Cuando las cartas en una partida pasan de una mano a la
siguiente, el juego cambia y todo puede suceder.
Ahora que por fin se había hecho con un móvil tenía más
margen de maniobra, pero esto había sido un arma de doble filo. El otro día lo
habían localizado por ahí seguro. Qué estúpido, estaba bastante claro para él
cómo lo averiguaron. Además era posible
que en breve, sinó ya que le estuvieran interviniendo las llamadas o incluso
que lo siguieran.
Era vital apagar el móvil en los momentos oportunos para
evitarles, si averiguaban donde estaba la pieza, su paradero, entonces ya no le
necesitarían y sería hombre muerto. El y todo el que sospecharan que sabía
algo.
Cronwen recordó las palabras de su amigo Friman, le había
confiado aquella pieza pensando que con ella podría cambiar las tornas que hacían
girar el mundo. Pero lo que era más
importante para él es que tenía la panacea que le abriría las puertas de su
cielo.
Sabía que ahora debía tener cuidado, andaban tras sus pasos,
no debía ir dejándoles pistas. Tendría
que borrar sus huellas y empezar un nuevo camino que le llevara al mismo lugar
por el que continuar.
Su móvil volvió a sonar.
-
Estaba dándole vueltas y no pude más de curiosidad
¿Cómo dirías que fue todo? Sinceramente Cronwen no sé en qué te ayudé.
-
Anne, aunque como buen zurdo no pueda prescindir de mi
izquierda, mi mano derecha siempre me ayuda.
-
Pues, me sigo preguntando, por esa manera tuya de
hablar, si lo que me estás diciendo es que ha ido bien o he de entender todo lo
contrario.
-
Querida, fue como debió ir: bien. Y tú has ayudado.
-
¿Sabes?, tenemos que hablar del tema.
-
Anne, no te preocupes, ya lo haremos, recuerda que
mañana hemos quedado en vernos. Espero que puedas hacerme un hueco en tu
agenda. Antes tengo que hacer un par de gestiones, ¿te vendría muy mal si
quedáramos en algún sitio y yo te recogiese allí?, tú no me llames, ya te
llamaré yo.
-
Vale, no te preocupes Cronwen, mañana puedes
localizarme en mi móvil y ya vemos cómo podemos vernos.
-
Felices sueños princesa.
-
Buenas noches Cronwen.
Al colgar el móvil se quedó pensando en cómo podría
prevenirla sin alarmarla. Ahora tendría que advertirla de que le vigilaban a él
y era probable que se interesaran por todos los que estuvieran con él.
Si le habían seguido desde que salió del café, habrían
recorrido todos los pasos que anduvo
hasta llegar de vuelta allí esa noche. Entonces la pieza ya no estaba
segura en la casa de empeños. Tenía que volver a mover el reloj, pero ¿Dónde?
La cita con Luis estaba cerca, pero él tenía que hacer que
se adelantara, así que después de ir a la casa de empeños iría a verle para
ponerle aún los dientes más largos. Tenía que pensar que lo que él llevaba
entre manos era grande, tan grande que se le iba de las manos, entonces cuando
lo comprendiera tal vez la cosa se movería a la altura de lo que él estaba
esperando, así, tal vez Luís, que no tenía un pelo de tonto, le sugiriera que
habría que contar con más altas esferas para mover aquel proyecto, y que él
sabía a qué puertas había que llamar. Pero tenía que ser Luís, el que le
llevara de la mano por esa empinada escalera de caracol.
Cogió su móvil se conectó a Internet y escribió un mail.
-
Tienes que venir. Te dije que movería el agua, ahora
está hirviendo. El fuego se ha extendido, es
probable que te lleguen chispas pues las llamas son grandes. En cuanto a
la casa, está a punto de inaugurarse. El tiempo vuela.
Y pulsó enviar.
-
Ok. Tengo recipiente listo, aviso a mi llegada.
A la mañana siguiente oyó los nudillos de la
Sra Vinces golpear la puerta de la habitación,
y la abrió.
-
Cronwen, por fin te encuentro ¿No crees que me debes
una explicación?
-
Mil perdones, tendría que haberla esperado. Pero los
negocios me reclamaron y tuve que marcharme. De todas maneras, usted y yo nos
comunicamos bien, anoche antes de subir
dejé la plata que teníamos pendiente en el cajón de recepción. La que supongo usted habrá visto ya.
-
No, espero que no la dejaras en el mostrador alguien
podría haberla cogido.
-
Sra Vinces ya sabe que yo no haría nunca tal cosa, la
guardé en su cajón de la correspondencia.
-
Gracias Cronwen. Sabes,
estoy sola para cuidar de todo, no tengo quien cuide de mí, ay, esa es la verdad: sola, sí yo no
pudiera…. cuidar de todo. ¿qué pasaría? No sabe lo sola que estoy.
-
Sra. Vinces, no tema, ¿cómo iba yo a dejar que le pase
nada a la plata que con tanto sudor se gana? No tema, que no va a pasarle nada.
-
Gracias Cronwen, sabía que lo entenderías.
-
Por cierto, Sra Vinces, ¿podría yo hacer uso de su
trastero? previo pago de un alquiler, claro está. Espero a un amigo de Alemania
que va a traerme unas cajas con unos nuevos productos que quiero introducir
aquí y por supuesto tener la exclusividad en el mercado y he pensado que a lo
mejor a usted no le importaría e incluso le vendría bien sacarse una plata extra,
mientras yo la guardo allí. Estoy metido en una franquicia de productos nuevos
que traeré de fuera y quiero que la competencia no descubra esto, así que me
gustaría que ni siquiera sospecharan que ya estoy por aquí, es mejor para mi
nuevo negocio que piensen que lo he dejado. Necesito otro favor más, es
probable que vengan personas preguntando por mí, y si quiere usted que yo siga
aquí hospedado, habrá de decirles todo
lo contrario: que ya no me alojo aquí. Y por supuesto, no debe usted hablar con
nadie de lo del trastero, se imaginará que esto es vital para mi negocio. En
este tipo de mercados el factor sorpresa es primordial, y si quiero introducir
este alimento nuevo en España, mientras menos sepa la competencia de ello, pues
mejor. Sabré recompensárselo. Cómo no.
-
Cronwen, ¿piensas hacerte rico? No te preocupes yo
podría ser tu socia.
-
Bueno, ya me gustaría, si no rico al menos sí que el
negocio se rentable, aunque de momento hay que poner el negocio en marcha
Sra.Vinces. Sabe usted que los comienzos siempre son difíciles. Pero usted no
se preocupe, usted sacará tajada, yo vaya bien o no, de cada servicio que me proporcione.
-
Está bien Cronwen. Cuente conmigo.
-
Necesitaré la llave.
Y al decir esto Cronwen sacó un pequeño fajo de billetes de
los que cogió un par para dárselos a la Sra.
Vincés.
Ella, que lo único de valor que tenía allí en aquel
cuartucho eran las telarañas, miraba los billetes con expectación. Y sonriendo
le dijo.
-
No se preocupe, lo esperaré abajo con la llave. Y ahora
me voy, que hace tiempo que tengo abandonada la recepción. Ay, esto es lo malo
de estar al cargo de todo.
Y diciendo esto salió de la habitación.
Tenía que esperar a Friman para poder sacar la pieza del
reloj, mientras se quedaría escondido en el trastero. Reservaría dos habitaciones en el hotel donde
quería que sus esperados nuevos socios supieran que él estaba hospedado. Así
que aquella mañana no perdió tiempo en abandonar el hostal para ir
gestionándolo todo.
Llegó a la casa de empeños y nada más verle, al dueño se le
borró la sonrisa de la cara. Lamentaba devolverle aquél reloj, pero Cronwen al llegar al mostrador ya tenía los billetes y el recibo encima de la
mesa. El dueño le miró con admiración y le dijo.
-
Los tiene usted bien puestos.
Y acto seguido se fue para adentro a buscar el reloj.
Luís estaba en un despacho del último piso donde tenía el
Banco la sede, cuando llegó avisó que venía a verle y le hicieron pasar a una
sala donde esperarle.
-
Cronwen, que alegría verte por aquí.
-
Verás pasaba de camino y pensé ¡que ocasión para ver a
Luís y que en el cafecito me diga si
sigue en pie lo del fin de semana!
-
Siempre tan ocurrente, claro que sigue adelante, esta
misma mañana iba a llamar para decirte
que salimos pasado mañana, mi mujer me ha encargado que te pida el teléfono de
Anne. Quiere llamarla personalmente.
-
Genial, seguro que a Anne le gustará.
-
¿Cómo van tus negocios Cronwen? Me interesó mucho lo
que me contaste a cerca de esa máquina.
-
Ahora estoy gestionando la patente, he quedado con
Anne, ella se está encargando de todos los trámites. Ya sabes los abogados
siempre llevan mejor esta parte de los negocios
-
¿Piensas vender la máquina o vas a quedarte con ella?
-
Verás Luís, la máquina estará aquí calculo que dentro
de una semana, para entonces voy a intentar hacer un estudio de mercado y reunir a inversores. Teniendo en cuenta que
no sólo interesaría a este país mi oferta, he pensado que lo mejor es hacer un
sondeo a nivel internacional.
-
Bueno a la mejor nosotros, como país estamos
interesados en aportar parte de los gastos para el avance de la puesta en
funcionamiento y luego relanzarlo a otros países.
-
No sería mala idea, siempre que no se respete lo que el inventor quiere.
-
¿Y qué es lo que quiere?
-
Pues es vital para el creador de la máquina que se le
de una promoción universal, que ésta pueda llegar a todos los países. Sin aceptar esa premisa,
no hay negocio, ahora bien, si esto se
acepta, entonces empezaríamos a poder hablar de candidatos y ahí entraría yo en
la negociación.
-
Bueno contigo creo que voy a poder entenderme, pero
esto que me pides, ya se sale de mis
competencias, y en estas esferas yo no
tengo poder de decisión, tendría que consultar eso que me dices con los de más
arriba, son a ellos a los que compete la economía internacional y la política.
Haré un par de llamadas y moveré el asunto. Y a ver hasta donde se puede
llegar. Pero Cronwen, no olvides que nosotros estamos primero. Antes de aceptar
otra oferta, consúltanos.
-
De acuerdo Luís. Así lo haré. Hay una última cosa, que
es la más importante de todas, quiero que no se dé a conocer la máquina hasta
que ya sea cosa hecha. Mi función es la
de mero intermediario, con lo cual quiero que cuando cambie de manos
permanezcamos la fuente que la puso en
tus manos, o sea, yo y la persona que ha obrado el milagro de que esto llegue
hasta aquí, el investigador, en el más
absoluto anonimato. Como supondrás, nos va la vida en esto, y no sólo la
nuestra, si pueden se llevarán por delante a todo aquél que entre en el juego,
hasta que la cosa se haga pública, intentarán hacer que ésto desaparezca antes
de que pueda salir a la luz y todo el
mundo se entere. Es por lo que confío en que comprendas que todo debe llevarse
en el mayor de los secretos.
-
Entiendo. Y por eso mismo Cronwen, no creo que debemos
vernos más, hasta nuestro viaje.
Salio de allí con idea de ir a ocultar la pieza en el
cuartillo de la Sra. Vinces , pero también había
quedado en recoger a Anne y no le daba tiempo
de ambas cosas. Volvió a mirar a ambos lados de la calle para cerciorarse de
que no le seguían. Entonces sacó el móvil y lo encendió de nuevo. No tenía
noticias nuevas de Friman. Aún no le había escrito para decirle a que hora
tomaría el avión en que vendría, pero
esperaba que lo avisara en cuanto lo supiera.
Llamó a Anne para decirle que la recogería en la cafetería
de al lado de su casa y que hablarían de la patente y del viaje del fin de
semana aquella misma tarde, volvió a apagar su móvil y se fue a guardar el
reloj.
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