lunes, 28 de enero de 2013

El ladrón del Códice


Siguiendo el plan, guardé el Códice junto con las copias que le hice en el garaje de mi cuñado, dentro de un pequeño hueco falso que simulaba ser pared. Más tarde, tras escuchar el escándalo que se desató y que era noticia de primera plana en todos los diarios,  supe que aquello me venía muy grande, dándome cuenta del lío en el que me encontraba. En aquellos momentos, el cerco se estrechaba, y mi mente galopó a mil por hora …..

“-Joder, no …éste se ha ido de la lengua ...no tiene pruebas, no pudo verme, me ha acusado para escurrir el muerto, sabe que soy un desgraciado muerto de hambre y qué le importa a él lo que me pase con que ya  estoy hablando con Jorge .....tenemos que dejar muerto el asunto mierda pero qué …no..no................ eso
eso si que no.. voy a deshacerme de él cuanto antes y nadie sabrá que lo robé.. y cuando pueda terminaré de vender la copias al mejor postor ¿y sí se chivan?….ninguno se va a ir de la lengua ¿y este experto quién es? ….mejor ladrón de obras de arte…¿que no podré vender el Códice? arte yo si que tengo arte……ja  mejor que él … ¿y qué me importa a mi que no pueda venderse? mejor….. así me pagarán mejor las copias... lo voy a destruir y punto que carajo ¿sospechar de mi?…. nadie… jamás…  un garaje que no es ni mío …..mi cuñado es un blandengue tendré que untarle un poco más para que no se vaya de la lengua ..como se lo cuente a mi hermana …no ella no puede saberlo…. si ella lo sabe correrá como la pólvora y la pólvora explotará en mi cara ….la cara que puso el abad cuando vio que no estaba el libro…seguro que supo que fui yo…jajaja...ya no podrá seguir pavoneándose delante de los peregrinos enseñándolo a quién él le viene en gana……se ha caído con todo el equipo….jajaja…..se creía muy listo ….”

Siempre pude entrar y salir a mi antojo de la Catedral mientras las obras se ejecutaban, como su albañil, el abad me conocía bien, considerándome de su confianza,  a tal punto bajó la guardia, que aquel día al salir, olvidó cerrar el cuarto en donde se guardaban uno de los mayores tesoros que custodiaba la Catedral. Le aceché y cuando le vi salir de allí, no me lo pensé dos veces: Entré en la sacristía,  “también se había dejado abierta la puerta del armario”  y allí estaba el Libro, “el Códice”.  Era mi momento, todo estuvo a mi favor, las cámaras de seguridad no grababan desde hacía ya tiempo. Puse el pesado libro junto a un par más en un saco de obra que llevaba conmigo y salí de allí directamente al garaje de mi cuñado, a quién confesé e hice cómplice de mi hazaña.
Llegué a la conclusión de que el abad había sido el culpable de mi delito, por dejar la tentación sin guarda, presumía contando a todos con gran orgullo que su valor era incalculable
Hoy leyendo las declaraciones que el abad ha hecho sobre el robo en los diarios, queriendo salir al paso del escándalo, y diciendo que el personal que trabajaba en las obras era conocido por todos,  que después de años trabajando allí…en fin…he tenido la certeza de que sabe que he sido yo.… será cuestión de días que mi hermana cante o que mi cuñado se ablande y termine por delatarme, o revelar el paradero del botín, lo que no sabe es que yo tiraré de la manta y  también será su ruina. Pasaremos muchos días a la sombra, no sólo yo, sino todos nosotros, pobre imbécil.


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