El encuentro de Gella y el cristal.
Aquella mañana, del día más
esperado cada año por Gella, soplaba una brisa suave en el jardín, y el sol
asomaba tímidamente. Gella recogió el
chal para dárselo a su abuela y juntas salieron de casa dispuestas a cumplir
con el ritual una vez más: La siembra de semillas y el replantado de brotes que
florecerían con la llegada de la estación próxima. Caminaron hasta la parte
delantera del jardín, y Gella cogió su
par guantes del cesto, buscó su pala, y
luego se agachó en el sitio que había marcado su abuela, y comenzó a hacer hoyos con su pala en la
tierra. Su abuela la miraba satisfecha, esa nieta suya estaba llena de
vida.
La estación venidera llenaría de color el jardín: lirios, prímulas y pensamientos.
Pero aquél día ocurrió algo muy
importante para Gella, Lady Jane, aquel día le daría a Gella el colgante que
durante años ella había estado guardando. Y esperaba que su nieta supiera
comprender la importancia que tenía esto.
Entonces la llamó. Gella.
Y ella apartó los ojos de la
bancada para mirar a su abuela.
-Nena,
ven un momento.
Miró a su abuela que sostenía algo
en sus manos, e intrigada, se echó el sombrero hacia atrás, soltó la pala de hacer agujeros, se quitó los
guantes y se acercó hacia ella.
-Querida,
¿Cómo pasó el tiempo?, eres toda una
mujer.
-Abuela, ya
tengo 17 años. Te recuerdo que a mi edad tú estabas a punto de casarte. Y
a saber qué tramarías ya.
Gella sonrió, pero vió que los ojos
de su abuela estaban llenos de nostalgia y comprendió que iba a decirle algo más que era importante para ella.
Sus manos sostenían un colgante.
- Si, Gella, es de esto
de lo que tengo que hablarte. Se trata
de un colgante que es muy antiguo, no pertenece a la familia, ha ido viajando
durante generaciones entre nosotras. Fuimos elegidas, en mi caso para guardarlo
hasta que llegara a manos de la
siguiente. Desde que sé de él, siempre
lo han tenido mujeres.
- Abuela, este
colgante es precioso, nunca había visto una piedra tan rara como esta.
- Hay piedras
que tienen un poder especial, captan
energías y estas son capaces de fluir a
través de ellas, durante décadas han
servido a personas que son capaces de recuperarlas y usarlas. Actúan
como llaves que permiten abrir puertas para volver a ver cosas que han ocurrido
en otros momentos en el tiempo. Estas piedras son llaves que
abren una puertas en el tiempo, pero necesitan de una fuerza impulsora, esa
fuerza es la que hace que la piedra
funcione, el que la lleva se conduce por
un túnel en el tiempo que es real para él, ocupando el sitio de la persona que
antes le dio la energía a la piedra y viendo lo que en ese momento ocurre, ese momento se convierte en un presente para
el que entra por el portal.
Ahora deja que
te cuente la historia que conozco sobre este colgante.
“La protagonista
de esta historia es una mujer, una cortesana que estaba felizmente casada con un
hombre cuyo oficio era el de ferretero, ella frecuentaba la corte y empezó a
ser infiel a su marido, el amante era un hombre muy poderoso y ella no pudo
negarse ya que el amante la tenía sometida, ella intentó por todos los medios
que no llegase a oídos de su marido. Pero el amante estaba tan encaprichado por
ella que ella se hizo famosa en la corte y su marido terminó enterándose, el amante era ni más ni menos que el
mismísimo Rey de Francia. Así que el Ferretero para vengar la ofensa sin ser
descubierto forjó un plan. Contrajo una enfermedad de la que pocos podían curar
por aquél entonces, se contagiaba al mantener relaciones íntimas. Su mujer
enfermó, y para que su plan no fracasara, pues la enfermedad se hacía visible
con unas picaduras que salían por el rostro forjo un colgante tras el que ella
ocultó la enfermedad en su rostro. La mujer contagió al amante sin que este sospechara
nada. Y el Rey acabó gravemente enfermo, pero el ferretero no pudo salvar a su
mujer y años más tarde terminó muriendo.
- Abuela, es
fascinante y terrible a la vez. ¿Y es este el colgante de la historia?
- Si y no querida.
Esta es una de las cosas que se sabe del colgante, pero la historia de la
piedra se remonta atrás en el tiempo.
-Y dime abuela,
¿No te dio miedo a ti esta historia?, no sé, después de lo que me has contado
parece que no se pueda esperar nada bueno de él…
- La piedra que
el ferretero colocó en el colgante, fue un regalo que el Rey le hizo a la
mujer, ella se sujetaba el pelo con el a modo de cinta y la piedra la
dejaba caer adornando su frente. Puso de
moda en la corte esa manera de llevar el colgante, aunque lo cierto es que ella
la llevaba así para ocultar las picaduras que la enfermedad había dejado en su
rostro, se que para activar la piedra
como llave debe estar colgada del cuello.
- Abuela, ¿tu
crees que es mágico o algo así?
- Sí, creo que
lo es, pero para mi pesar después de guardarlo todos estos años no pude
comprobarlo, me llena de orgullo que
ahora seas tú la elegida a quien yo
tenga que dárselo. Pero antes de que te lo dé, debes aceptarlo.
- Y ahora, ¿qué
es lo que tengo que hacer abuela?
- Tendrás que decidirlo tú. Cómo ves yo lo
acepté, pero aunque fui valiente y me lo probé, no pasó nada, en todos estos
años, hasta la semana pasada que estando junto a ti pude ver cómo el cristal se
iluminó. Supongo que eso debió pasar cuando yo
lo recibí.
- Entonces
acepto. No voy a ser yo, tu nieta, la que por miedo detenga lo que durante años
ha de seguir pasando. Y dime, ¿de quien
recibiste tú el cristal? ¿Fue alguien de nuestra familia quien te lo entregó?
- Querida he
querido seguirle la pista al cristal durante años, una tía hermana de mi madre
fue quien me lo entregó, me contó que lo
había recibido de una mujer en una fiesta a la que, su marido y ella, habían
sido invitados expresamente por esa misma mujer. Les llamó la atención que no
se conocían personalmente, pero ella les mandó una invitación a su casa, en ella
les rogaba encarecidamente que asistieran. Mi tía me contó que aquella mujer le
dijo que en todos nosotros existe una fuerza capaz de transformarse y que hay
determinadas circunstancias que actúan como elementos mediadores para que se pueda
transportar esa energía, para que nosotros podamos fluir por ella. Que aquel
cristal era llave que abría puertas que te conducían en el tiempo, mediante la
energía de quien lo había poseído.
- ¿Pero qué
ocurrirá si me lo pusiera y fuera yo la persona que el cristal anda buscando?
- Eso tendrás
que comprobarlo por ti misma. La piedra
se ilumina como un cristal brillante cuando debe ser pasado, esta es la
señal para pasarlo a su nuevo portador. Querida
tú eres hoy la mujer que puede llevar el
colgante, es de lo único de lo que estoy
convencida, y en su momento servirá a sus objetivos, para lo que fue creado.
-De acuerdo
abuela.
Amparo Suárez.
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