Laura conoció a Parry en Cheltemnan, durante el verano, ellas compartieran habitación en una residencia.
La casa principal quedaba al fondo
del jardín, se accedía a ella por unas
amplias escaleras de madera que terminaban en un amplio porche y bajo esta
edificación a ambos lados se encontraban los apartamentos en donde se alojaban los
huéspedes, en su mayoría, estudiantes extranjeros que venían a hacer cursos de
Ingles en Academias.
La primera noche Parry le contó a
Laura muchas cosas, de ella, y ella estaba muy
sorprendida de lo abierta que parecía con una extraña.
Parry ya llevaba un año en Inglaterra, sus padres y
ella a penas se veían, siempre estaban viajando, y ella también lo hacía para
aprender idiomas, dos años atrás estuvo en Alemania, y antes en Italia. Ahora
preparaba el exámen que le daría una acreditación oficial, su inglés era
impecable, y se apreciaba que el trato de los dueños de la residencia con ella
era especial y fluido.
El curso de Laura era de ingles técnico,
pero además ella estaba allí por otro motivo que guardaba en secreto y con
esperanza. Lo que ocurrió en la cena fue una casualidad enorme que la avisó de
que hizo bien al seguir a su intuición.
La residencia pertenecía a un
matrimonio llamados Paul y Mary. Paul,
era reservado, poco hablador, su
manera de mirar daba escalofríos, sus ojos recorrían los cuerpos. Sin embargo
Mary era cercana y alegre.
La casa tenía un toque muy francés
como Mary, que amenizaba a ratos las
cenas con sus batallitas, le gustaba hablar de cuando vivía en Francia, contaba
que profesionalmente había llegado a lo más alto, y dejó un trabajo muy
importante para venir a Inglaterra con Paul, tal vez ahora no encajaba demasiado bien su nuevo
papel de mamá, tenían dos pequeños, uno
de dos años y medio y otro de tres meses, y siempre estaba muy ocupada.
Mary aprovechó en la primera cena allí
para presentar a Paul a los que llegaron ese día.
Uno de los estudiantes, Demian, preguntó a Paul su profesión, este les explicó que su trabajo estaba
relacionado con los coches y el mundo de las competiciones de carreras
organizadas en los grandes circuitos de velocidad por todo el mundo.
“¡No puede ser!, esto es mucha casualidad” , pensó Laura, “Formula I, ó 3000” y le dio un vuelco el corazón. “¿Qué dices
ahora Laura, también esto es casualidad?
…pero ¿Cómo hubiera sido posible que de todos los sitios donde podrías haberte
alojado fueras a parar justo aquí, en casa de alguien que seguro conoce a John,
cuando lo elegiste este por azar?
Seguro que sabrían de John, ese era
un mundo de élite y lo trabajaban pocas
personas, y un piloto como John
no tendría que ser desconocido en su gremio. “
Esa noche después de la cena se fue
a la cama pensando que la vida estaba llena de causalidades.
Esa primera noche, Parry, sacó de debajo de la cama un portátil y
mientras se ponía los auriculares dijo: “voy a ver por donde anda James, llevo
ya dos semanas sin saber de él. Buenas noches Laura que duermas bien”.-
Se estaba refiriendo a un amigo o
novio, pero tampoco le preguntó nada.
Por la mañana Parry ya estaba
despierta y vestida.
-P. Laura, hay
que darse prisas para subir a la casa,
hay poco tiempo para recoger el almuerzo e irse a clase.
Pasado el mediodía al regresar de clase, se
dio cuenta de que estaba triste pero no
se atrevió a preguntar qué le pasaba. Parry se le acercó y en voz baja le dijo:
- ¡Por fin supe James!, fue al Pub
Irlandés en donde suelo encontrarle siempre que no sé por donde anda, me han
dicho que no le ven desde hace una semana. El camarero dice que es probable que haya regresado a Irlanda.
-Te noto preocupada, ¿Crees que pueda
haberse metido en algún lío?-
-¿En LIOS? ¿A qué clase de líos te
refieres?
Quizá se estaba metiendo en donde
no la llamaban.
A las Seis y media subieron cenar, Mary había preparado para la cena, bistec
asado, una ensalada muy variada y quesos
franceses, luego té, Laura no estaba
acostumbrada a comer mucho a esa hora.
Nunca pasó tanta hambre como en
aquél viaje a Cheltemhan, cuando llegaban las nueve de la noche, estaba muerta
de hambre y lampaba por comer el bistec que no le apetacía a las seis de la tarde, pero tenía que conformarse con una taza de té, zumo, y alguna galletita. Tenía el
horario cambiado.
Esa sartén que su madre le recomendó
llevar. Aquella idea, que le pareció tan ridícula, fue lo que la salvó, las
tortillas en la sartén, y las pizzas de una portuguesa llamada María, bueno y las
pastitas inglesas rellenas de confitura de frutos rojos que se compraba.
En mitad de una de esas noches, alguien
saltó el seto que rodeaba el jardín y se coló hasta los apartamentos, Laura escuchó
unos toquecitos por la ventana del dormitorio y vió que Parry se levantó sin
encender la luz, movió la cortina y le abrió la ventana para que entrara. Era su
amigo James.
-Parry, no me mires así, ya lo
entenderás, ahora no tengo otro sitio seguro para pasar esta noche.
Le dijo con cara de cordero
degollado, y la desarmó.
-Qué has hecho esta vez, James,
¿espero que no sea grave? No, mejor no quiero saberlo.
-Tranquila, nadie me ha visto, te prometo que mañana a
primera hora me iré sin que se den cuenta.
Laura los miraba pensando que ese
sería su amigo y que acabaría en su cama en breve, se tapó aún más con las sábanas de su cama para
esconderse debajo de ellas e intentar fingir que se había dormido, Parry sabía que aún seguía despierta, así que
se metió mas para abajo en la cama, aunque podía oír sus cuchicheos en inglés,
y supuso que estaban discutiendo, a
oscuras James tocó sus sábanas y Laura asomó de entre las sábanas y le
miró, dijo - Hello -, creyó que sonriendo y a modo de disculpa, e
hizo un ok, como gesto de aprobación con su pulgar, para que comprendiera que
iba todo bien.
Laura no dijo nada. “¡Olvídame pelirrojo y
duérmete ya!” pensó.
James se quitó las botas, se saco
el pantalón y el jersey gordo de lana , los calzoncillos y
calcetines, si se metió en la cama de
Parry.
Laura pensó, “Si los pillan, me
echarán a mí también por cómplice.”
No pudo pegar ojo en toda la noche
y ellos dos tampoco, pero ellos después de discutir un rato al fin reían, se acariciaban, y las sábanas crujían y
los dos se habían olvidado de la cama de al lado. Laura, pasado un rato notó que su cuerpo se agitó contagiada
por el torrente de la cama de al lado, y recordó a John, su amor del pasado.
-Laura, si se enteran de que James
pasó aquí esa noche voy a meterme en un lío muy gordo, les dije, que vino a
primera hora y se fue al momento. Lo siento, no debí meterte en este lío, te
debo una Laura.
-Bien me debes una visita a Londres en la que me harás de
guía y que prepararás tú.
Entonces Parry como si estuviera ya tramando algo añadió:
-Por cierto que en Londres vive la tía de James, Gella,…
Y se marchó con una expresión pensativa….y Laura intuyó que
algo estaba tramando.
Felipe no cogía el teléfono y esperó un par de minutos antes
de volver a intentarlo, el móvil ahora parecía que estaba apagado, o fuera de
cobertura. El murmullo de la estación la distrajo y su atención volvió al
colgante.
Laura no podía tranquilizarse, su mente iba de una cosa a
otra, era un torbellino colapsado por tantas preguntas a las que no sabía dar
respuesta….
“Tiene que servir para eso, para viajar, pero ¿adónde y cómo se hará...? ¿Y
si tiene propiedades alucinógenas? ¡Fue tan intenso y parecía tan real!
Los chamanes hacen uso del poder de estas piedras desde
tiempos remotos, su magia, les permite conectar con otros mundos, aunque ¿qué
puede haber de cierto en todo esto? No puede seguir adelante, ese pánico que se
apoderó de mí me venció.
¡Ah, ¿adónde se habrá metido Felipe?! Necesito una opinión objetiva,
me temo que yo ya no podré serlo,
Ni Parry, sé que ella creería, y si le
dijese que fue un sueño, diría que de todos modos lo causó el cristal. Y no voy
a contárselo de momento, y eso que lo estoy
deseándolo.
¡Laura para! ¡Para y vete
a tomar algo, lo que sea!”
Abrió la mochila, sacó unas monedas y las puso en la máquina
para sacar un refresco, y no pudo creérselo, allí frente a ella estaba
Felipe.
-¡Hola! –dijo, y fue como si susurrara.
-¡Hola! me he pasado la mañana pensando en que te vas,… la última
vez que miré mi móvil me dije que aún había tiempo y entonces subí al coche y
conduje rápido hasta aquí, creía que ya no te encontraría porque he pillado un par de atascos y luego perdí mucho tiempo
en el aparcamiento.
Pero si consideras que ésta no ha sido una idea afortunada,
ahora mismo me voy por donde he venido.
-No, quiero decir que no me gusta, lo que quiero decir es que
sí, joder, ¡que me encanta! ¿Tu móvil está apagado? Cuando te he llamado
confiaba en que me devolvieras tú la llamada,….pero esto es mucho mejor. Y
ahora que lo pienso, también lo aclara
todo.
Desde que llegué aquí todo ha sido surrealista.
Espero que cuando te lo cuente no creas que estoy loca ni nada
parecido…..
-Prueba a ver…
-No seas irónico, ni yo misma me hubiera imaginado una excusa
como esta, además no tiene que ver con que nos hayamos despedido hasta ahora,
espera un poco y verás:
Cuando estuve en Inglaterra, Parry, me pidió que guardara un
colgante que le traigo hoy…. Llegué aquí a la estación y me senté en ese
banco de allí, en donde están todas mis cosas, y llevaba el colgante guardado en
el bolsillo de la sudadera, y bueno, lo saqué del bolsillo y me lo puse,
fue entonces cuando ocurrió algo
increíble, ¡no vayas a creer que estoy loca!, pero al ponérmelo me engulló un
torbellino, luego aparecí en medio de una nada oscura, ese lugar, no sé si
imaginario o real, parecía una especie de agujero, o quizá un portal del
tiempo, la verdad es que no sé bien qué, pero, en medio de aquella oscuridad
aparecieron cuatro haces de colores frente a mí, que avanzaban en mi dirección,
entonces me fijé en la piedra del colgante se iluminó, y ya no parecía opaca,
ahora parecía brillante, como un cristal del que salía una luz muy brillante, tanto que casi ni se podía
mirar. Aquellas luces se estaban acercando como si buscaran la luz del
colgante. Yo tenía tanto miedo de lo que estaba pasando, y me asusté tanto, que
en un acto reflejo me saqué el colgante del cuello y en ese mismo instante
hubo un gran apagón. Cuando abrí los
ojos estaba allí sentada en ese banco, aquí en la estación,… ¡como si no hubiera
pasado!... pero pasó, ¡Felipe aquello fue tan real, fue real, tienes que
creerme!
-Laura, no sé que decirte, tal vez te quedaste dormida y todo
esto fue un sueño. A veces los sueños parecen tan reales que hasta llegas a
creer que eso suceda en realidad y la
sugestión hace el resto. En tu sueño la preocupación de devolver el colgante
fue el componente que quizá lo inicia,
el impulsor, luego el subconsciente mezcla todo y lo une, cosas que
existen con cosas que no, y parecen como en este caso. Estos símbolos de los
sueños se interpretan, y siempre nos traen respuestas. Se sabe que todo
está relacionado, aunque en apariencia no lo parezca.
-¡Pero fue tan real! Además el colgante estaba en mi mano, y
estoy segura de que lo había colgado en mi cuello.
-El individio pasa por distintas fases durante el sueño, y en
una de ellas, es aquella en la que se sabe que permanecemos en
un estado de semi- consciencia. Como si fuera una vigilia en la que se está
alerta.
En una pesadilla de la que te has despertado llorando, sabes
que lo que te hizo llorar en el sueño, y que no es real, y sin embargo, lo has
sentido como si lo fuera, hasta los ojos se llenan de lágrimas. La impresión
que nos produce nos deja lleno de sensaciones que tardan un poco en
desaparecer.
También, un estado semi-consciente capacita al individuo para
advertirle de que está siendo consciente, y el individuo está observando en el
propio sueño lo que está sucediendo y recuerda cada detalle de todo lo que
soñó.
“¡Claro eso lo dice porque no sabe la historia del colgante!”,
pensó Laura, “¿de saberla sería distinta, o la misma y añadiendo que por lo que
sé, estaba predispuesta a creer? Ahora no es el momento de contársela ni hay tiempo.”
-Parry está a punto de llegar, -dijo Laura -, al fin podréis
conoceros. ¡Qué ilusión me hace!
-Laura, me temo que no puedo quedarme, he volver ya,
tengo mucho trabaja esperando a que llegue. Cuando estéis de vuelta vendré a
recogeros y entonces me presentas a tu Parry, pero antes de irme
prométeme que no pensarás más en el sueño de ese colgante y que disfrutarás
despreocupada del viaje.
-¡Oh!, ¿ya te vas?, ¡pero si acabas de llegar! – Y le dio un
beso, -, ¡te lo prometo! -
Se sentó de nuevo en el banco, ya sola, y pensó que ni le había
enseñado el colgante a Felipe. Sacó una
chocolatina y el libro de la mochila y se puso a leer.
Parry estaba sentada en primera clase, y disfrutaba de un rico
tentempié, repasando el plan de viaje en
el ipad. Ahora sólo le quedaba averiguar, si Laura se habría probado el
colgante. Y justo en eso, era en lo que pensaba, en el único cabo que había dejado
suelto a merced del azar.
En todo este tiempo, Laura no le habló del colgante, quizá
debió advertirle ahora que le había pedido que lo trajera.
Cuando se lo probó, comprendió el motivo por el que Gella se
lo dio a ella, y no a Laura. Mas
adelante Gella le contó que mientras ella y su amiga la esperaban en la
biblioteca, ella las estuvo observando desde la habitación de al lado, y
desde que la vio, a Laura, supo que debía pasarle el colgante. Pero que
debía ser Parry quien lo hiciera en su momento. Y estuvo segura de que
encontraría la manera de hacerlo.
Aquello que les dijo Gella: “Cuando llegue el momento de
pasarlo a otra persona, lo sabrás”. Fue la clave para que Parry lo supiera
después de habérselo dado.
Pero Parry en lugar de contarle nada a Laura, sólo le
dijo que lo guardara, y no pudo evitar sentir decepción por no ser ella la
portadora del colgante.
Ahora había llegado el momento en que tendría que explicárselo
todo a Laura, si es que aún no lo sabía.
El tren estaba llegando ya a la estación, y Parry, desde la
ventanilla buscaba a Laura. Ya había recogió todas sus cosas para no perder
tiempo en salir a su encuentro en cuanto las puertas del tren se abrieran, y pensó
que faltaban menos de veinte minutos para tomar el tren a Bilbao.
En el andén no la veía, nerviosa, buscaba entre la
gente, para asegurarse de que ya estaba allí. A lo lejos, se dio cuenta de que le
hacían señas desde el andén de enfrente, y entonces, reconoció a Laura
y fue a su encuentro.
- ¡Qué alegría, por fín!
- ¡Laura. Mi querida Laura, si, por fin!
Se abrazaron fuertemente y Laura dijo:
- No he parado de mirar la hora, no fuera a ser que no
llegaras a tiempo, pero tranquila que el tren también se ha retrasado, ¡ven y dame
unos cuantos besos más, anda! No vayamos a perder esa buena costumbre. Te ayudo
con tus cosas, vamos, las mías están en ese banco de allí.
- “Please Laura”, esta maleta pesa, no sé cómo pude cerrarla.
- ¡Claro! ¡Vamos de walk-about!
Dijo Laura dando saltos alrededor de ella.
- Pero, Laura, para un poco. ¡Que toda esa gente nos está
mirando!
Laura, pensó que ella tenía esa sensación de estar observada que
Parry acababa de decir Casi desde que
llegó a la estación, le parecía que alguien la vigilaba, era un presentimiento.
Y efectivamente, así
era. Felipe que no se había marchado, se quedó en la estación y desde la
cristalera de la cafetería estaba viendo cómo las dos amigas se encontraban. Se
había quedado preocupado por Laura, a
pesar de que quiso quitarle importancia a su historia, para tranquilizarla. Pensaba
que Laura nunca antes le había mencionado el colgante, y desde luego, no era de las que contaba
historias como esas, todo lo que contó
era abstracto y surrealista.
Felipe estudiaba Psicología y el tema le fascinó, le preocupaba arruinar el viaje de Laura, así
que intentó aliviar su preocupación
tratando quitarle importancia, como si aquello hubiera sido fruto del
cansancio, y su sueño, no fuera más que eso, un sueño que se volvió pesadilla.
Pero en cuanto pudo llamó a Andrés, colega y compañero, muy
amigo suyo, para pedirle que buscara
alguna información, y este, le tranquilizó como él mismo hizo con Laura
diciéndole que podía ser fruto del estrés. Laura, pasó aquella última semana
muy nerviosa y excitada por el viaje.
Pero en realidad Andrés también estaba fascinado, porque tenía
a Laura por una persona muy racional y
lógica. Unos nervios antes de un viaje no hacen que uno viva una alucinación
así, entonces Andrés le dijo a Felipe que regresara a donde Laura, e intentara
hacer una foto al colgante, para buscar información sobre la piedra.
-Pero estoy en la cafetería y Parry ya ha llegado, no creo que
sea buen momento de volver, además ¿con qué excusa me presento ahora
Andrés?, le he dicho que tenía que irme porque tengo mucho trabajo, ¿y si ella
no me enseña el colgante?
- Me has dicho que está en la sudadera, ¿no?, pues tú
aprovechas para quedarte con sus cosas mientras van al baño, les harás el favor de no tener que mover
maletas y te quedarás a solas con el colgante. Diles que volviste porque se te
cayó el móvil de la chaqueta.
-Veo que se van al banco. Luego hablamos.
Felipe salió con sigilo de la cafetería, luego tomó aire,
caminaba con paso firme y decidido, pensó que no llevaba el móvil en la mano,
y se echó mano al bolsillo para recogerlo. Ahora estaba listo, se dijo.
Siguió andando, y hasta estiró un poco los hombros para
tomar confianza, a cada paso que daba no dejaba de mirarlas para ver si se percataban de su presencia. Pensaba en qué
cara pondría Laura cuando lo viese allí de nuevo. Y trataba de creerse que de
verdad había perdido su móvil, para que pareciera lo más real posible, que les
salía al encuentro sólo por casualidad. Sabía que quedaba poco tiempo ya.
Laura que se había vuelto hacia él, y lo llamaba.
-Felipe, Felipe estamos aquí, ¿qué te ha pasado?
-Laura, vaya día que llevo, resulta que volvía, pero me dí
cuenta que no llevaba el móvil y he tenido que volver a buscarlo.
-Bueno, ¿y donde está?, ¿lo has encontrado?
-encima de la máquina de refrescos, pasé por allí antes
de irme.
-L. Ven que voy a presentarte a Parry.
-Laura me habla mucho de ti, y ya es como si te
conociera de antes. -Le dijo Parry.
-A mí me pasa lo mismo que a ti, Parry, Es
como si te conociera. Estoy encantado de que al fin nos veamos.
Se hizo una pausa en la que los tres se miraron y Felipe
añadió:
-Bueno chicas, ¿os queda poco tiempo para que el tren
llegue, no? ¿Queda tiempo aún de repostar algo con servidor?
-Pues a mí, no me vendría mal ya que lo dices, e ir al
baño. Y coger una botellita de agua. Y refrescarme un poco, que aquí dentro
hace mucho calor. El problema es qué hacemos con todas las cosas.
- No te preocupes, tú vas con Felipe y yo espero aquí.
- No, de eso nada, ¿para algo estoy yo aquí, no?
Os podéis ir tranquilas que yo me quedaré vigilando vuestras cosas. Llamé
a Andres para decirle que ya no llegaría.
-Gracias, Felipe eres un encanto.
-Serán sólo unos minutos porque tenemos poco tiempo. Bay
amore.
Felipe se fijó que Laura había dejado su sudadera, sobre la
maleta, si el colgante estaba ahora en la mochila, todo había sido para
nada, porque ella lo llevaba consigo, vio que se alejaban y no perdió tiempo en
buscar en los bolsillos. Se sentó al lado de la maleta y puso la sudadera más
cerca de él para que le fuese más fácil buscar en sus bolsillos, y allí estaba,
debía hacer la foto y guardarlo enseguida. Hizo varias fotos y las
envió a Andrés.
-Bien, en cuanto tenga algo te llamo. – le dijo su amigo.
Volvió a dejar la sudadera en el mismo sitio. Escribió esto en
su móvil para enviárselo a Andrés: “Está frío, pesa muy poco, es opaco y
está tallado como una piedra preciosa, no le ví ninguna inscripción.”
El altavoz de la estación llamaba a los pasajeros con destino
a Bilbao.
Felipe se puso de pié esperando ver aparecer ya a Parry y
Laura. Y un señor se le acercó y le preguntó:
-Perdone, ¿acompaña usted a la chica que lleva este equipaje?
¿Sabe si se encuentra bien? La noté un
poco mareada, hace un rato.
-Está en .., sí, si, ya está bien. Muchas gracias.
-Hace un momento hablé con ella y me fijé que
estaba tan blanca como la pared, y tardaba en reaccionar. Le pregunté si
se encontraba bien, y entonces no contestó. He visto sus cosas y no la veo a
ella y he pensado,…Perdón, por entrometerme, sabe usted, son cosas
de la edad. Espero no haber molestado.
-No se preocupe, es de agradecer que se haya preocupado por
ella, está perfectamente. Gracias, yo creo que debieron ser los nervios
del viaje, que siempre afloran en estos momentos. Se lo diré a ella, muchas
gracias.
Amparo Suárez.
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