miércoles, 30 de mayo de 2012

Despertares.Cap.7 "Para mis "Guerrer@s de la Luz"


De camino a su casa Ernesto se recordó que debía aprovechar el tiempo, sabía muy bien que su periplo en esta vida era limitado, la imaginó como un paquete de arroz del que cada día gastaba un grano. La idea de tener a la vista el contenido e ir viendo como se iba vaciando lenta pero inexorablemente le turbó. Cada grano gastado, consecuencia de un día vivido, no debía ser desperdiciado, habría de germinar. Lo finito de la vida  le causó premura y desazón. Pensaba que aún quedaban cabos sueltos, como el amor, de él quería experimentar su pasión, el desenfreno y quemarse entre sus llamas  hasta arder como una tea llegando al fin hasta sus últimas consecuencias.  Y haría lo que fuera para provocar  que ocurriera.

La pregunta que le había hecho Isaac Luck le hizo que aún lo deseara más: “¿Ha estado casado, tenido hijos?” Le faltó el valor para confesarle que en realidad no había conocido el amor, nunca había acariciado un cuerpo desnudo, ó besado  apasionadamente. Sólo sabía de amores  platónicos por consiguiente soñaba lo que imaginaba que sería. Era el amor que sintió por Lucía. ¿Qué habría sido de ella?, se habría casado, tendría marido e hijos, ¿estaría separada?. Todo podía ser. Vivir en pareja no daba las garantías de encontrar el amor. Después de todo, él no era el único que andaría buscándolo, aunque sí fuera de los pocos que aún no lo hubiese experimentado. Ahora mas que nunca lamentaba el tiempo perdido, y recuperarlo era uno de sus nuevos propósitos.


Frente al espejo estuvo de acuerdo en que había llegado la hora de ir cambiando un look con el que ya no se sentía identificado, esa pinta de ejecutivo trajeado estaba fuera de lugar, estaba ridículo vestido así, y mucho más en casa. Mañana iría a comprar ropa nueva. Sacó la agenda y  mientras la ojeaba sonrió al  comprobar que desde que no iba a trabajar apenas hacía anotaciones, solo citas de  revisiones médicas. Como su teléfono, vacío de llamadas.  Detestaba sentirse sólo,  nunca antes había necesitado tanto la compañía de los demás.

Pero caminar con nuevo rumbo conllevaba inevitablemente una adaptación. Aceptar nuevos retos implicaba romper viejas barreras. Ver la vida con una mirada diferente le obligaba ahora a socializar para no sentir soledad.  Provocándole ansiedad por no saberse a la altura.

La mañana siguiente despertó con sonidos de cacharros que venían de la cocina, Lola ya estaba en casa, desde su accidente ella comenzaba la limpieza lejos del dormitorio para no despertarle. Ernesto se puso su bata y fue a hablar con ella.

-         ¡Buenos días Lola!, me alegra tenerla por aquí.
-         ¿Cómo se encuentra?, siento haberle despertado. …Pero es que hoy tenía que hacer otra casa,  así que pensé que si llegaba más temprano podría hacer las dos.  Y ya ve,  lo que he conseguido es que usted no haya podido descansar. ¡Ay señor!, no sabe cuanto lo siento.
-         No importa Lola, ya pasé mucho tiempo en la cama del hospital, ahora tengo que recuperar el tiempo perdido.
-         Cuánto me alegra escucharle hablar así, preparé café, siéntese que enseguida le sirvo una taza.
-         ¿Lola usted tiene hijos?
-         ¡Claro!, dos, son mi razón de luchar en la vida. Aunque ya no viven conmigo, están lejos…no sabe cuanto les echo de menos.
-         ¿Entonces vive usted sola?
-         Yo me casé muy joven y mi marido falleció siendo mis hijos aún pequeños, pero ese hombre nunca fue un buen padre, bebía demasiado y  nos hizo sufrir mucho a todos. Tras su muerte tuve que criar sola a mis hijos lejos de mi país porque cuando nos casamos él no encontraba trabajo y nos marchamos a Francia, allí nos esperó una vida de vendimia muy dura pero nos permitió salir adelante. He trabajado muy duro,  de sol a sol en el campo, pero conseguí que a mis hijos nunca les faltara el pan. Me siento muy orgullosa de mis hijos y cuando miro atrás todo lo vivido merece la pena por ellos.

No hay en la vida motivación mayor que la de sentirse necesitado, pensó él, eso era lo que la había hecho resistir junto a un hombre que la maltrataba y no abandonarse ni un solo momento a todo el sufrimiento que ello le había traído a su vida. Los hijos fueron el timón que sostuvo su barco para no venirse a pique. ¿Pero y el amor?, ¿cómo resistió a ese desprecio? ¿Tal vez seguía enamorada de él y por eso no le había abandonado?
No le hizo falta preguntarle, ella continuó contándole….
-         Resumiendo, mi marido era un inútil del que mis hijos y yo no nos vimos libres hasta que él mismo terminó por acabar con su vida….y no crea que no le lloramos, pero el tiempo pasó y nos dimos cuenta de aquél infierno cuando pudimos al fin salir de él.
-         ¿Y cómo es que no se separó de él?
-         Ay, qué sé yo,  yo siempre pensé que para lo que yo valía era para servir al hombre con el que me casé. Y en mi cabeza no pude nunca ni soñar que yo pudiera ser libre, ya ve, la vida sola abrió ante mí un camino para  mostrarme que yo era más mía que de nadie. Claro que cuando mis hijos se fueron de casa y me vi ya sola del todo,…. dudé si podría seguir adelante. Y una vez más,  lo que creí que era lo peor que podía pasar fue justamente lo contrario,  porque fue  entonces cuando comenzó mi vida a ser mía.
-         ¿Y ahora no tiene pareja?
-         Sí, pero él vive en su casa y yo en la mía. Si queremos vernos nos juntamos  y cuando no,  cada uno a lo suyo. Yo no vuelvo a casarme más. Prefiero ser viuda que criada. Siempre de novios y que nunca falte el respeto,  es lo más bonito,  así es como quiero que sea. Si un día me dice que me dejará si no nos casamos entonces…,  pero…. no voy a pensarlo ahora, ya lo pensaré mañana.

Acabó su café y se fue a dar una ducha para acudir a su primer encuentro en el centro de los despertares. Si alguien le hubiera dicho que ese día no acudiría,  él habría dicho que aquello no podía ser cierto. Pero eso fue lo que ocurrió.

Paró en el centro comercial para hacer alguna compra de ropa y como estaba desentrenado en estos menesteres se retrasó tanto que cuando quiso darse cuenta era demasiado tarde. Supo que ya no llegaría a tiempo a la primera reunión  con su grupo  de los despertares, aún así tomó el metro y fue hasta allí, pero justo cuando llegó a la puerta en lugar de entrar se volvió. Pensó que no podía aparecer en la mitad de la reunión. Así que ni si quiera entró, se marchó pensando en coger de nuevo el metro para volver a casa. Miró el reloj y pensó aún era pronto para llegar a casa y para hacer  tiempo decidió tomar un  camino más largo atravesando un parque cercano antes de volver a la boca de metro. Mientras caminaba nuevamente sintió la misma sensación de aquel día, comenzó a oir voces en su cabeza y como estaba en medio de un parque se sentó en un banco para concentrarse mejor en lo que oía.

Se fijó en una señora que estaba paseando, a su lado había una luz que la seguía, estaba pegada a ella, y esa voz comenzó a retumbar en sus oídos….

-         Dígale que que esstoy bien. Si dígaselo……..no,  no fui yo… yo no quería y no tuve ….culpa… nada que ver con esto,…..  dígaselo. Vamos… no deje… sígala, no deje …. se vaya.

Entonces la luz le mostró una escena en la que un hombre estaba en una habitación, era un despacho, allí pudo ver a un hombre,  se encontraba sólo y estaba sentado tras un escritorio. Vio cómo sacaba una carpeta de un cajón que había bajo la mesa y la estaba  ojeando, luego tomó un papel que parecía una ficha con la foto de una persona, y volvió a dejar la carpeta en el cajón. Se levantó y descolgó un cuadro de la pared tras el que se ocultaba una caja fuerte, y guardó aquella ficha en la caja fuerte cuando de espaldas a él se abrió la puerta del despacho. Entró un hombre que sin motivo aparente arremetió contra él y le atacó por la espalda. Luego de dejarle sin sentido sacó una soga gorda y la colgó de una de las vigas de madera del techo. Le hizo un nudo corredizo que pasó por el cuello del hombre que estaba inconsciente y lo subió a pulso a una silla que había colocado bajo la cuerda. Sin más lo dejó caer dejando que el hombre quedara estrangulado por la soga que le asfixió y desnucó su cuello. Luego rebuscó en los cajones, revolviendo todo. Estaba buscando algo que se fue sin encontrar porque abrió la puerta y se marcho.
Ernesto comenzaba a asfixiarse,  sintiendo un gran dolor en su cuello. Y entonces volvió a oír nuevamente la voz.

-         Tiene que saber que yo no lo quiseee. Díga…..se…lo.

Entonces la luz que acompañaba a la mujer se hizo más y más tenue casi como transparente.

Ernesto no se atrevió a abordar aquella mujer que se alejaba, no sabía que hacer. No podía entender. Entonces se le ocurrió seguirla de lejos para ver donde vivía. Y comenzó a ir tras ella. Pensó que aquello era una locura, pero si ahora la dejaba escapar ya no sabría cómo volver a localizarla, y acababa de ver lo que en toda regla parecía un asesinato. Así que desde una distancia prudencial la siguió hasta llegar a un edificio de pisos dos calles más abajo, la mujer sacó una llave de su bolso y entró en el portal. Así que no lo dudó y se apresuró a acercarse a la puerta y una vez que la puerta estuvo abierta, le dejó paso a la mujer para entrar a la vez que ella. Le sonrió y se adelantó portal adentro. La mujer se acercó hasta él que ya se encontraba esperando el ascensor y se puso a su altura. Cuando el ascensor se abrió los dos entraron y él esperó a que ella  pulsara primero. Luego él pulsó un piso más arriba.

-         Buenos días.

Dijo ella despidiéndose al salir del ascensor. Pero él también salió a la par de la mujer  simulando ir a un piso contiguo al de ella. Ernesto, pudo ver de reojo la cara de extrañeza con la que ella le miraba al verse acompañada por un extraño al salir del ascensor. La mujer le había visto pulsar un número más, y tuvo miedo de que la estuviera siguiendo, así que con cara de susto se dio prisa por llegar a la  puerta de su piso y entrar. Pero entonces él se dio media vuelta y volvió a meterse en el ascensor murmurando, “qué despiste”. Y sin mirar oyó como la mujer había vuelto a abrir y cerraba la puerta de su piso de nuevo cerciorándose de que se marchaba.

Nuevamente ya seguro del piso se fue al buzón pero allí no aparecían nombres, sólo los números de los pisos y la planta correspondiente…. , así que miró a los dos lados  por si venía alguien y forzó la cerradura para recoger el correo. En su interior había publicidad a nombre de un tal Ildefonso Nowsan, fue el único nombre que encontró, todo estaba dirigido a este señor. Escribió el nombre en su teléfono volviendo a dejar la publicidad en el buzón y salió como una exhalación de allí.

 Ahora se iría a casa, tenía que averiguar más sobre lo que le había pasado, había presenciado un asesinato…¿y si aquellas personas no eran reales? debía de llamar a Isaac Luck, esta vez  había tenido una visión ¿y si esto no era real?, entonces él realmente tenía un gran problema.
Abrió la puerta del piso y se encontró que Lola estaba planchando en el salón.

-         Perdone. En seguida recojo yo pensé que usted no volvería hasta después de las cinco.
-         No, Lola he llegado temprano porque compré comida para cocinar en casa.
-         ¿Usted? Ande, ande. No se preocupe que yo le prepararé algo antes de marcharme.
-         No, si no se da prisa no va a llegar temprano al otro trabajo, así que no se moleste ya me las arreglo yo. Me daré una ducha y bajaré al bar de abajo a tomarme un par de tapas. Siga con lo que estaba haciendo y no se preocupe por mí.
-         Como quiera, pero el próximo día le prepararé comida para que tenga en casa.
-         Lola he decidido que voy a hacer un curso de cocina, así que de ahora en adelante tendré comida en casa.
-         Hágame una lista de lo que vaya necesitando.
-         Mejor me acompaña el próximo día y hacemos juntos la compra. ¿Vale?

Y tras soltar una sonora carcajada Lola  le expresó abiertamente su parecer.

-         Señor, mire que está usted raro
-         Raro no Lola, estoy vivo.
-         Es verdad, tiene usted toda la razón.

Y pensando en esto, Lola se retiró para  terminar sus quehaceres.

Ernesto volvió de nuevo sus pensamientos a los hechos sucedidos esa mañana y entonces supo que debía telefonear, descolgó el teléfono y marcó un número. Al otro lado del hilo alguien le contestaba.

-         Isaac Luck al habla, dame alguna buena excusa por la que hoy no te hayas presentado a la reunión.
-         Hola Isaac, lo cierto es que sí fui, pero llegué tarde y en la puerta justo antes de entrar me volví.
-         Pero ¿qué fue lo que te hizo retrasarte?, te tenía por una persona puntual. ¿Es que te has arrepentido?
-         No Isaac. No es eso. Fui a comprar ropa y cuando me dí cuenta ya se había  echado la hora encima. Todo mi armario está lleno de trajes de chaqueta y camisas de sastre, y me levanté con la idea de buscar algo que se adecuara más con mi vida de ahora. Una ropa un poco más informal. Y ya ve lo que conseguí.
-         Bueno Ernesto, por un momento pensé que había cambiado de idea. Que alivio me da oírle. Es normal, y por otro lado podía haberme llamado porque con gusto le habría acompañado. A mí también me vendría bien renovar mi vestuario.
-         Isaac, tengo que decirle que estoy muy preocupado, hoy ha vuelto a ocurrirme. He oído voces, y pude ver las luces, pero además voy a contarle algo que me gustaría que no fuera por teléfono. ¿Cuándo podríamos vernos?
-         Pues hemos quedado para ir juntos a la conferencia así que déjame ver….., sí la semana que viene.
-         Ok. He tenido una visión, esta vez ha sido algo terrible porque he podido ver un asesinato. No estoy seguro de si ha sido real. Verá oí unas voces…..

Entonces Ernesto deseoso de saber la opinión de Isaac, comenzó a contarle lo sucedido por teléfono.

-         ¿Sabes Ernesto?, estoy pensando que deberías venir a hablar conmigo antes de que nos reunamos para ir a la conferencia. ¿Podrías venir esta tarde a mi consulta?, no tengo pacientes y podríamos hablar de todo esto con más tranquilidad.
-         ¿Vas a psicoanalizarme? Ya sé, ahora piensas que estoy loco y por eso me quieres ver en persona, para asegurarte….
-         No.  No te preocupes. Es que no creo que resolvamos nada hablándolo por teléfono, será mejor que nos reunamos. No creo que podamos solucionarlo por teléfono, dime ¿te viene bien como a las siete y media?
-          Claro Isaac, por supuesto. Necesito hablar de esto y que me des tu opinión.
-         Ok, entonces esta tarde nos vemos.

Y colgando el teléfono pensó que de cualquier manera tanto si era su mente que le jugaba malas pasadas como si experimentaba fenómenos que no podía explicar, saldría de dudas. Pero en ambos casos necesitaría de la ayuda de su amigo.

En la consulta los dos estaban sentados en la sala de espera, Ernesto le había hecho una exposición detallada de todo cuanto había ocurrido aquella mañana. Y no omitió ni un solo detalle de lo ocurrido.
Entonces Isaac que había estado callado todo el tiempo hasta que hubo finalizado le dio una opinión.

-         Verás Ernesto, esto que me has contado no parece que sea consecuencia de que estés sufriendo algún tipo de episodio emocional. No veo indicios que evidencien ningún patrón derivado de alguna crisis.  Me has dicho que has tenido también una visión relacionada con una persona real, esa mujer a la que seguiste hasta su casa…. En la visión has podido ver cómo una de esas personas asesinó a otra y luego la voz te dijo que siguieras a aquella mujer. ¿Qué propones que hagamos?
-         Como te dije aquél día, yo no quiero que esto me ocurra….es más,  me gustaría que desapareciera. Eso por un lado. Pero por otro lado, no puedo quedarme de brazos cruzados, y tampoco se cómo puedo pararlo… Así que,  sí de alguna manera puedo saber algo más de lo que me ocurre investigando sobre lo que he visto, lo haré, tal vez  así obtenga respuestas. Isaac, si  pudieras echarme una mano… me vendría muy bien.
-         ¿Y qué podemos hacer?
-         Pues lo primero es investigar, de eso me encargo yo. Y lo segundo es analizar todo,…de eso te encargarás tú, Isaac. Luego a ver que se puede hacer.
-         Está bien Ernesto, pero no hagas ninguna locura. Debes confiar en mí y si piensas llevar a cabo algún plan deberás contar conmigo. ¿Conforme?
-         Si. Así lo haremos.
-         No olvides Ernesto que tenemos pendiente esa conferencia, por favor no faltes a ella. Es importante y te ayudará a entender mucho de lo que te está pasando.
-         Está bien. No faltaré y asistiré a las reuniones.

Ernesto se fue mas tranquilo después de hablar con Isaac sobre lo sucedido. Poder contar con alguien escéptico para ayudarle le tranquilizaba, le hacía que tuviera los pies más sobre la tierra y no perder la realidad. De igual modo sabía,  que esto, le removería al doctor todos sus pilares científicos.

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