lunes, 26 de agosto de 2013

Soledades



Ella es la amapola de los versos de Espronceda, la que asoma en medio del  trigal resplandeciendo. Y sin embargo no se daba cuenta.

Ya había amanecido,… Echa un gurruño bajo las sábanas, sacaba el brazo para  posponer la alarma y dilatar las horas, pero ésta volvía a sonar cada diez minutos alejándola del sueño. Y fue la intensa luz del medio día, la que al final  terminó por sacarla de la cama.

Junto a la cabecera, en el suelo, como testigos mudos de su vigilia quedaron los  somníferos, un folio en blanco encabezado por  “pros y contras” y un par de libros: “Bella del Señor” y “La insoportable levedad del Ser”.



De mala gana, salió de la cama atropelladamente, devolvió las pastillas al cajón, regresó los libros  a la estantería, y arrojó  en la papelera la  menuda lluvia de su folio.

Medio adormilada, sostenía el albornoz caminando de puntillas por el frío suelo de terrazo hasta el baño, y la humedad le acarició un pie.
Debía volver a llamar al fontanero,
....pero ahora no tenía tiempo, .... no había ido a comprar: un manguito,  pegamento,  silicona blanca, y un tapón para el lavabo,...”Dios, que sola estoy” se dijo mirándose en el charco mientras un suspiro escapaba de su boca.

¡Y era tan tarde!…., pero ¿quién la echaría de menos? Conectó el pequeño radiador de aire y la radio, dejando correr el agua de la ducha. Por las juntas de las ventanas se colaba a ráfagas el aliento de Enero helándole los huesos bajo su gran albornoz, mirando el agua correr disgustada por la espera. ¡Y era tan tarde!….,aún no sabía cómo se había ido la mitad del día mientras ella lo soñaba.

Frente al espejo oxidado, de mala gana comenzó a desenredarse el pelo. …¡Tan tarde!…. ¡Y no había a quién dar excusas!

Se quitó las braguitas negras de encaje y sentada en el taburete, metía y sacaba un pié del baño para comprobar el agua.

Miró una pila de revistas de la cesta...pero era tan tarde… ¡tardísimo!….dijo pasando revista a los famosos mirándose intermitentemente en el espejo hasta que éste comenzó a empañarse.

Al descorrer la cortina de plástico de la bañera,  quedó a la vista  buena parte del horrible alicatado y la feísima cenefa de los 70, y su momento glamour en prensa se le cayó a los pies.

¡Dios qué tarde era!….pero ¿qué iba a poder hacer ella?, recordó que esperaba la llamada del fontanero,  ...., luego conectaría el móvil.....  Y cerrando los ojos, el agua caliente resbalaba ya por su pelo arrastrando cada mal  pensamiento de la noche, dejándola ingrávida,  llevándose su peso, ella ascendía por la escala musical que en la pequeña radio comenzaba ahora  a sonar ...

“It´s raining men,… aleluya, it´s raining men, …”

y que a modo de revelación, le recordó a Bridges Jones bailando bajo su gran tormenta. Y como ella, bailó sin parar  hasta que acabó la canción.

Exhausta , recogió el albornoz del suelo, hizo burla a la mujer del espejo y salió de la bañera diciendo:
-Tranquila, ya se te ocurrirá algo -

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