martes, 16 de octubre de 2012

El bus


No llegaré a tiempo, ¡qué desastre, tengo los pies empapados!...., ya estoy aquí,….. ¡Oh no, vaya cola! seguro que el otro no llegó, ¡y éste también se retrasa!…. A lo peor es que hay atasco por la lluvia. ¡Vaya! , – dijo en voz alta mientras recorría la fila- , ¡nunca había visto esta  cola tan larga!
Los demás la miraron asintiendo, el ambiente era tenso como en un cuartel y el orden en la fila: estricto y riguroso, pero eso ella ya lo sabía, desde hacía dos semanas se había convertido en rutina, siempre la misma línea, todos los días y a la misma hora y normalmente se retrasaba aunque la de hoy estaba batiendo record.

Las sandalias la estaban matando - ¡Mira que ponerme sandalias un día de lluvia!
10 – 15 – 20 – 35 largos minutos de espera, no dejaba de mirar a la esquina de la calle por la que al fin el bus de color rojo guinda apareció.  Sacó de su bolso la tarjeta de viaje y un espejito, y se asomó, quería ver si llevaba bien colocado el turbante
-  De incógnito – se dijo riendo para sus adentros, - pero vas tan bien disfrazada, nena, que nadie podrá imaginar tu secreto -

-         Cuando alguien te  mire no debes sentirte tímida – siguió – piensa que ese turbante es una prolongación de tí y que ese pelo te queda monísimo.

Aunque, la realidad era que ella prefería ir de incógnito, no llamar la atención y pasar desapercibida mientras su pelo volvía a crecer de nuevo.