jueves, 10 de octubre de 2013

Secretos

Desde su cama podía ver los campos. Atardecía y sobre una rama del viejo olmo del jardín retorcido por los años de poniente, una pareja de grajos se abrigaba guareciéndose del frío, un frío que calaba su alma entumecida. Escuchó el llanto de su gato, y a los pocos minutos, éste entró en la habitación cruzando los pies de su cama. Pensó que todas esas señales eran avisos de lo que se acercaba.

 La lentitud de su débil pulso, fue el último detonante, y quizá también lo que le infundió en Juan, el valor que necesitaba para contar su secreto.

Un secreto guardado durante años es una pesada losa en el corazón de los amantes. Si no salía de sus labios entonces cruzaría con él hasta el otro lado, le acompañaría atormentándolo. Dejando una cuenta pendiente que le restaría a su alma su descanso en paz . 

Hizo un último esfuerzo, y tomando aire buscó la mirada dulce de su querida Nemesia, la mujer seguía al lado de su cabecera. Había permanecido allí los mismos años que él llevaba en cama. 
La hora se acercaba y le pidió que buscara en su chaqueta una carta, ésa que nunca tuvo el valor de mostrarle.

Ella la leyó para sus adentros. Decía así:

 En Tánger, a 19 de Mayo de 1946.


 Querido Juan, en éste tiempo he conseguido reunir el valor necesario para poder confesarte mi secreto, tras tu marcha, di a luz a nuestro hijo. Sabía que no volvería a verte, por éso no pude sacar de mi vientre lo único que me quedó de tí. No ha sido fácil, lo he pagado caro, hasta el último céntimo. Pero es algo de lo que jamás me arrepentí. 
Me costó abrirme camino, ser mujer y madre sin esposo aquí, me cerró puertas, pero ten la seguridad de que a nuestro hijo nunca le faltó ni le faltara nada mientras me quede un soplo de vida, ya sabes que sé ganarme la vida. 
Nunca he tenido miedo a nada. Sin embargo, algo ahora me desvela... Vivo con el temor de que si yo faltara.....mi hijo se quedaría sólo. Recurro a ti, porque eres la única persona en el mundo a quién podría importarle. Cuando mi familia supo de mi embarazo me repudió, teniendo que vivir sin su amparo. 
Pero estate tranquilo, que llegado el momento si decides ayudarle, si tú no se lo dices, no sabrá que eres su padre. Solo te pido que le des trabajo, para que pueda ganarse el pan y un techo, en el caso de que yo falte. 

Tuya siempre, 
Fátima.

Nemesia, terminó de leer la carta y volvió a guardarla dentro del sobre, no dijo nada, su semblante seguía siendo el mismo, sostuvo nuevamente su mano. 


-Hace diez años ya, que fui a conocer a mi hijo... , Su madre, se casó con un europeo. Mi hijo vive con él. Estas son sus señas. 

Dijo secamente Juan. Mientras sacaba la pequeña fotografía de un niño para mostrársela. 
Ella, la sostuvo en su mano sin mirarle. 

-La vida no nos dio hijos, y ahora que voy a morir, has de saber que éste hijo siempre fue nuestro en mi corazón, y que si no te lo conté, fue porque no quería que sufrieras pensando en que me marcharía o te dejaría. 
Siempre albergue la esperanza de que me darías hijos. Pero éstos no llegaron y pensé que lo mejor sería no contarte mi secreto. Pues no podía apartarlo de su madre. 
Cuando recibí la carta, intuí que algo malo habría sucedido, su fecha era muy anterior a la de ése día, más tarde supe que fue su marido quién la envió. Él me comunicó la noticia de su fallecimiento. 
Nemesia, sé que es duro lo que te pido, pero si le aceptas tendrás el hijo que siempre has querido y no estarás sola.

Nemesia, le miraba acariciando su mano, sin decir ni una palabra. Tenía mucho en que pensar, después de todos los años que pasaron juntos,...había esperado a morirse para confesar que había tenido una amante,.... pasó los mejores años de su juventud esperándole,....Al volver enfermó y cuidó de él día y noche, .... siempre a su lado, y ahora, precisamente ahora, se enteraba de que lo que más había querido que él le diera en el mundo, se lo dio a otra mujer.

Juan exhaló su último aliento de vida y ella le cerró sus ojos,  devolviendo la carta al bolsillo de su chaqueta. 

Se quedó mirando la foto.Y como si él aún estuviera allí con ella, fue a  buscar el álbum familiar, abriéndolo por la última página colocó la foto allí, y se quedó mirándola, rozó el dedo pulgar por su estampa suavemente mientras en sus adentros resonaba el nombre de Juanito, y  la llevó hasta la cama de su marido.

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