, y sólo entonces ellas se aliaban para insultarle a él.
Su aspecto era caótico, debía hacer tiempo que no se duchaba, pese su estado y los insultos me chocó su lenguaje culto.
Al verla, no pude dejar de preguntarme: Qué habría sucedido para que ella estuviera allí sentada, en aquellas circunstancias, y si tendrían cama esa noche en donde dormir la mona …

Lo cierto es que ya no pude dejar de pensar en ella y mientras me alejaba, a cada paso  surgían preguntas,… ¿Qué ocurrió para que acabara en ese bordillo? Vino de vacaciones, o por trabajo y le salió rana, o era una nómada y algo o alguien truncó sus planes, ó se quedó sin blanca y no pudo volver,… o quizá no habría lugar a donde regresar. El caso es que allí estaba, sentada en la acera junto a una mendiga a la que seguramente no conocía compartiendo borrachera y  destierro.

Regresé. Y ya no estaban.

Pero yo ya no pude olvidarme, y volví a darle vueltas a cómo un avatar puede truncar de golpe nuestra vida para hacer girar un caos de bendición o infierno encima nuestro. A veces, las circunstancias mandan de manera tan hostil, que no es extraño entonces dejarse invadir por el desaliento. Otras veces es la mente, la que nos lleva hasta un precipicio a pesar de las circunstancias, ¿Cuál de los dos sería su caso?


Amparo Suárez.