No llegaré a tiempo, ¡qué desastre, tengo los pies
empapados!...., ya estoy aquí,….. ¡Oh no, vaya cola! seguro que el otro no
llegó, ¡y éste también se retrasa!…. A lo peor es que hay atasco por la lluvia.
¡Vaya! , – dijo en voz alta mientras recorría la fila- , ¡nunca había visto
esta cola tan larga!
Los demás la miraron asintiendo, el ambiente era tenso como
en un cuartel y el orden en la fila: estricto y riguroso, pero eso ella ya lo
sabía, desde hacía dos semanas se había convertido en rutina, siempre la misma
línea, todos los días y a la misma hora y normalmente se retrasaba aunque la de
hoy estaba batiendo record.
Las sandalias la estaban matando - ¡Mira que ponerme
sandalias un día de lluvia!
10 – 15 – 20 – 35 largos minutos de espera, no dejaba de
mirar a la esquina de la calle por la que al fin el bus de color rojo guinda
apareció. Sacó de su bolso la tarjeta de
viaje y un espejito, y se asomó, quería ver si llevaba bien colocado el
turbante
- De incógnito – se
dijo riendo para sus adentros, - pero vas tan bien disfrazada, nena, que nadie podrá imaginar tu secreto -
-
Cuando alguien te
mire no debes sentirte tímida – siguió – piensa que ese turbante es una
prolongación de tí y que ese pelo te queda monísimo.
Aunque, la realidad era que ella prefería ir de incógnito,
no llamar la atención y pasar desapercibida mientras su pelo volvía a crecer de
nuevo.