Corrientes de aire frío invadieron la casa mientras la copla de Doña Concha Piquer sonaba a todo
volumen. Lola había llegado al nº 43 de la
c/ Melodía.
Horas antes de aquella misma mañana, Lola escuchaba los mensajes de su móvil. En uno, un anónimo solicitaba sus servicios en un pequeño apartamento en la c/Melodía. Debía recoger un sobre en la portería del edificio, y regresar allí las llaves al terminar...., el pago era el convenido, pero por ser algo urgente se le pagaría un poco más de lo estipulado....
Lola, limpiaba por horas, y su tarifa la había grabado en el contestador del móvil, al que sólo llamaban clientes o conocidos de ellos, la mayoría ya eran fijos aunque últimamente como la cosa iba de mal en peor, sufría la consecuencia de los recortes.
"parece poca faena y el cobro con propina"
Pensó que aquel encargo le venía caído del cielo, aliviando la escasez de liquidez que atravesaba en estos momentos.
Instante antes, siguiendo la indicaciones de su anónimo patrón, recogió en la portería las llaves del piso, en un
sobre cerrado en el que escrito a máquina podía leerse: – Para la Sra. Lola , planta 3ª - 3- , además de las llaves del piso, dentro también había un billete de cien euros y al verlo sintió un pellizco en la barriga de emoción, pensó -¡Por Dios que
no sea falso! -Desde el portal, se encaminó al piso mirando el sobre sin apenas fijarse por dónde iba, no había señas de quién le hacía el encargo, sólo la llave y el dinero.
Hasta no estar frente a la puerta del piso, no se percató de que algo raro pasaba, en la puerta había una cinta amarilla que la atravesaba.
'¡Ay señor!, ¡¿A que va a ser de esas de las que utilizan en las películas policíacas?!'
Y miró de nuevo el sobre para cerciorarse de que no había equivocado el número del piso. Luego, y mirando a ambos lados del pasillo, tiró del precinto amarillo que sellaba la puerta, y dejándolo caer en el suelo se dijo “esto no voy a contarlo, y si me preguntan diré que me lo encontré así”.
Hasta no estar frente a la puerta del piso, no se percató de que algo raro pasaba, en la puerta había una cinta amarilla que la atravesaba.
'¡Ay señor!, ¡¿A que va a ser de esas de las que utilizan en las películas policíacas?!'
Y miró de nuevo el sobre para cerciorarse de que no había equivocado el número del piso. Luego, y mirando a ambos lados del pasillo, tiró del precinto amarillo que sellaba la puerta, y dejándolo caer en el suelo se dijo “esto no voy a contarlo, y si me preguntan diré que me lo encontré así”.
Pero sus labios menudos
que siempre perfilaba de rojo chillón, cantaban a la mínima de cambio y siempre terminaban por meterla en líos,... líos que repicaban como el clic-clac de los tacones de aguja que balanceaban su larga
melena azulada de tinte casero, y que hoy, esparcía aroma a jazmín de la moñita que artísticamente se había prendido en el pelo justo antes de salir de casa.
- Nadie- pensó,
-éste piso era de alquiler, me da que se quedó vacío.... y ¡veremos a ver!-
Entonces aprovechando la intimidad que le daba la soledad,
allí mismo cogió el bambo de su bolsa y se lo metió por la cabeza, -“ea”- dijo -“ya estoy dispuesta, ahora el delantal
y la fregona- , y dicho esto se puso un pañuelo en la cabeza. Pero entonces un
hilo del pañuelo se le quedó enganchado
haciendo que le saltara una uña, -“otra”- dijo mirándose el dedo con cara de
disgusto. Las uñas le hacían juego con
sus pantalones de lycra morados, los
llevaba enfundados cual revolver, tan ceñidos que se le señalaban las bragas hasta
el infinito. Con gesto de disgusto soltó la fregona que olía a una mezcla de
cloro y amoniaco, y dijo a boca llena
–
¿Yo? , ¡No!, guantes ni hablar, que no, que yo no uso
guantes que no se limpia bien -
El piso no era tal, era un apartamento que había servido de oficina, tenía un pequeño office desde el que se distribuían las habitaciones, una de ellas un aseo pequeñito. Las puertas estaban abiertas,
y desde el distribuidor podían verse las habitaciones, ella había entrado abriendo las ventanas de par en par, y se dejó una atrás, la de enfrente, porque no tenía ventanas.
Enciendió la luz de ésta habitación que estaba a oscuras, y su
sorpresa fue mayúscula, pensó que antes, se había equivocado, dando por hecho que
el piso estaba vacío, aquella habitación estaba amueblada, había papeles encima de la mesa aún, cómo si alguien hubiera tenido que irse con prisas de ella dejándolo todo revuelto, había una silla que parecía haberse dejado a posta en medio de la habitación. De
hecho las estanterías estaban llenas de libros y en la pared de al lado había una caja fuerte que
había quedado a la vista tras un cuadro. Se acercó y comprobó que estaba cerrada
.
-
Dios mío- gritó al mirar al suelo –pero si aquí se han cargado a alguien-
anunció de viva voz tras la impresión de ver la silueta de un hombre pintada
con tiza en el suelo. –Ya me parecía a mí que eso era mucho dinero Lola-
Sin tocar nada más, añadió -No sé quién me ha hecho este encargo, pero no
va a hacerme una faena, esto no me da buena espina Lolita, mira que al final
vas a terminar cargando tú con el muerto de otro- , pero al recordar que ella ya
había cobrado el dinero dudó…, -qué importaba,
aún así, todavía podía dar marcha atrás, salir de allí a escape, antes de que
alguien la viera…, eso mismo, ella nunca estuvo allí-. una cosa le llevaba a otra en su torrencial búsqueda de soluciones –Bueno, queda el portero,
que me dio el sobre. Tendré que darme prisas antes de que se vaya de la lengua-
Y diciendo esto se cambió la ropa y
salió a escape del lugar dejándolo todo abierto, menos la puerta de entrada al
apartamento que cerró si importarle que el precinto quedara en el suelo.
Por el pasillo pensó, - ¿y si ahora cogen mis huellas?- y se
dio media vuelta al piso.
–Mira que eres tonta a veces Lola, ¿es que no te sirve de
nada ver películas policíacas?, ahora mismo vas a borrar las huellas y dejarlo
todo como lo encontraste, pero cagando leches, no sea que llegue la pasma y te
pille. Uff, cuando le cuente esto al señor Ernesto no se lo va a creer. Anda, pero qué huellas, ni qué niño muerto, si yo no estoy fichada, yo estoy mas
limpia que un jaspe. Corre ya de aquí Lola, que algunas veces no tienes asunto,
y te faltan entendederas.
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