jueves, 14 de mayo de 2015

La gaviota desobediente


En algún momento, una  gaviota que sobrevolaba la costa, divisó unos restos de pescado flotando en el mar, y loca de contenta, voló hacia allí celebrando aquel maravilloso hallazgo. Entonces, el reguero del pescado la condujo hasta un barco desde donde unos pescadores los arrojaban.
Aquello volvió a repetirse en los días siguientes, convirtiéndose en costumbre por la manera tan fácil de conseguir su alimento. Desde entonces nunca más volvió a pescar.  
Las demás gaviotas, se unieron a ella; y juntas, como piratas, sobrevolaban todas las naves que les proveían de comida  
-¿Y para qué pescar- se decían -,cuando el hombre lo hace por nosotras? -  .Y todas estuvieron de acuerdo.
A partir de entonces, las gaviotas pasaban la mayoría del tiempo en los alrededores de la costa y sólo regresaban al mar cuando aparecían los pesqueros. Pero entonces sucedió que cada vez eran menos los barcos que llegaban de alta mar. Y como habían perdido su habilidad pescadora, aquél oasis se convirtió en un lugar de muerte para todas ellas.

Entonces, la más avispada animó a unas cuantas a seguir los restos que a su paso iban dejando los   humanos, y se fueron tras él tierra adentro. Y fue así como encontraron “las montañas negras de los hombres”; toneladas y toneladas de basura apiladas en montoneras. 
Pronto, todas ellas emigraron a aquel lugar en el que la comida no dejaba de crecer y extenderse como si milagrosamente tuviera vida propia.
Y allí se han quedado.
Así fue como gracias al hombre, la gaviota dejó la mar y se marchó a los campos. 

martes, 12 de mayo de 2015

Mientras camino


Imagen de Andre Kohn..

Es Febrero y las calles están llenas de abrigos.

El pequeño broche prendido en  la solapa del abrigo se va, y yo también, tras un gabán azul marino y una bufanda a rayas que pasa de largo….    
Me adelantan unas deportivas desgastadas y un fular de motivos étnicos, va enrollado  como una pitón a su presa, se detiene….Hizo un largo viaje que comenzó en un mercadillo de Tetuán, de allí es Fátima, a la que no ha vuelto a ver. El próximo año cuando vuelva a Marruecos, si aún no se ha casado con Salin, la buscará para devolvérselo. La tarde en que se despidieron, ella lo enrolló alrededor su cuello, y ahí sigue, aunque se escape y no le abrigue. El tiempo les ha jugado una mala pasada, se encontraron demasiado tarde o demasiado pronto.

Un par de relucientes zapatos, van con cuidado de no pisar los pies que descansan sobre un cartón en el que se puede leer  “ayúdame”. Las deportivas desgastadas dejan un par de monedas.

Las esquinas de estas calles son como los picos de mi pañuelo.

Más adelante, unas botas de flecos, caminan junto a un par de mocasines y un maletín, a su lado va en bandolera un gracioso bolso que contiene un diario,  y en una de sus hojas se oculta un secreto que el viento le arrancará.

….acaba de ocurrir algo mágico, ha sido el cruce de una mirada, solo ha sido un segundo, puede que dos…. A algunas personas les vemos el alma en los ojos, he sentido su mirada en la mía,  y me sentí desnuda sin ni si quiera quitarme la ropa.

En ese escaparate, está mi reflejo, se va, y yo también.