El día antes de su regreso, Petra, no imaginó lo que el destino le tenía reservado. A veces la manera en que algo llega a tu vida es como el caudal de un río, desborda esquemas y te descubre que somos mucho más de lo que pensamos y que siempre podemos ir un poco más allá.
Era último día que pasaría en España, sentía un poco de
pena, ya no por regresar sino porque su viaje aunque resultó como esperaba no
era lo que hubiera deseado, se iba sin vivir una aventura.
Desayunando en la cafetería del hotel, sentada en una mesa
desde la que podía ver la piscina y el mar de fondo perdiéndose en el
horizonte, mojaba la tostada en el café ensimismada en su melancolía, sintió el
“chop” del pan que se había deshecho cayendo en la taza con tal fuerza que
salpicó por todos lados fuera de la taza, su blusa quedó llena de lunares. En la mesa de enfrente, un
chico de su edad, trajeado y con maletín, que no pegaba ni con cola allí y guapísimo,
la observaba, y sonreía al ver lo ocurrido.
Ella, al darse cuenta, se puso roja, y apartó la mirada. Entonces
él se levantó y se fue.
Petra decidió subir a la habitación para cambiarse la ropa, y
cuando se acercaba al ascensor lo vió,
qué coincidencia, le dio un pellizco en la barriga, y se alegró, aunque sintió
vergüenza por lo que había ocurrido momentos antes. Sus miradas se cruzaron, y ella, notó que el
calor le subía a sus mejillas, sabía que se estaba poniendo roja como un tomate,
y rápidamente cuando se percató de que se miraban desvió la vista al suelo.
Echó un vistazo a los demás que junto a ellos también
entraron en el ascensor. ¡Ay diós! ¡Subía tan lento que parecía que no se movían!
Quería bajar ya, ¡el corazón le latía tan deprisa!, más de lo normal “Qué guapo,…
¿Porqué no dejará de mirarme? Seguro que debo de parecerle tonta.”.Pensó.
Y sin saber cómo, dijo…. “He olvidado pulsar el botón ¿Podrían
darle al once?”, con la mirada puesta en él.
Él no dijo nada, simplemente asintió sonriendo, “Vamos a la
misma, ¡Qué coincidencia!” Se dijo ella.
La planta once, era la más conflictiva del hotel, la Dirección tenía por
costumbre alojar allí a los huéspedes más jóvenes, por ser ésta, la más alejada, de esa forma se
aseguraban de que no molestaran al resto.
“No tiene pinta de turista, va trajeado, con maletín,... es un YUPI…. ¡Pero qué guapo!”
En ese momento las puertas se abrieron quedando solos en el
ascensor, él se aproximó a la puerta y ella pensó “ya se va, para variar, me
equivoqué”, pero él esperó a que las puertas volvieran a cerrarse y cuando el
ascensor continuó la marcha, estirando el brazo pulsó el botón de parada, el
ascensor se detuvo entre dos plantas. Lo miró incrédula, aunque por alguna
razón, que no supo, no estaba asustada “¿que está haciendo?” pensaba.
No podía creer lo que acababa de suceder, aunque no sintió
temor. Y no dijo ni una palabra, él la miraba y sonreía. Entonces, ella dijo
“Es usted idiota, pulse de nuevo el botón o me pondré a gritar como una loca”
Y él, sin darle tiempo a nada más dijo por fin “No, espera,
no digas nada, no soy ningún loco, no
temas. Sólo quiero que me escuches un momento, por favor volveré a pulsar el
botón, te lo prometo, no soy peligroso, ¡De
verdad!, ¡Mírame bien! Aquí estás a salvo, cuando quieras puedes darle tú misma
al botón, pero antes por favor, ¡No seas como el resto, abre la mente y escucha
lo que voy a decirte!….por alguna razón que no llego a entender estoy haciendo
esto,… Sólo se que tengo que conocerte, que me intrigas, me intrigas mucho.
Desde que te vi no dejo de preguntarme
“qué has venido a hacer aquí” No
parece que estés de vacaciones, más bien pareces un detective, espías a
alguien, lo sé, pero eso no importa, no es eso por lo que quería hablarte.
Verás, desde que te ví, me atraes, ya sé, no es la forma de acercarse a un
chica, pero tú eres como yo, rara,… hay muy poca gente en este mundo por la que
yo haya sentido o sienta esta clase de curiosidad, ¿me entiendes?…., tu sonrisa,
es preciosa. Eres solitaria, escurridiza, y no es fácil acercarse a ti…. Tengo
la mala costumbre de parecer presuntuoso, pero es que no se me dan bien las
personas, quizá es porque soy muy bueno en saber cómo son con sólo observarlas,
es un defecto con el que nací, y nunca me equivoco, quizás el éxito en la vida laboral
me haya venido por ésta cualidad, ….ahora mismo me encantaría robarte un beso, no
me mires así yo sé que te gusto, es la pura verdad, y ya sé, otra vez suena arrogante, pero no lo
es, es sinceridad aunque parezca descaro
me conformo con que me dejes pasar la mañana de hoy acompañándote, que
me des la oportunidad, te prometo que no voy a hacer nada que ponga en peligro
tu integridad, nada que tú no quieras…., así, por lo menos tendré unas horas
para conocerte, no digas nada, espera déjame decir una última cosa…., esta mañana supe que te quedarás
hasta mañana por la mañana, y yo he cambiado mis planes y he dejado la mañana
libre, otra vez parece arrogante, pero no lo es, sólo es arriesgado. Si quieres, dentro de media hora estaré abajo
en la cafetería de la piscina esperándote, y no te quepa duda de que ¡allí
estaré! , esperándote, aunque no vengas, allí me quedaré. Por favor piénsalo,
¿vale? sé que estás pensando que esto es muy raro, pero ¿qué no lo es?.. A
veces es mejor hacer algo alocado que dejar pasar una oportunidad, tú me
intrigas mucho…, Desde que llegaste al hotel y te ví, no puedo pensar en otra
cosa, que querer hablar contigo…, esa
gran pamela y con el móvil todo el tiempo en las manos apartada de todo el
mundo, con un libro en las manos….me
dije, es tan rara como yo, tengo que hablar con ella.”
La puerta del
ascensor se abrió, y ella se fue sin mirar ni una sola vez atrás. Tenía mucho
en qué pensar.
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