sábado, 13 de diciembre de 2014

El cristal


Sentada en un banco de la estación Laura esperaba a su amiga Parry, el tren traía retraso y ella se impacientaba, aún habría de esperar allí sola un buen rato más.
-L.  “Perderemos la mañana por culpa del dichoso tren”,….
Metió la mano en el bolsillo de la sudadera y sus dedos rozaron el colgante. Enrollaba la cadena entre sus dedos jugeteando con ella, notaba el frío de su piedra, y las ganas de probarse el colgante aumentaron . 

Aquella espera fue  quitándole importancia a su promesa,
"¡tampoco va a enterarse!…"

Volvió a mirar las llegadas y salidas de los trenes, y a falta de otra que hacer  conectó su ipod para escuchar música. Saltaba de una a otra decidiendo los temas. "Bendita música..... , relaja."

Sacó el colgante, y dijo "Por fin te devolveré a Parry." Sonriendo, sujetó la piedra mientras pasaba la cadena alrededor de la cabeza para colgarlo de su cuello, y como para disculparse por hacer lo que hacía en aquél momento añadió "¡menuda historia nos contaron de tí!"
“ ¡Qué habría de verdad en todo lo que Gella nos contó…, aunque no sea cierto  doy gracias a ella y a ti, porque sois el motivo por el que Parry y yo nos veremos de nuevo."

Puso la música del ipod a tope, y fijó su atención al  ir y venir de los viajeros.
Al cabo de unos minutos, advirtió que algo estaba cambiando, aunque no de una manera muy evidente al principio, apreciaba que la intensidad de la luz aumentaba en la estación, y el suelo, y sus paredes parecían estar coloreandose, brillaban ahora tomando un matiz metalizado y los trazos,  de las revistas de cómic. Todo en la estación se transformaba, perdía profundidad mientras se acercaba hacia ella, como si estuvieran  metidos en un cuadro en el que cupiera todo, ó en una pantalla de cine que ahora se doblaba como si fuera de  goma. Laura, se agarró fuertemente al asiento de hierro y exclamó: “¡¿Qué está pasando aquí?!”
Aquella pantalla, que iba hacia ella, fue curvándose hasta rodearla por completo,  y comenzó a girar rápido, más rápido, más rápido, hasta que se vio atrapada en el centro de aquel cilindro , que como un tornado daba vueltas en torno a ella alcanzando tal velocidad que ya no le era posible distinguir formas ni colores, sólo su intensa y brillante luz, que la cegaba como cuando se mira al sol directamente.
Aquél resplandor lo envolvió todo, y ella, cerró los ojos abandonándose a su suerte..., y creyendo que aquello sería su final gritó
 "Nooooo… "
Se mantuvo muy quieta sin atreverse a abrir los ojos, entonces cayó en la cuenta de que aunque  demasiado asustada seguía consciente, no sentía dolor a pesar de que los latidos del corazón iban a mil por hora, y esperó,  esperó y no ocurría nada.
Lentamente, pasados unos minutos,  decidió afrontar el miedo que la paralizaba y abrió los ojos, y sé dio cuenta de que aquello no era la estación.
La piedra  debía haberla transportado a este otro lado, y en donde quiera que se encontrara ahora, se preguntaba si su otro yo, su otra Laura, seguiría allí sentada en la estación ó se habría desintegrado.
Rodeada de nada y en completa oscuridad, frente ella aparecieron cuatro haces de luz, azul, amarillo, rojo, y verde. 
La piedra que aún llevaba colgando de su cuello y que hasta entonces había sido opaca, tomó la apariencia del cristal y se  iluminó.Y los haces de luces de colores se dirigían hacia ella, que pensó,  que quizás avanzaban en su dirección para meterse dentro del cristal.
Y en un acto instintivo, se sacó el colgante del cuello.
Entonces se produjo un apagón en sus ojos.
Temblaba.  Tanto, que le pareció haber bajado de una montaña rusa, cuando pudo calmarse un poco miró su reloj.
 ¡sigo aquí!, pensó, en la estación.
Y entonces creyó que tal vez lo había soñado, que podría haber dado alguna cabezada en las que uno se va de sí mismo sin que sea consciente de ello.
- Dios mío...- se dijo -¿ ha sido real?,  yo estuve allí, fui a aquel sitio.
La estación seguía igual, volvió a mirar el reloj , y comprobó que en hora coincidía con el reloj de la estación. Y todos seguían a lo suyo.
-   ¡Oh dios!, mírate Laura, temblando, pero algo me arrastró, me llevó, estoy segura.

Un señor mayor tocó su hombro,  parecía estar hablándole, y no se enteraba de nada, sólo veía que movía los labios mirándola..  
Entonces se sacó un auricular de la oreja.
-Sr. Señorita, ¿Se encuentra bien?
 Se tomó unos segundos en contestarle.
-L. Si Disculpe ¿Le importa repetirme lo que dijo antes?,….  no lo pude oír.
El anciano, al advertir que Laura se desenchufaba el otro auricular  comprendió, y se enfadó. Arrepentido de haberse acercado precisamente a ella, una  pirada de las que se pone la música a todo volumen, pero ya era tarde, y en un tono más alto, para que ella se enterara protestó.
-Sr. ¡Juventud!
Y prosiguiendo dijo:
- Pregunté, si han avisado de algún retraso más en los trenes. Pero, ¡con esa música! ni te habrás enterado.
Laura desconectó el ipod y otra vez, volvió a ver la hora en el reloj. Aún temblaba, y su cara estaba  blanca como la pared. El Señor supuso que algo no marchaba bien y entonces cambió su tono de enfado con ella.
            -Sr.  ¿Va todo bien hija?, pareces mareada y estás temblando.
-L. Si, si, no es nada. Al menos uno, que yo sepa, trae retraso,  una media hora. Supongo que llegará a y cuarenta y cinco.
 Nerviosa y excitada acudían los recuerdos vividos instantes atrás, mientras el anciano se alejaba:
-L,  Las luces se acercaron al cristal, ¡fiu, no sé qué podría haber  pasado de seguir a delante…!  Será verdad lo que Gella contó de la piedra del colgante? No dijo nada de lo que ha sucedido, ¿por qué? …. Cuál será la utilidad del colgante,  del cristal… dijo: “es un amuleto, pero para cada portador, es diferente”,  dijo “Aunque su piedra a algunos sólo les sirvió para lucirla de colgante”.  Omitió a drede lo más importante, ¡Laura trata de recordad!,…dijo “Para mi, fue un privilegio que cayera en mis manos” ¿a qué se referiría cuando dijo: “cayó”? ¿Se referiría a que no lo encontró, entonces alguien se lo daría?,  en ese lugar  intermedio en donde estuve: puede que no exista el tiempo, que se detuvo… Gracias a Dios he vuelto.
Y entonces se le ocurrió una nueva razón por la que Parry le hubiera hecho guardar el colgante todos estos años, un motivo, en el que hasta este momento no había reparado.
-L. Si  Parry  se había probado el colgante, …¿entonces ella?…quizá Gella después de todo estuviera en lo cierto, sé que Parry  la creyó, entonces ella  podría  saberlo, … en realidad yo no creí ni una palabra de aquella historia, …guardé el colgante a Parry, como me pidió, y me olvidé el asunto. Lo que entraría en sus cálculos supongo. Una vez más el azar me persigue y se pone en mi vida un misterio.

Sabía que ya no pararía hasta descubrir qué enigma envolvía aquella piedra,  pero antes, su amiga tendría que sacarla de algunas dudas, y se propuso no contarle nada de lo que pasó en la estación hasta  ver qué le contaba ella.

(Fragmento del Viaje de Laura. El cristal)
Amparo Suárez.

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