miércoles, 22 de febrero de 2012

Anne. Continuación del Juego. Capítulo 3.


La casualidad nos rodea, algunos prefieren llamarla causalidad, pero ¿cómo distinguir a veces entre azar y sino?  Tal vez el echo de discernir sobre lo casual sea lo que la convierta en causa.
Anne en su reencuentro con Cronwen supo que se habían entremezclado ambas.

Acompañada por su grupo de amigos, esperaba haciendo cola en la calle para ver el estreno de una película cuando su móvil empezó a sonar.


-         ¿Si, Dígame?

-         Hola Anne,  soy Enrique, mañana voy a la presentación de un proyecto de unos amigos, habrá un coctel cuando termine, es en un hotel del centro, ¿te apetece venir?

-         ¿De qué va la presentación?

-         De un edificio modernista,  lo han diseñado unos amigos míos por encargo de un grupo de empresas Argentinas. El proyecto se ha aprobado y ellos lo presentan. Han hecho una maqueta del edificio para que pueda verse, estará muy bien. Será divertido, ya veras. Son muy buenos arquitectos.

-         Qué rabia mañana por la tarde tengo una cita de trabajo, voy a ver si puedo cambiarla a otro día.  Luego te llamo.

-         Chao entonces hablamos luego.

-         Vale, adiós. Besos.

Anne casi siempre estaba colgada del móvil. Rezagada del grupo,  los demás seguían adelante en la cola, estaban ya bastante apartados de ella.

Pero su móvil empezó a sonar, esta vez le entraba un mensaje.

Decía: - Anne, ¿Querrá comenzar el juego con este servidor? ...suyo siempre.  Cronwen.

Anne volvió a leer el mensaje un par de veces más. Era Cronwen, sí.

Un mes después de aquél viaje en avión donde lo conoció,  le envió un mensaje al móvil del que no obtuvo respuesta.

- Un año, y este SMS. ¿Por qué? ¿Habría venido aquí?

Entonces lo grabó como un nuevo contacto, como nombre escribió: Sr. answer. Y pulsó la opción de guardar.

No había hablado nunca a nadie de Cronwen ni de su viaje. Pero esta mañana se había acordado de Cronwen, pensó que era mucha casualidad que también hoy hubiese tenido noticias suyas. Guardó el móvil en el bolso y se fue a buscar a sus amigos que estaban ya entrando en el cine.

A la mañana siguiente nada más levantarse buscó su móvil para ver sí tenía llamadas. No había nada nuevo.

Pensó:
 - Tengo que contestar ya. Pero ¡qué cobarde soy! ¿A que estoy esperando para responder?

Y escribió:
-         ¡¡¡Hola!!!!  No lo puedo creer ¿Está usted aquí? perdón por el retraso en contestar, ¡qué sorpresa por Dios! ¿aún quiere jugar el juego?

Y pulsó: enviar el mensaje.

Entonces cayó en que había quedado ya hoy con su amigo en una cafetería para ir juntos a la presentación.

-         ¿Pero en qué estaba pensando?, si está aquí  y  me llama para quedar esta noche, no podré, no puedo dejar plantado a Enrique…pero a lo mejor no está, bueno ya  está hecho.

A las 6:45 de la tarde, estaba entrando en la cafetería, su amigo se acercó hacia ella y la besó.

-         ¡Caray Anne, cada día estás más guapa! Ese perfume tuyo me encanta
.
-         ¿Crees que nos dará tiempo de tomar un café? Tengo que inyectarme un poco de cafeína en vena.

-         Claro, hay tiempo para un cafetito.

-         ¿Sabes?, esta mañana he recibido noticias de alguien “especial” para mí.

-         ¿Me estás hablando de alguien por el que tú,  Anne “estás interesada”?, Cuenta, soy todo oídos, ¡me tienes en ascuas!

-         Sí… y… no, ¡ay!, bueno le conocí: un “rato” de un día de hace ya un año,  y no nos hemos vuelto a ver. Ni he tenido noticias suyas hasta ahora. Y me ha llamado creo que para que nos veamos.

-         Mis ascuas empiezan a hacer llamas, por lo que deduzco no vive aquí. Pero vamos al grano ¿Y tú qué le has dicho?


-         No lo sé, él me envió un SMS al móvil, así que yo le he devuelto otro. Ahora le toca mover ficha a él.

-         Menos mal…., Entiendo que ¿por lo menos habréis quedado en veros no? Bueno, vamos por buen camino, y dime ¿Cuándo lo verás?


-         No, no hemos quedado. Me cogió tan de sorpresa, pero al menos le dejé una pregunta en el aire.

-         Anne, es hora de irse. Ya me explicarás por el camino qué has querido decir con eso. Vámonos o se nos hará tarde y allí no debemos retrasarnos.

En el salón del hotel donde se estaba viendo el  desarrollo de la presentación,  había mucha gente,  pero ellos dos tenían un buen sitio, porque Enrique, era muy amigo de los arquitectos, una vez terminó, la gente pasó a un salón contiguo que se abrió y  desde el que se podía acceder a unas terrazas.  Había empezado a servirse el coctel.

Ella se alejó un poco del barullo de saludos y felicitaciones,  esperando a que su amigo saludara a sus amigos y conocidos y regresara. Se entretenía con los aperitivos, observando las mesas, algunos de diseño espectacular, miniaturas de bocaditos, canapés, chupitos… las bandejas que los contenían tenían formas geométricas asemejando el edificio que acababa de ver en la maqueta, repartidas por las mesas del salón. Ella cogió un copa de vino que le ofreció uno de los camareros que pasaban las bandejas con bebidas y aperitivos calientes.

Oyó una voz  que le era familiar, venía de la reunión de al lado, casi se engollipa tragando el sorbo de vino, se giró buscando con la mirada  para ver si encontraba un rostro familiar al que poner cara a esa voz que ella conocía. Su corazón empezó a latir queriendo salirse del pecho. Era Cronwen. ¿Cómo era posible? ¡qué casualidad!. Se preguntó si él la habría visto a ella. Esperó casi sin querer girarse del todo a ver si se percataba de que ella estaba allí.

Cronwen mantenía una animada charla en una reunión. Se le veía en su salsa. Parecía estar contando algo ameno porque todos estaban muy atentos a lo que él decía.

Hubo un momento en el que sus miradas se cruzaron, él dejó la reunión, iba hacia ella buscando su mirada nuevamente.

-         Anne, qué alegría. Recibí tu mensaje. Caray, que sorpresa, no pensé que te vería  hoy mismo, el trabajo me ha tenido todo el día muy ocupado. Bueno por fin todo ha ido bien, hoy ya he terminado y puedo relajarme. ¿Qué tal te va? te extrañé todo este tiempo.  A veces  pensé en nuestro viaje juntos en aquel avión. ¿Sigue dándote miedo volar?

-         Sí,  en eso no he cambiado, ¡OH!,… bueno,  no es que halla cambiado en otras cosas… Verás he querido decir que sí, que sigue dándome miedo esa clase de alturas.

Cronwen notó que estaba nerviosa y quiso relajarla.

-         Bueno Anne, voy a estar viniendo mucho ahora por trabajo. Si las cosas van bien pasaré incluso temporadas aquí. Así que espero que nos veamos. Y nos conozcamos…. Este….,  Anne,  me voy a descubrir por vos al fin.  Así que me confesaré,  me he puesto un poco nervioso cuando te he visto. Pero es bonito, los nervios nos hacen sentir que estamos despiertos por dentro. ¿No te parece? Desde que nos sentamos en el avión, pensé que entre nosotros hay feeling, y la  atracción por vos me hace desear conocerte. Y te tengo delante, y no quiero perder la oportunidad de decirlo. Me pesa el año que hace que no lo dije. Me dejarás ahora que te invite a una copa Anne.

-         Si, sí yo pongo los snacks Cronwen.

Ella sabía que Cronwen era distinto de los hombres que habían pasado por su vida. Esa mirada profunda en sus ojos irradiaba  energía, delataba  la intensidad de su vida cardada de vivencias y envolvía a todo el que la recibía.

 Cronwen y ella, con intermedios,  ya no dejarían de verse.

En su regreso de la presentación Enrique subió al piso de Anne para tomar la última  copa juntos.
-         Bueno Anne, ¿me vas ha decir ya quien era ese con el que hablabas en el coctel?, ví que cómo te fijabas en él, así que no me vengas con monsergas, lo estabas mirando,  he visto cómo se te caía la baba mientras te fijabas en él. ¿No será otro por el que te has colado, verdad? Eso sí que sería ya la leche. No voy a irme de aquí sin que me lo cuentes todo aunque mañana me tenga que ir al trabajo arrastrándome de sueño.
-         No, otro no por Dios, ese es el que te conté.
-         ¿Cómo?, ¿el del mensaje?, no puede ser. ¿Qué casualidad no?.
-         Si, si. Es increible que nos hallamos visto en ese sitio sin esperarlo. He pensado que aunque no me hubiera puesto el mensaje, me lo habría encontrado de todas formas. Dime, ¿tú crees en las casualidades?. Es que esto es mucha casualidad,  muchísima, ¿que probabilidad hay de que se den tantas coincidencias juntas? Y sin esperarlo coincidimos. Misma hora, país, ciudad y sitio.
-         Anne, tienes que verle una vez más. Aprovecha que está aquí. Así saldrás de dudas, y podrás ver si te sigue gustando igual.
-         Sí, cierto, Enrique, ¡qué contenta estoy!
-         Me alegro mucho por ti, Anne, venga vamos a brindar por tu nuevo reencuentro.  Y me voy yendo porque sí no voy a tener que quedarme otra vez en tú sofá y mañana estaré hecho un trapo.

Cronwen pasó una semana en la ciudad, el y Anne estuvieron viéndose esos días. Siempre era él quien la llamaba cuando conseguía un hueco para poder verla,  Anne  tenía un horario de trabajo flexible, ella tenía un trabajo autónomo así que cuando la llamaba siempre hacia un hueco para estar con él.

Durante esos días, disfrutaba de sus charlas. De su ingenio, su chispa y sus anécdotas. Le hacía reír.

Pero ahora que estaba conociéndole supo de él algo muy importante,  se fue dando cuenta que había algo que ella no debía perder nunca de vista, tenía que atar bien sus sentimientos con respecto a Cronwen, tenía que aceptar que él era cómo era, sabía que estaría apareciendo y desapareciendo de su vida, que él nunca sería de nadie. Y eso procuraría tenerlo siempre en cuenta en su relación. Cronwen era un hombre del que una mujer podía recibir mucho amor,  pero al que no se le podía atar. Era un ser libre e independiente que necesitaba su espacio y una parte de su mundo y de su persona  eran sólo para él.

Por aquél entonces  los negocios de Cronwen iban viento en popa..
Ella lo veía como un hombre emprendedor metido en muchos proyectos a la vez. El le comentaba cosas de sus negocios pero siempre dando pinceladas y yendo de una cosa a otra sin extenderse mucho ni dar explicaciones concretas.

A ella, como persona curiosa que era,  le interesaba todo lo que él le contaba pero sus conversaciones iban más por otros derroteros y terminaban llenándose de lo que compartían  juntos, y lo que los dos tenían en común. Que les ocupaba largas horas de intensas charlas. Los dos preferían no perder el tiempo que tenían de estar juntos hablando de sus negocios.

Una noche en casa de Anne, estaban los dos tumbados sobre una manta en la terraza viendo un cielo totalmente estrellado.

-         Anne, pídeme que te traiga una estrella y no pararé hasta conseguirlo. Pero por favor nunca me pidas que sea distinto de lo que soy. No soy de nadie, ni mío si quiera.

-         No temas Cronwen. Eso ya lo sé.


Pero los tiempos cambian. Y la vida te enseña que no puedes acostumbrarte a nada. Como en el mar con las mareas, todo cambia.
Lo que antes era blanco en un momento se vuelve negro,  el tiempo se agota en el reloj de arena  y hay que darle la vuelta.
 Los momentos dulces por los que pasaba la economía del país y el mundo en general se frenaron en seco. Y el estallido de la bolsa, sonó como la explosión de un globo al que se le insufla más aire del que puede contener.
 Los negocios empezaron a caer en picado y  el mundo entero se vio sumergido en una grave crisis de la que se auguraba que tardaría bastantes años en salir.

Este pesimismo hizo que la economía se frenara en seco. El negocio inmobiliario, cabeza madre de la economía, rodó en el cadalso y su sangre fue arrastrando a su paso todo cuanto encontraba.
El mundo atravesaba ahora una grave y profunda crisis de la que no se sabía aún cuanto tiempo podría durar. Pero los expertos auguraban que sería larga y penosa.

Esta crisis había arrastrado a Cronwen también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario