martes, 10 de febrero de 2015

Yo me confieso




-¡Hijo, no estés nervioso! ¿No ha sido este año que ya has hecho tu primera comunión?
- Si, Padre.
- ..., ¡Entonces!, Ya no es la primera vez que te vas a confesar ¿verdad?
-Si, Padre.
-¡Pues entonces! Ya sabes que es muy fácil…
Dijo sonriéndole mientras le acariciaba la coronilla para infundirle valor.

El padre entró al confesionario, y el niño, aguardando en la fila su turno, se quedó pensando aquellas palabras, también,  en  los motivos por los que la gente se confiesa….
Aún no entendía muy bien el hecho de por qué tenía que volver a contar algo que se supone ya sabía el Señor, y si esto era cosa de arrepentirse, pues él, ¡ya estaba arrepentido!, ¿Para qué tenía que contárselo al Señor Cura ahora todo?....
Así que mientras esperaba, repasaba mentalmente sus pecadillos, en la esperanza de “no recordar” ninguno de última hora que tuviese que sumar a la lista que ya llevaba pensada. …. Y en esas andaba, cuando se le ocurrió imaginar, (ya que se iba a confesar tras una celosía) en ¿qué cara pondría el señor cura cuando escucha los pecados del mundo?, y de pronto, se vio frente a él, en medio de sus miserias, y sintió un calambrazo de vergüenza que le recorrió desde la coronilla a la punta de los dedos de los piés.

“Esta semana, le pegué a Manolito dos veces. También cogí la goma de María, que se partió por la mitad, era su goma de Hello Kitty,  y me había dicho que esa, no la prestaba. El otro día me comí los caramelos de Manuel D. en la hora del recreo. ¡Ah! y queda lo de la seño, cuando salió de clase y yo me fui a su mesa a ver lo que ella había escrito de mí en la agenda, una notita, y  había puesto una de esas caritas de enfado sobre mí para que la vieran mis padres. Y ahora sí :”Fin”  … Verás cuando la seño vea que le falta la página a la agenda.”

¡Ay!, ¡ya me toca entrar!, ¿Lo vés?... ¡Hay que hacer lo que Elenita, ser rápida,  soltar la retahíla y ser breve en tan bochornoso momento!,… y sobre todo, cruzar los dedos para que el señor cura no carraspee, en medio ó antes de que me dé la absolución. Pues esta  “Indicación gutural”  según dijo la seño, es con la que el señor cura, nos avisará a los pequeños parroquianos  en caso de que se deba ahondar en pormenores que “no quedan del todo claros” ¡Uf!, es que a mí, eso,  me llevaría a tener que explicar el por qué, de lo que ni yo mismo sé muy bien,  ¿Qué impulso me llevan a cometer  mis fechorías? ¡Y yo qué sé¡  Menos mal que luego podré salir por esa puerta con un “Ego te absolvo” que dura hasta la semana que viene.

Amparo Suárez.