jueves, 1 de marzo de 2012

La estrategia.Continuación del juego. Capítulo 6


Cuando las cartas en una partida pasan de una mano a la siguiente, el juego cambia y todo puede suceder.

Ahora que por fin se había hecho con un móvil tenía más margen de maniobra, pero esto había sido un arma de doble filo. El otro día lo habían localizado por ahí seguro. Qué estúpido, estaba bastante claro para él cómo lo averiguaron.  Además era posible que en breve, sinó ya que le estuvieran interviniendo las llamadas o incluso que lo siguieran.

Era vital apagar el móvil en los momentos oportunos para evitarles, si averiguaban donde estaba la pieza, su paradero, entonces ya no le necesitarían y sería hombre muerto. El y todo el que sospecharan que sabía algo.


 
Cronwen recordó las palabras de su amigo Friman, le había confiado aquella pieza pensando que con ella podría cambiar las tornas que hacían girar el mundo.  Pero lo que era más importante para él es que tenía la panacea que le abriría las puertas de su cielo.

Sabía que ahora debía tener cuidado, andaban tras sus pasos, no debía ir dejándoles  pistas. Tendría que borrar sus huellas y empezar un nuevo camino que le llevara al mismo lugar por el que continuar.

Su móvil volvió a sonar.

-         Estaba dándole vueltas y no pude más de curiosidad ¿Cómo dirías que fue todo? Sinceramente Cronwen no sé en qué  te ayudé.

-         Anne, aunque como buen zurdo no pueda prescindir de mi izquierda, mi mano derecha siempre me ayuda.

-         Pues, me sigo preguntando, por esa manera tuya de hablar, si lo que me estás diciendo es  que ha ido bien o he de entender todo lo contrario.

-         Querida, fue como debió ir: bien. Y tú has ayudado.

-         ¿Sabes?, tenemos que hablar del tema.

-         Anne, no te preocupes, ya lo haremos, recuerda que mañana hemos quedado en vernos. Espero que puedas hacerme un hueco en tu agenda. Antes tengo que hacer un par de gestiones, ¿te vendría muy mal si quedáramos en algún sitio y yo te recogiese allí?, tú no me llames, ya te llamaré yo.

-         Vale, no te preocupes Cronwen, mañana puedes localizarme en mi móvil y ya vemos cómo podemos vernos.

-         Felices sueños princesa.

-         Buenas noches Cronwen.

Al colgar el móvil se quedó pensando en cómo podría prevenirla sin alarmarla. Ahora tendría que advertirla de que le vigilaban a él y era probable que se interesaran por todos los que estuvieran con él.

Si le habían seguido desde que salió del café, habrían recorrido todos los pasos que anduvo  hasta llegar de vuelta allí esa noche. Entonces la pieza ya no estaba segura en la casa de empeños. Tenía que volver a mover el reloj, pero ¿Dónde?

La Sra Vinces le había hablado de su pequeño trastero, un pequeño cuartito en alquiler donde ella iba almacenando los trastos que no quería abandonar del hostal. Aquella era una posibilidad. Recogería el reloj y lo guardaría allí.

La cita con Luis estaba cerca, pero él tenía que hacer que se adelantara, así que después de ir a la casa de empeños iría a verle para ponerle aún los dientes más largos. Tenía que pensar que lo que él llevaba entre manos era grande, tan grande que se le iba de las manos, entonces cuando lo comprendiera tal vez la cosa se movería a la altura de lo que él estaba esperando, así, tal vez Luís, que no tenía un pelo de tonto, le sugiriera que habría que contar con más altas esferas para mover aquel proyecto, y que él sabía a qué puertas había que llamar. Pero tenía que ser Luís, el que le llevara de la mano por esa empinada escalera de caracol.

Cogió su móvil se conectó a Internet y escribió un mail.

-         Tienes que venir. Te dije que movería el agua, ahora está hirviendo. El fuego se ha extendido, es  probable que te lleguen chispas pues las llamas son grandes. En cuanto a la casa, está a punto de inaugurarse. El tiempo vuela.

Y pulsó enviar.
-  Ok. Tengo recipiente listo, aviso a mi llegada.

A la mañana siguiente oyó los nudillos de la Sra Vinces golpear la puerta de la habitación, y la abrió.

-         Cronwen, por fin te encuentro ¿No crees que me debes una explicación?

-         Mil perdones, tendría que haberla esperado. Pero los negocios me reclamaron y tuve que marcharme. De todas maneras, usted y yo nos comunicamos bien,  anoche antes de subir dejé la plata que teníamos pendiente en el cajón de recepción. La  que supongo usted  habrá visto ya.

-         No, espero que no la dejaras en el mostrador alguien podría haberla cogido.

-         Sra Vinces ya sabe que yo no haría nunca tal cosa, la guardé en su cajón de la correspondencia.

-         Gracias Cronwen. Sabes,  estoy sola para cuidar de todo, no tengo quien cuide de mí, ay,  esa es la verdad: sola, sí yo no pudiera….  cuidar de todo. ¿qué  pasaría? No sabe lo sola que estoy.

-         Sra. Vinces, no tema, ¿cómo iba yo a dejar que le pase nada a la plata que con tanto sudor se gana? No tema, que no va a pasarle nada.

-         Gracias Cronwen, sabía que lo entenderías.

-         Por cierto, Sra Vinces, ¿podría yo hacer uso de su trastero? previo pago de un alquiler, claro está. Espero a un amigo de Alemania que va a traerme unas cajas con unos nuevos productos que quiero introducir aquí y por supuesto tener la exclusividad en el mercado y he pensado que a lo mejor a usted no le importaría e incluso le vendría bien sacarse una plata extra, mientras yo la guardo allí. Estoy metido en una franquicia de productos nuevos que traeré de fuera y quiero que la competencia no descubra esto, así que me gustaría que ni siquiera sospecharan que ya estoy por aquí, es mejor para mi nuevo negocio que piensen que lo he dejado. Necesito otro favor más, es probable que vengan personas preguntando por mí, y si quiere usted que yo siga aquí hospedado,  habrá de decirles todo lo contrario: que ya no me alojo aquí. Y por supuesto, no debe usted hablar con nadie de lo del trastero, se imaginará que esto es vital para mi negocio. En este tipo de mercados el factor sorpresa es primordial, y si quiero introducir este alimento nuevo en España, mientras menos sepa la competencia de ello, pues mejor. Sabré recompensárselo. Cómo no.

-         Cronwen, ¿piensas hacerte rico? No te preocupes yo podría ser tu socia.

-         Bueno, ya me gustaría, si no rico al menos sí que el negocio se rentable, aunque de momento hay que poner el negocio en marcha Sra.Vinces. Sabe usted que los comienzos siempre son difíciles. Pero usted no se preocupe, usted sacará tajada, yo vaya bien o no, de cada  servicio que me proporcione.

-         Está bien Cronwen. Cuente conmigo.

-         Necesitaré la llave.

Y al decir esto Cronwen sacó un pequeño fajo de billetes de los que cogió un par para dárselos a la Sra. Vincés.
Ella, que lo único de valor que tenía allí en aquel cuartucho eran las telarañas, miraba los billetes con expectación. Y sonriendo le dijo.

-         No se preocupe, lo esperaré abajo con la llave. Y ahora me voy, que hace tiempo que tengo abandonada la recepción. Ay, esto es lo malo de estar al cargo de todo.

Y diciendo esto salió de la habitación.

Tenía que esperar a Friman para poder sacar la pieza del reloj, mientras se quedaría escondido en el trastero.  Reservaría dos habitaciones en el hotel donde quería que sus esperados nuevos socios supieran que él estaba hospedado. Así que aquella mañana no perdió tiempo en abandonar el hostal para ir gestionándolo todo.

Llegó a la casa de empeños y nada más verle, al dueño se le borró la sonrisa de la cara. Lamentaba devolverle aquél reloj, pero Cronwen al llegar al mostrador ya tenía los billetes y el recibo encima de la mesa. El dueño le miró con admiración y le dijo.

-         Los tiene usted bien puestos.

Y acto seguido se fue para adentro a buscar el reloj.

Luís estaba en un despacho del último piso donde tenía el Banco la sede, cuando llegó avisó que venía a verle y le hicieron pasar a una sala donde esperarle.

-         Cronwen, que alegría verte por aquí.

-         Verás pasaba de camino y pensé ¡que ocasión para ver a Luís y que en el  cafecito me diga si sigue en pie lo del fin de semana!

-         Siempre tan ocurrente, claro que sigue adelante, esta misma mañana iba a  llamar para decirte que salimos pasado mañana, mi mujer me ha encargado que te pida el teléfono de Anne. Quiere llamarla personalmente.

-         Genial, seguro que a Anne le gustará.

-         ¿Cómo van tus negocios Cronwen? Me interesó mucho lo que me contaste a cerca de esa máquina.

-         Ahora estoy gestionando la patente, he quedado con Anne, ella se está encargando de todos los trámites. Ya sabes los abogados siempre llevan mejor esta parte de los negocios

-         ¿Piensas vender la máquina o vas a quedarte con ella?

-         Verás Luís, la máquina estará aquí calculo que dentro de una semana, para entonces voy a intentar hacer un estudio de mercado y  reunir a inversores. Teniendo en cuenta que no sólo interesaría a este país mi oferta, he pensado que lo mejor es hacer un sondeo a nivel internacional.

-         Bueno a la mejor nosotros, como país estamos interesados en aportar parte de los gastos para el avance de la puesta en funcionamiento y luego relanzarlo a otros países.

-         No sería mala idea, siempre que no se respete  lo que el inventor quiere.

-         ¿Y qué es lo que quiere?

-         Pues es vital para el creador de la máquina que se le de una promoción universal, que ésta pueda llegar  a todos los países. Sin aceptar esa premisa, no hay negocio, ahora bien,  si esto se acepta, entonces empezaríamos a poder hablar de candidatos y ahí entraría yo en la negociación.

-         Bueno contigo creo que voy a poder entenderme, pero esto que me pides, ya se  sale de mis competencias,  y en estas esferas yo no tengo poder de decisión, tendría que consultar eso que me dices con los de más arriba, son a ellos a los que compete la economía internacional y la política. Haré un par de llamadas y moveré el asunto. Y a ver hasta donde se puede llegar. Pero Cronwen, no olvides que nosotros estamos primero. Antes de aceptar otra oferta, consúltanos.

-         De acuerdo Luís. Así lo haré. Hay una última cosa, que es la más importante de todas, quiero que no se dé a conocer la máquina hasta que ya sea cosa hecha.  Mi función es la de mero intermediario, con lo cual quiero que cuando cambie de manos permanezcamos  la fuente que la puso en tus manos, o sea, yo y la persona que ha obrado el milagro de que esto llegue hasta aquí, el investigador,  en el más absoluto anonimato. Como supondrás, nos va la vida en esto, y no sólo la nuestra, si pueden se llevarán por delante a todo aquél que entre en el juego, hasta que la cosa se haga pública, intentarán hacer que ésto desaparezca antes de que pueda salir a  la luz y todo el mundo se entere. Es por lo que confío en que comprendas que todo debe llevarse en el mayor de los secretos.

-         Entiendo. Y por eso mismo Cronwen, no creo que debemos vernos más,  hasta nuestro viaje.

Salio de allí con idea de ir a ocultar la pieza en el cuartillo de la  Sra. Vinces, pero también había  quedado en recoger a Anne y no le daba tiempo de ambas cosas. Volvió a mirar a ambos lados de la calle para cerciorarse de que no le seguían. Entonces sacó el móvil y lo encendió de nuevo. No tenía noticias nuevas de Friman. Aún no le había escrito para decirle a que hora tomaría el avión en que vendría,  pero esperaba que lo avisara en cuanto lo supiera.
Llamó a Anne para decirle que la recogería en la cafetería de al lado de su casa y que hablarían de la patente y del viaje del fin de semana aquella misma tarde, volvió a apagar su móvil y se fue a guardar el reloj.

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