jueves, 6 de febrero de 2014

El día antes de la vuelta a casa de Petra

El día antes de su regreso, Petra, no imaginó lo que el destino le tenía reservado. A veces la manera en  que  algo llega a tu vida es como el caudal de un río, desborda esquemas y te descubre que somos mucho más de lo que pensamos y que siempre podemos ir un poco más allá.

Era último día que pasaría en España, sentía un poco de pena, ya no por regresar sino porque su viaje aunque resultó como esperaba no era lo que hubiera deseado, se iba sin vivir una aventura.
Desayunando en la cafetería del hotel, sentada en una mesa desde la que podía ver la piscina y el mar de fondo perdiéndose en el horizonte, mojaba la tostada en el café ensimismada en su melancolía, sintió el “chop” del pan que se había deshecho cayendo en la taza con tal fuerza que salpicó por todos lados fuera de la taza, su blusa quedó  llena de lunares. En la mesa de enfrente, un chico de su edad, trajeado y con maletín, que no pegaba ni con cola allí y guapísimo, la observaba, y sonreía al ver lo ocurrido.
Ella, al darse cuenta, se puso roja, y apartó la mirada. Entonces él se levantó y se fue.

Petra decidió subir a la habitación para cambiarse la ropa, y cuando se acercaba al  ascensor lo vió, qué coincidencia, le dio un pellizco en la barriga, y se alegró, aunque sintió vergüenza por lo que había ocurrido momentos antes.  Sus miradas se cruzaron, y ella, notó que el calor le subía a sus mejillas, sabía que se estaba poniendo roja como un tomate, y rápidamente cuando se percató de que se miraban desvió la vista al suelo.
Echó un vistazo a los demás que junto a ellos también entraron en el ascensor. ¡Ay diós! ¡Subía tan lento que parecía que no se movían! Quería bajar ya, ¡el corazón le latía tan deprisa!, más de lo normal “Qué guapo,… ¿Porqué no dejará de mirarme? Seguro que debo de parecerle tonta.”.Pensó.

Y sin saber cómo, dijo…. “He olvidado pulsar el botón ¿Podrían darle al once?”, con la mirada puesta en él.
Él no dijo nada, simplemente asintió sonriendo, “Vamos a la misma, ¡Qué coincidencia!”  Se dijo ella.
La planta once, era la más conflictiva del hotel, la Dirección tenía por costumbre alojar allí a los huéspedes más jóvenes,  por ser ésta, la más alejada, de esa forma se aseguraban de que no molestaran al resto.

“No tiene pinta de turista, va trajeado, con maletín,... es un YUPI…. ¡Pero qué guapo!”

En ese momento las puertas se abrieron quedando solos en el ascensor, él se aproximó a la puerta y ella pensó “ya se va, para variar, me equivoqué”, pero él esperó a que las puertas volvieran a cerrarse y cuando el ascensor continuó la marcha, estirando el brazo pulsó el botón de parada, el ascensor se detuvo entre dos plantas. Lo miró incrédula, aunque por alguna razón, que no supo, no estaba asustada “¿que está haciendo?” pensaba.
No podía creer lo que acababa de suceder, aunque no sintió temor. Y no dijo ni una palabra, él la miraba y sonreía. Entonces, ella dijo “Es usted idiota, pulse de nuevo el botón o me pondré a gritar como una loca”
Y él, sin darle tiempo a nada más dijo por fin “No, espera, no digas nada,  no soy ningún loco, no temas. Sólo quiero que me escuches un momento, por favor volveré a pulsar el botón, te lo prometo,  no soy peligroso, ¡De verdad!, ¡Mírame bien! Aquí estás a salvo, cuando quieras puedes darle tú misma al botón, pero antes por favor, ¡No seas como el resto, abre la mente y escucha lo que voy a decirte!….por alguna razón que no llego a entender estoy haciendo esto,… Sólo se que tengo que conocerte, que me intrigas, me intrigas mucho. Desde que te vi no dejo de preguntarme  “qué has venido a hacer aquí”  No parece que estés de vacaciones, más bien pareces un detective, espías a alguien, lo sé, pero eso no importa, no es eso por lo que quería hablarte. Verás, desde que te ví, me atraes, ya sé, no es la forma de acercarse a un chica, pero tú eres como yo, rara,… hay muy poca gente en este mundo por la que yo haya sentido o sienta esta clase de curiosidad, ¿me entiendes?…., tu sonrisa, es preciosa. Eres solitaria, escurridiza, y no es fácil acercarse a ti…. Tengo la mala costumbre de parecer presuntuoso, pero es que no se me dan bien las personas, quizá es porque soy muy bueno en saber cómo son con sólo observarlas, es un defecto con el que nací, y nunca me equivoco, quizás el éxito en la vida laboral me haya venido por ésta cualidad, ….ahora mismo me encantaría robarte un beso, no me mires así yo sé que te gusto, es la pura verdad,  y ya sé, otra vez suena arrogante, pero no lo es, es sinceridad aunque parezca descaro  me conformo con que me dejes pasar la mañana de hoy acompañándote, que me des la oportunidad, te prometo que no voy a hacer nada que ponga en peligro tu integridad, nada que tú no quieras…., así, por lo menos tendré unas horas para conocerte, no digas nada, espera déjame decir una última  cosa…., esta mañana supe que te quedarás hasta mañana por la mañana, y yo he cambiado mis planes y he dejado la mañana libre, otra vez parece arrogante, pero no lo es, sólo es arriesgado.  Si quieres, dentro de media hora estaré abajo en la cafetería de la piscina esperándote, y no te quepa duda de que ¡allí estaré! , esperándote, aunque no vengas, allí me quedaré. Por favor piénsalo, ¿vale? sé que estás pensando que esto es muy raro, pero ¿qué no lo es?.. A veces es mejor hacer algo alocado que dejar pasar una oportunidad, tú me intrigas mucho…, Desde que llegaste al hotel y te ví, no puedo pensar en otra cosa, que querer hablar contigo…,  esa gran pamela y con el móvil todo el tiempo en las manos apartada de todo el mundo, con un  libro en las manos….me dije, es tan rara como yo, tengo que hablar con ella.”


 La puerta del ascensor se abrió, y ella se fue sin mirar ni una sola vez atrás. Tenía mucho en qué pensar.

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