En la cafetería, terminando su segundo café, Luck pensó que Ernesto ya estaba concluyendo la
historia pero lo sorprendió de nuevo diciéndole que ahora iba a contarle algo que por ser distinto y sorprendente se
había reservado hasta este momento y le aseguró que su historia no era como las
demás experiencias que había podido leer de una ECM , había algo más. Entonces comenzó a relatar lo sucedido aquella mañana
en la que salió a la calle….y tímidamente se armó de valor para atreverse a
relatar lo ocurrido aquél día.
Luck, en un intento de ayudar, al verle en ese estado, se
esforzaba en hacer una valoración de su persona, albergaba dudas de si lo
vivido aquél día era producto del shock emocional por el que había y pudiera
estar pasando, valoraba si podría achacarse a las circunstancias sufridas por la ECM que había pasado y al estrés
bajo el que se encontraba. Le observaba intentando evaluarle, miraba sus manos,
la postura en la que se encontraba sentado, su respiración, le miraba las
pupilas…. buscaba síntomas en él que pudieran dar una fácil explicación a esos
fenómenos extraños que Ernesto vivió. Pero, no fue así, Ernesto parecía estar
bien.
Luck, se encontraba tan concentrado en su análisis que se
asombró al escuchar la retahíla contundente que Ernesto ahora le estaba
soltando.
-
No me andaré por las ramas Sr. Luck, necesito su ayuda
y no precisamente para que escudriñe en mi cerebro. Lo que necesito es entender
lo que me está pasando y poder controlarlo. Yo sé que lo que me ocurre es real,
que son fenómenos físicos y no es producto de mi imaginación. He empezado a experimentarlos justo después
de mi vuelta a casa. ¡por Dios deje de mirarme de esa manera!, ¡no
estoy perdiendo el juicio si es lo que piensa!
En un intento de que Luck le creyera Ernesto le contaba que
él ese día estaba dando un paseo por la calle y que no pensaba en nada, que
estaba relajado y tranquilo.
-
La primera vez ocurrió en la calle, salí a dar un paseo,
necesitaba tomar un poco de aire, me sentía atrapado en el piso, sentía ahogo y
decidí salir. Justo cuando estaba más calmado, cuando al fin conseguí relajarme
fue cuando creo que se desencadenó de una manera en la que aún no he llegado a
entender.
Isaac Luck no sabia nada acerca de Ernesto, así que la mejor
opción era realizar un esfuerzo acelerado para conocerle, saber qué clase de persona era antes de la ECM le habría sido de ayuda. Sabía que después de un ECM los
individuos no se comportaban de la misma manera, mudan sus conductas, sus
hábitos, su escala de valores se ve reconvertida…. Así que tenía que intentar
averiguar quién era aquel tipo que tenía frente a él, su vida antes de que le
ocurriera el trauma. Entonces, en un
intento de frenar y reconducir la conversación por donde a él le convenía le
dijo:
-
Pare un poco y vayamos por partes si le perece.
Pero Ernesto no le dejó hablar, quiso antes aclarar un punto
que a él le parecía importante:
-
Bueno pues para no dar más rodeos al asunto he de decirle
que lo que me pasa es que experimento fenómenos raros pero estoy seguro de que
no son provocados por mí. Soy capaz de ver una luz alrededor de los cuerpos de las personas y también puedo oír
sus voces en mi cabeza y estoy seguro que esto no parará aquí, tengo la certeza
de que esto irá a más. Si, ¡otra vez está usted poniendo esa cara! ¡Deje de
mirarme como si estuviera loco!, esto fue lo que me pasó. Y no puedo darle
pruebas de que NO son mis propios pensamientos, ha de creerme, no lo son.
Entonces Luck viendo que estaba poniendo nervioso a Ernesto,
intentó ir un poco más despacio y fue haciéndole preguntas:
-
¿Desde cuando le pasa esto?
-
¡Ya se lo he dicho!, fue el primer día que llegué a
casa la primera vez que me ocurrió,
después nunca más.
Luck quiso que fuera más explícito entonces le preguntó:
-
¿Qué es lo que pasó por su cabeza?
-
No soy capaz de entenderlo, simplemente oigo a los demás.
Nada más. Sus voces para mí no tienen ningún sentido, no es nada que tenga que
ver conmigo.
Luck , un buen escudriñador de mentes buscaba matices en las
palabras de Ernesto. Movido por la
deformación profesional se apresuró a emplear una regla que aplicaba a todos
sus pacientes: - lo más importante era “el
cómo”, y no “el qué” de lo que se contaba-
. Así que si quería ayudar a ese hombre tenía que hacer un perfil de él y cual
sastre que habría de diseñar un traje para su recién llegado cliente, tomaba
notas y guardaba detalles que parecían destacar de él. Una vez los tuviera
todos, sería más fácil señalar un diagnóstico.
Por su lado Ernesto, desmenuzaba los hechos sin dejar atrás
ni un solo detalle a la espera de que Luck
le diera respuestas, pero se llevó una gran decepción porque se dio
cuenta que el hombre que tenía frente a él no sólo no creía que esos fenómenos
fueran reales, sino lo que era aún peor,
ahora que por fin le hablaba , trataba
de convencerle de que todo lo sucedido era producto de su cerebro, improntas del subconsciente que quedaban
fijadas en la mente del individuo haciendo de las suyas a través de el consciente.
Realidades a medias que tenían una explicación derivada del trauma, pero estas “realidades” se asomaban para
manifestarse de manera incontrolada
porque las proyectaba el subconsciente.
Ernesto ya no pudo más, desesperado no le dejó que
continuara con su razonamiento, con lo que le parecieron claramente conjeturas, y enojado le interrumpió.
-
¿Sabe?, tal vez será mejor dejar el tema, usted no me conoce ni sabe nada acerca de mi
persona. Pero esto no es lo relevante, lo verdaderamente importante es que estoy
perdiendo el tiempo. Usted no podrá ayudarme.
-
Entiendo muy bien que no le satisfaga lo que le digo.
Pero créame aquí no hay nada de paranormal como usted se empeña en ver.
Ernesto, se quedó pensativo. Aquél hombre ¿porqué no se
limitaba simplemente a aceptar lo que le estaba pasando?, tuviera o no
explicación aquello le sucedía sin un
porqué.
Pero no podía culparle, seguramente, él mismo, si no hubiera
pasado por esta experiencia, tampoco podría creerla.
Aún a pesar saberse no creído, sintió alivio. Hablar con
alguien de lo que le sucedía, le había quitado una losa de encima que pudo más
que el enojo que le produjo. Y se le ocurrió preguntarle.
-
¿Y si pudiera verlo?, vivirlo, ¿qué me diría entonces?
-
No entiendo qué es lo que espera que le conteste, ya le
dije lo que pienso.
No, él no podía mostrarle su experiencia, lo que escuchaba o
veía, pero quizá habría otro modo para mostrárselo,
y Luck aún sin tener fe en sus palabras lo comprobaría. Y añadió:
-
Pienso que para poder entenderme ha de vivir lo que yo
vivo.
-
Eso no es posible, los dos lo sabemos…
Pero Ernesto siguió insistiendo en su idea. Le pareció que
era la mejor manera de que él pudiera ver que sus fenómenos eran reales,
entonces le dijo:
-
Tal vez si me acompaña usted una de estas tardes y me sucediera
de nuevo… vería lo que ocurre, aun siendo yo el que pasa por la experiencia,…
pero usted estaría conmigo yo le iría contando cuanto me sucede, luego podría investigar si se corresponde con
la realidad ó es un estado mental.
Luck pensó que no tenía nada que perder por intentarlo, eso
le permitiría conocerle mejor. Y lo que era aún más importante podría saber cómo
era antes de lo sucedido, y esto le ayudaría en su investigación. Mirándole con
cara de aprobación se lo hizo saber.
-
Me parece bien. Podemos intentarlo. Y a ver qué sale de
esto.
Y entonces se le ocurrió que sería bueno tener ayuda de
su equipo de médicos para estudiar estos fenómenos, si al final eran reales como Ernesto se
empeñaba en asegurar, necesitaría de toda la ayuda posible. Entonces pidió
permiso a Ernesto.
-
¿Me permite compartir este estudio con mi equipo para que
podamos valorarlo en conjunto y encontrar respuestas?
Pero vio su cara de
enfadado, y pensó que había metido la pata. Ernesto era una persona tímida y
reservada a la que no le gustaba hablar de su vida ni de sus sentimientos, y lo
que menos le gustaba en aquél momento era pensar que su historia llegara al
dominio público. Eso sería lo peor que podría vivir en estos momentos, y así se
lo hizo saber a Luck.
-
No. Esto “sólo” voy a compartirlo “con usted”. Ha de guardar silencio recuerde que como
paciente suyo me ampara el “secreto profesional”. Lo siento, pero las cosas son
así, ¿lo toma o lo deja?
-
Lo tomo, Ernesto, pero tenía que intentarlo. Lo siento, no pretendía hacerle sentir un conejillo de Indias, simplemente trataba de
buscar más ayuda.
-
Por ahora no quiero que nadie más conozca esto, ¿me ha
entendido bien?
-
Si, si. No se preocupe. Le ampara el secreto
profesional y mi palabra.
Luck ahora no sabía
muy bien si debía o no preguntar a su colega por la valoración médica que habían
hecho de él sin faltar a su palabra.
Pero por otro lado una cosa no tenía que ver con la otra. Así que ese terreno
no estaba vedado y quiso poner en antecedentes a Ernesto de que lo haría.
-
Una cosa Ernesto, supongo que no le importará que
documente su historia con las conclusiones que mis colegas dejaron en su
historial médico. Me serían de gran ayuda, y no estaría faltando a mi palabra.
-
Me parece bien si se limita sólo a ello. ¿Conforme?
-
Si, no se preocupe respetaré su deseo. Estaba seguro
que entendería que esta información es vital para mí y veo que así es.
A Isaac Luck nunca le dejaba de sorprender y fascinar la mente humana, albergaba la
esperanza en que tras aquellos fenómenos asomara de trasfondo el pasado de
Ernesto. Un pretérito intentando aflorar sin que él mismo fuera capaz de
reprimirlo. De ahí todas esas extravagancias físicas que su mente manifestaba.
Quiso entonces que le hablara de él, de su infancia,...
aquello que Ernesto consideraba relevante
de su vida mientras él seguía tomando notas.
Aguardaba atento, garabateando en su bloc, pero Ernesto
dispuesto a trazar en el lienzo un reflejo de lo que pensaba había sido su
vida, se tomó su tiempo antes de comenzar a pintar en él para pensar; reflexionado
sobre lo distinto que él era ahora de la persona que había sido, una persona
solitaria, tímida que organizaba su vida cuadriculadamente, que no dejaba un
sólo resquicio para la improvisación en ella. Y fueron esos pensamientos los
que le llevaron a descubrir lo mucho que estaba dejando atrás a ese hombre.
Ahora necesitaba del afecto de los demás, valoraba la cercanía de las personas.
Sentía algo que hasta ahora había evitado a toda costa: EMPATIA. Podía ponerse
en el lugar del otro y había empezado a
soportar la improvisación. En cuanto a sus afectos, no podía decir que tuviera
a alguien cercano en su vida, sus abuelos ya no vivían. De su madre y su
hermanastro no sabía nada desde que se fue al internado en el extranjero y del
amor tampoco recordaba haber tenido más que el recuerdo efímero de Lucía. A la
que veía todas las tardes después de practicar futbol, cuando iba a la
biblioteca para estudiar, para luego soñar con ella en el camino de vuelta al
campus y sentirse un tonto por no haberse atrevido a hablar con ella. Las
únicas palabras que había cruzado en su vida con ella habían sido saludos, y despedidas cuando se marchaba de la
biblioteca.
Entonces miró a Luck, tomó aire, y comenzó diciendo:
-
Me acompañan los recuerdos de una vida serena, por no
tener lances que hayan marcado mi existencia, no hay en ella nada que sea
relevante. Digo esto por si usted alberga esperanzas de encontrar una vida
extraordinaria. De ante mano ya le pongo en sobre aviso.
Y diciendo esto se dispuso a hacer un breve pero condensado
relato de lo que había sido su existencia.
-
Soy hijo de una
sirvienta, mi padre, a su vez era hijo del señor de la casa donde
mi madre trabajó hasta quedar embarazada. Mi madre dejó la casa y terminó
casándose para ocultar la deshonra con un hombre que también estaba empleado en
la casa de mi padre, con el tiempo regresaron a su pueblo natal, mis abuelos
pagaron unas tierras en las ellos se alojaron para trabajarlas y vivir de ellas,
yo pasaba dos semanas de los veranos allí con ellos. Mi padre era hijo único,
murió en un accidente de coche cuando yo tenía dos años. Así que a la edad de
tres años fui a vivir a la casa de mis abuelos a los que mi madre me dio en
adopción, recibí sus apellidos pero aquella no era una familia de afectos,
tenía a una nodriza que cuidaba de mí, a la que quise como si fuera mi madre,
murió cuando contaba yo cinco años y apenas la recuerdo. Cuando cumplí doce
años, mis abuelos, que pagaban mi
educación no importaba a qué precio con la esperanza de que yo fuera un gran
hombre en la vida, pensaron que así cumplirían con él compromiso de hacer de mí
un hombre de provecho. (Yo apenas tenía
tiempo para juegos),…. y cómo le decía, mis abuelos un buen día decidieron que era preciso salir en busca de un mejor
sitio para seguir educándome, y a partir de ese día crecí y me hice adulto en colegios
interno en el extranjero. Desvinculándome así de mi madre y mi hermano segundo,
no tuve una figura paterna, fui educado en las buenas maneras, sujeto a normas
y con mucha disciplina, respeto a los mayores y sobre todo enseñando a todos
con orgullo lo que mis abuelos habían
hecho de mí, con supino agradecimiento por todo lo que éramos y hacíamos por la
comunidad entre donación y donación de mis abuelos. Siempre fui un niño tímido,
que huía de las fiestas, evitaba a la gente y me sentía incómodo cuando estaba
en un público. Esto no me favoreció en mi trato con el sexo contrario, cuando
tuve edad de empezar a relacionarme con el sexo opuesto me encontré que aquello
era una tapia muy alta que nunca podía saltar. No sabía tratar con las mujeres.
Qué decir ó de qué hablar con ellas. Las desconocía completamente. No tengo
apenas recuerdos de mi madre y con mi abuela apenas he tenido relación. Todo
aquello me aisló de ellas en tal manera que siempre podía más el pudor que mi
acercamiento.
Luck, pensó que jamás había escuchado en tan poco tiempo el
resumen de la vida de alguien. La forma en que Ernesto contó su pasado pasando
por alto épocas importantes de la vida como la etapa de la juventud....le llevó
a hacerle una pregunta importante.
-
¿No te has casado ni tenido hijos?
Isaac se dio cuenta al tutearle que empezaba a sentir
empatía por él.
-
No, me volqué de lleno primero en los estudios y luego
en el trabajo y colmé así ese hueco que siempre estuvo insatisfecho. Tuve en mi
juventud un amor platónico del que guardo como un tesoro los sentimientos que
aquello me hizo sentir, ella nunca llegó
a saberlo. Aquello fue sólo para mí.
Isaac Luck , guardó silencio y anotó en la libreta la
palabra amor del pasado. Le vio tan afectado por lo que acababa de contarle que
consideró dejarlo de momento aparcado para continuar con ello más adelante.
Entonces volvió al plan que Ernesto le propuso para vivir con él su experiencia
y poder ver los fenómenos. Y le preguntó:
-
Volviendo a lo que te ocurre, ¿puedes provocar que
pase? O ¿es involuntario?
-
Yo diría que fue involuntario, recuerdo que me sentía
relajado, caminaba entre la gente y mi mente no pensaba en nada, simplemente
observaba y sentía. No sé si podrá ser provocado, pero se podría intentar.
Entonces decidió que era hora de dar por concluida su
primera entrevista, no debía alargarla, debía esperar y así se lo hizo saber
-
Por ahora, tenemos suficiente para comenzar a realizar
nuestro estudio. Sólo ten un poco de paciencia, ya verás como todo se va a
solucionar. No hay nada que yo vea que pueda ser peligroso así que no debes
preocuparte. ¿Permites que te tutee?
-
Claro, a estas alturas ya debe conocer más de mí que yo
mismo. Si que podemos tutearnos ¿por qué no?
Antes de cerrar su cuaderno para concertar su siguiente
cita, vio que iba a asistir a una conferencia a la que había sido invitado por
una profesora que era amiga de uno de sus colegas del proyecto. Y como sabía
que en ella se hablaría sobre el poder de la mente, creyó que sería una buena
idea proponerle a Ernesto que también asistiera. Así que se lo sugirió.
-
Esta semana próxima voy a asistir a un congreso que
dará una persona que me interesa mucho, me gustaría que me acompañaras pues
hablarán sobre los fenómenos que experimenta la mente cuando deja el cuerpo.
Creo que sería interesante para ti. Habrá mucha gente allí, gente muy
cualificada y experta en estos temas además entre ellos habrá gente que dice
haber experimentado una experiencia como la tuya mientras le ocurría la ECM ,
volví a contactar con la profesora hace dos días y nuevamente me conminó
asistir a este encuentro, ella dará una de las conferencias.
-
Eso es estupendo. Por fin habrá un resquicio de
luz a tanta incógnita. Cuente con que
iré y con que no pararé hasta descubrir
que es lo que me está pasando.
-
Le ayudaré en todo lo que me sea posible. Y si no soy
yo buscaré a otras personas que puedan hacerlo.
Isaac Luck no quiso despedirse de Ernesto sin que supiera
que “ocurriera lo que ocurriera”…. “todo se podría solucionar”. (Claro que
Isaac Luck aún ignoraba lo que el futuro después le mostraría, pero eso vendría
mas tarde. Como aún esto no había sucedido y lo que cuenta es el ahora….) se
despidió de él con una frase esperanzadora
en la que le dejaba ver a Ernesto que todo se iba a arreglar.
-
Bueno creo que hoy hemos avanzado mucho, déjame ahora
darte un consejo que deberás esforzarse en seguir: es imprescindible que ahora
recuperes tu vida, retomes el quehacer del día a día y sigas una rutina cuanto
antes. Eso es importante para la recuperación. En el centro tenemos un programa
que te será de utilidad, en él nos reunimos periódicamente para ver la
evolución y compartir experiencias de cada uno, te recomiendo te unas al grupo,
te será de gran ayuda.
-
Creo que después de
todo mi encuentro con usted no fue como auguré al principio.
Agradezco que usted insistiera en
prolongar nuestro segundo encuentro, y espero que éste sea el comienzo de una
fructífera unión. Voy a intentar seguir sus consejos y volveremos a vernos en
el centro.
-
Intenta disfrutar del regalo que te ha dado tu
experiencia. Deber verla como lo que es: “una segunda oportunidad”.
-
Así lo haré. Ha sido un placer Isaac, hasta la vista.
-
Adiós Ernesto. Cuídese....cuídate.
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