jueves, 10 de octubre de 2013

Secretos

Desde su cama podía ver los campos. Atardecía y sobre una rama del viejo olmo del jardín retorcido por los años de poniente, una pareja de grajos se abrigaba guareciéndose del frío, un frío que calaba su alma entumecida. Escuchó el llanto de su gato, y a los pocos minutos, éste entró en la habitación cruzando los pies de su cama. Pensó que todas esas señales eran avisos de lo que se acercaba.

 La lentitud de su débil pulso, fue el último detonante, y quizá también lo que le infundió en Juan, el valor que necesitaba para contar su secreto.

Un secreto guardado durante años es una pesada losa en el corazón de los amantes. Si no salía de sus labios entonces cruzaría con él hasta el otro lado, le acompañaría atormentándolo. Dejando una cuenta pendiente que le restaría a su alma su descanso en paz . 

Hizo un último esfuerzo, y tomando aire buscó la mirada dulce de su querida Nemesia, la mujer seguía al lado de su cabecera. Había permanecido allí los mismos años que él llevaba en cama. 
La hora se acercaba y le pidió que buscara en su chaqueta una carta, ésa que nunca tuvo el valor de mostrarle.

Ella la leyó para sus adentros. Decía así:

 En Tánger, a 19 de Mayo de 1946.